La dirigente del PP local sostiene políticamente a los empresarios de playa cuando desobedecen a las indicaciones de la Delegación de Medio Ambiente en estos locales
17/04/13. Opinión. Teresa Porras es la aliada, la defensora, el ariete y la colaboradora fiel de la Asociación de Empresarios de Playa de Málaga, según sus propias declaraciones. Es el brazo político armado en la capital de la Costa del Sol de este poderoso lobby. Es la encargada de convertir la desobediencia de los chiringuiteros a las indicaciones de la Delegación de Medio Ambiente para construir los bunkers de la playa de La Malagueta en una nueva bronca con la Junta de Andalucía, porque es en la polémica, en el cruce crudo de declaraciones y acusaciones donde Porras mejor se mueve. Una opinión de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com.
LA acción política de Teresa Porras se resume en que estás conmigo o estás contra mí. En el caso de los chiringuitos-bunkers de La Malagueta Porras está con los empresarios y el resto, ese amplio conjunto de ciudadanos que ven en estas naves un abuso, una irregularidad flagrante y un atentado estético, están contra ella. Pero lejos de amilanarse, es en este barro donde la concejala de Playas se mueve a sus anchas.
EN su larga década en el Ayuntamiento de Málaga Porras ha dado muestras sobradas de su disposición para la bronca. Y siempre ha salido airosa. El grupo municipal del PP le pagó un abogado para que empapelara a Javier García Recio por una serie de informaciones en las que el periodista de La Opinión de Málaga explicaba cómo resolvía y adjudicaba la edila algunos contratos. La cosa quedó en nada, pero es un ejemplo de su disposición al litigio, como cuando metió en el pleno a un grupo de ‘plañideras’ como si fueran su guardia de corps, como cuando favorecía sin pudor y con dinero público a la revista ‘Tu barrio’, convertida en una oda a ella misma, como cuando le dijo al portavoz de IU con su mejor vocabulario “yo su mierda no me la voy a comer”, como todas esas veces que aprovechando ora el picudo rojo ora el trazado metro ora las reposiciones de arena en las playas… Porras arremete contra el gobierno de la Junta como origen de todos los males de la ciudad.
EN este juego de manipulación se maneja con aplomo. En el conocido como ‘berzagate’, Porras instó en 2009 a unos vecinos a que se quitaran antes de ser fotografiados unos delantales porque tenían el logotipo de la Diputación, entonces en manos del PSOE e IU. Como no se los quitaron, el logotipo desapareció después por arte de photoshop en el Área de Comunicación del Ayuntamiento. Dimitió el director del servicio de prensa. Ella se mantuvo. Y se mantiene porque resulta tremendamente útil para el PP en una corporación local que ha convertido el ‘agravio’ de la Junta con Málaga en un leit motiv.
POR eso Porras avala y defiende que los bunkers de La Malagueta se habiliten para poder abrir las terrazas en las segunda planta, pese a las clarísimas advertencias de Medio Ambiente indicando que no se deben utilizar ni abrir al público, por eso defiende que las obras para futuros locales en las playas de Guadalmar comiencen antes del acta de replanteo. Son formas de asegurarse bronca segura con la Junta. Y de ganarse la confianza de los chiringuiteros, a cuyos intereses sirve.
Y como hasta ahora es ella quien demuestra mayor nivel de agresividad verbal en este conflicto permanente, y como ya ha demostrado notables dosis de ramplonería y mezquindad, así como probada capacidad para encajar las críticas, por fuertes que sean, Porras podrá seguir situándose en el primer plano de esta polémica, amortiguando los golpes para el resto de sus compañeros de partido, mientras los chiringuiteros siguen haciendo básicamente lo que han venido haciendo hasta ahora: lo que les da la gana.
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