CARTA AL DIRECTOR. Por Rosario Rivera Beltrán

maquinas20/12/07. Opinión.Llegó el progreso y me quitaron la estación de tren, llegó el progreso y me tapiaron el río, llegó el progreso y me siembran las sierras de molinos”. Son palabras de Rosario Rivera, vecina de Cañete La Real, que explica en esta carta al director que hoy publica...

CARTA AL DIRECTOR. Por Rosario Rivera Beltrán

maquinas20/12/07. Opinión.Llegó el progreso y me quitaron la estación de tren, llegó el progreso y me tapiaron el río, llegó el progreso y me siembran las sierras de molinos”. Son palabras de Rosario Rivera, vecina de Cañete La Real, que explica en esta carta al director que hoy publica EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com la sensación agridulce que le deja “un progreso que no entiendo”.

Lo que me quita el progreso

LO que más me ha gustado siempre de mi pueblo es volver. Hace años volvía del colegio en autobús por una angosta ‘carreterrucha’ y encontraba en el perfil del horizonte la tranquilidad, la quietud, el paisaje siempre en perfecto estado. Con los años dejé el colegio y el autobús y volvía en tren los fines de semana. Al estar más tiempo fuera quizás era mayor la alegría del encuentro con esa tranquilidad, sentir que todo seguía allí, pasar por el Carrilego, al fondo la Escalereta, aquella estación tan típica, con su enorme reloj verde, con su cartel colgado anunciándome que la Atalaya estaba esperándome. Me encantaba bajar del tren y reconocer el olor a campo, olor a limpieza, a tierra, a verde. Ir andado a casa por el camino de la iglesia -mi primer colegio-, llegar a casa e ir a la fuente a por agua. Quizás puede parecer estúpido esto que escribo pero esa era mi vida, esos son mis campos, mi pasado, ese lugar es mi familia, esas sierras las anduve para ir a recoger los mulos, para llevar a mi tío Alejandro trigo para sembrar.

EN esa estación esperé a mis hermanas muchísimas veces y el correo que tenía que traer el amor en forma decarretera carta de la calle Pie Castillo nº 15. El río nos daba el agua, el juego, el croar de las ranas. Era nuestra lavadora y nuestro grifo para el cubo de la fregona. Están en mi mente las imágenes desde el autobús de la sierra de la Nava, la imagen desde el tren del perfil del Talayón. Cuando has vivido en el campo y del campo todo se siente de otra forma.  Puedo confundir el ‘fiestón’ que me di en esta feria con el que me di otro año, puedo no recordar dónde aparqué el coche la noche anterior, pero nunca olvidaré aquel olor al bajar del tren, ni la imagen de Isabel lavando ropa en la fuente, ni a Manuel en la puerta de la Escalereta, ni muchas cosas más que me da sentimiento recordar.

HOY he ido a mi casa y he visto las maquinas haciendo el camino por la sierra para instalar los molinos…ha llegado el progreso. ¡Llegó el progreso a mi pueblo! Llegó el progreso y me quitaron la estación de tren, llegó el progreso y me tapiaron el río, llegó el progreso y me siembran las sierras de molinos.

ES paradójico, a mi pueblo ha llegado la energía más moderna al mismo tiempo que una consulta de atalayonmédico una vez a la semana y al mismo tiempo que nos traen el correo a casa. Aún recuerdo cuando iban a “poner la luz” y a nosotros no nos iba a llegar porque había que  poner dos postes más. También recuerdo cuando la carretera de Cañete era prácticamente intransitable y nos montábamos en aquel viejo autobús casi jugándonos la vida para ir al colegio, aún recuerdo cuando para ir a Almargen teníamos que ir por Cañete porque esa carretera estaba aún peor. Hoy día sigue estando igual de mal pero me he sorprendido hoy viendo llegar tres enormes camiones que transportaban tres enormes maquinas para los trabajos de los molinos.

ES
paradójico también que desde la empresa que está instalando los molinos llamen a trabajar a mi cuñado Salvador, que le propongan a él el destrozar la tierra donde vivió y de la que comió y come su novia.

ESTO
es el progreso, y a mí cada vez me da más pena, pena por todo lo que me han quitado en aras de un progreso que no entiendo. Pena porque nadie entienda ya en este mundo que el dinero no se come, pena porque a nadie le importe que a mí, que no le hago daño a nadie, me hagan daño en donde más me duele, en el lugar en el que crecí, en mí tierra, en mí sangre.

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