OPINIÓN. Por Saturnino Moreno y Francisco Puche, miembros de la Red Andaluza de la Nueva Cultura del Agua
27/09/07. Sociedad. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com
se suma al concurso de ideas abierto para determinar
el futuro del río Guadalmedina y en el día que dan comienzo en el Ayuntamiento las
conferencias sobre este asunto de vital importancia para Málaga, abre un
espacio para...
OPINIÓN. Por Saturnino Moreno y Francisco Puche, miembros de la Red Andaluza de la Nueva Cultura del Agua
27/09/07. Sociedad. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com
se suma al concurso de ideas abierto para determinar
el futuro del río Guadalmedina y en el día que dan comienzo en el Ayuntamiento las
conferencias sobre este asunto de vital importancia para Málaga, abre un
espacio para conocer la opinión de los malagueños en este debate y publica este
artículo de Saturnino Moreno y Francisco Puche, miembros de la Red Andaluza de
la Nueva Cultura del Agua. Un texto que desmonta la insidiosa, manida y muy
repetida metáfora que asimila el cauce del Guadalmedina con una cicatriz y ante
las soluciones basadas en el cemento y el hormigón -embovedados, túneles,
desvíos artificiales, obras millonarias…- aporta razones legales,
medioambientales, culturales y relativas a la seguridad de los ciudadanos para recuperar
el río Guadalmedina para Málaga, devolverlo a su caudal natural y reforestar
íntegramente su cauce.
Ideas vertidas al Guadalmedina
ESTAS
ideas, como la mayor
parte de ellas, se levantan sobre hombros de gigantes por lo que pueden ser
usadas a discreción; también por eso es tan difícil adjudicar patentes a
invenciones inmateriales. La creatividad es, básicamente, común. Las ideas
sobre el río se pueden ordenar en tres bloques cuyos meros nombres ya sugieren
por dónde nos vamos a ir moviendo. Estos son: el río de la ciudad; el río en la
ciudad; todo el río.
EL RÍO DE LA CIUDAD
es meramente el nombre
árabe Guadalmedina. Pero es mucho más, es el lugar donde se funda la ciudad y la
causa de su existencia. Es por ello por lo que decimos que es el hito
fundacional por excelencia de Málaga, y por tanto, viene cargado de unos
valores históricos, patrimoniales y simbólicos que no son en modo alguno
desdeñables, ni despreciables. Circula cierta opinión basada en una mala
metáfora del río de la ciudad. Me refiero a la que lo asemeja a una herida.
Como ocurre con todas las metáforas, no se quedan en la inocencia de la
comparación sino que extienden su lógica interna al del objeto suplantado. Así,
al convertir el río en una herida se deriva ‘lógicamente’ que hay que cerrarla;
eso equivale a partir del prejuicio de que el río es un mal para la ciudad y de
que hay que sanearlo tapándolo. Si la metáfora que utilizamos es la de que el
río es una artería de la ciudad a nadie se le ocurrirá taparlo. “Dime que
metáforas ves y te diré que piensas”, podríamos concluir.
PRIMERA IDEA:
por razones
nominativas, históricas, patrimoniales simbólicas y metafóricas es necesario
conservar el río de la ciudad. No deberíamos 'desnaturializarlo'. La legislación
europea al respecto (la Directiva Marco de Aguas) nos apoya en esta misma
línea. Pero ¿cómo?
EL RÍO EN LA CIUDAD. La Directiva Marco de Aguas establece
que hay que preservar los ríos de posteriores deterioros y que, para 2015,
deben volver a un buen estado ecológico que, en la medida de lo posible, es el
más próximo a su estado originario. El estado originario del Guadalmedina es el
de un río con agua a su paso por la ciudad la mayor parte del año; así lo
atestiguan los documentos históricos que además mencionan cómo, a partir de la
deforestación practicada desde la sangrienta toma de los Reyes Católicos de la
ciudad, han ocurrido periódicamente avenidas catastróficas para los ciudadanos.
Y el río, a su paso por Málaga, no estaba canalizado y mantenía en sus riberas
una vegetación y una fauna específica que cumplía funciones de depuración y
biodiversidad. Justamente para paliar los daños de las avenidas sobre una
ciudad que se había instalado en la llanura de inundación natural del río, se
construyeron en el pasado siglo las presas del Agujero y del Limonero como
presas de laminación. El despilfarro de agua (sobreconsumo, fugas, golf,
césped, piscinas, gestión de oferta,…etc.) y la falta de soluciones modernas
con fuentes alternativas han llevado, sigilosamente, a dedicar la presa del
Limonero a funciones de abastecimiento, con lo que se ha mermado su capacidad
de laminación y, consecuentemente, ha aumentado el riesgo para la ciudad de un
desbordamiento catastrófico del vaso.
SEGUNDA IDEA. La manera de conservar el río en la
ciudad es devolverle el caudal natural, es decir, no retener agua en la presa
del Limonero (o muy poca) teniendo abiertos los desagües de fondo y dejando
circular la que lleve en cada periodo por su cauce. Con esta medida se
devolvería al río su dignidad, se cumpliría con la ley, que es de obligado
cumplimiento, y se mejoraría notablemente la seguridad de la ciudad ante
avenidas extraordinarias, que el cambio climático anuncia más abundantes.
TERCERA IDEA. Conservar el río significa también
devolverle su lecho natural y sus riberas mediterráneas; significa mejorar la
calidad de las aguas que por él circulan. Por ello la restauración en la ciudad
significaría controlar vertidos y devolver a los márgenes la vegetación de
ribera, en toda su longitud. Pero los vertidos pueden venir de aguas arriba y
el vaso de las presas puede colmatarse rápidamente según se produzcan avenidas
extraordinarias, por eso hemos de hablar de todo el río.
TODO EL RÍO. Este es
el río que a partir del siglo XVIII proporcionó agua abundante a la ciudad, por
medio de esa obra, hoy Bien de Interés Cultural, denominada Acueducto de San
Telmo. Este es el río que en su cauce medio reúne unos valores ambientales de
tal importancia que forma parte de la Red Natura 2000, lo que le convierte en
un espacio protegido directamente por la Comunidad Europea. Este es el río que
fue reforestado, en parte, en su vertiente izquierda en la primera mitad del
pasado siglo y del que queda eternamente pendiente la reforestación del resto
de la cuenca, por razones de seguridad, entre otras. Y, finalmente, este es el
río al que vierten las aguas residuales de los pueblos de su cuenca, aún sin
apenas depurar y que sufre la contaminación difusa de la agricultura
industrial.
CUARTA IDEA. Recuperar el río en la ciudad
significa actuar en la cuenca reforestando con urgencia y apropiadamente lo
pendiente; depurando los vertidos urbanos; promocionando la agricultura sin
venenos y recuperando íntegramente el Acueducto de San Telmo. Con la
reforestación se evitaría la colmatación de las presas y aumentaría la
seguridad de los ciudadanos.