Autor: Colectivo Rizoma
EN primer lugar da mucho que pensar el sorprendente éxito de esta acción: más de un millar de personas entraron en el resucitado cine y participaron en las actividades que allí se desarrollaron (teatro, danza, música,…); muchísimos vecinos del barrio y de otras partes de la ciudad que, atraídos por los fastos del Festival, prefirieron quedarse allí, así como varios de los artistas que estaban por la ciudad esa noche; entre otros Oscar Jaenada (ganador del Goya al mejor actor por “Camarón”), Antonio Dechent (“Solas” y “Smoking Room”) y Eduardo Soto “El Neng”. A medida que la acción fue conocida, (superando el silencio casi total de la prensa y medios locales) esta audaz acción también ha suscitado la atención de personas del mundo de la cultura, propiciando un creciente debate.
CON los hechos se demostró que aquí tenemos lo principal para producir arte y cultura: gente creativa, trabajadora, imaginativa y valiente, con una capacidad de organización sobresaliente. No hubo necesidad de aparatosas campañas publicitarias, ni de carísimos gestores, tampoco de enormes inversiones. Se produjo un hecho cultural que fue producto de la creación participativa donde no sobró nadie. Y eso no se confunde con el espectáculo donde sólo se producen dos cosas: individuos pasivos (consumidores les llaman) y dinero, mucho dinero.
YA tenemos en Málaga cantidad de museos y bastantes locales de exhibición; pero eso ha contribuido muy poco a la producción cultural en nuestra ciudad. Eso evidencia lo que casi sin excepción tienen en mente los responsables locales (instituciones, gestores, políticos), una idea arcaica que automáticamente asocia la producción cultural con la excepcionalidad del individuo genial; o alternativamente con las manifestaciones más estereotipadas de una supuesta idiosincrasia malagueña o andaluza. Fuera de estas dos fuentes parece como si lo contemporáneo no pudiera producirse aquí, teniendo que ser importado.
SIN embargo no todo el problema es de ignorancia sobre lo que ocurre en nuestro mundo: desde hace algunos años tenemos aquí quien presume de estar al día sobre de lo que debe ser una gestión cultural posmoderna y a la vez realista. Su estrategia es constituirse en agentes interpuestos entre los trabajadores de la cultura y todas esas supuestas aspiraciones de las que son portavoces nuestros dirigentes. Se presentan como los más eficientes en conseguir ese objetivo que consiste en la "aportación de valor" (económico, por supuesto), vinculando estrechamente toda actividad con el mundo de los negocios, al tiempo que dan ejemplo al aplicar el principio de la máxima rentabilidad en ellos mismos. Vemos en nuestra ciudad y provincia como surgen con el máximo apoyo oficial auténticas ETTs de la cultura que parasitan las energías y creatividad de los más jóvenes. Y casualmente eso lo logran capturando y monopolizando los espacios físicos donde puede darse la actividad cultural.
HEMOS comprobado la excepcional productividad (sobre todo social, de construcción de ciudadanía), de un espacio de las características del Cine Andalucía cuando es gestionado de un modo imaginativo. Ya sólo este hecho debería llamar la atención de los responsables de los recursos públicos o privados que supuestamente se destinan a la actividad cultural. Es importante que tengamos, como los hay en otras ciudades, edificios y locales dignos a disposición de los creadores locales, bien gestionados y dotados. Pero el hecho de que los ciudadanos carezcan de ello no impedirá su iniciativa.