El establecimiento del marido de la vicesecretaria general del PP en Málaga, Margarita del Cid, se beneficia de privilegios que a otros locales se les niegan

28/06/13. Opinión. El caso del chiringuito La Moraga de Antonio Martín es paradigmático de una relación perversa entre el poder económico y político. Es un establecimiento que acumula expedientes sancionadores e ilegalidades, que tiene una orden de derribo, en el que el propio título de concesión es más que dudoso, que ha dejado ‘pufos’ entre sus proveedores… y sin embargo, nada de esto importa. Su programa de actividades sigue adelante e incluye lo que a otros locales se les niega gracias al apoyo del Ayuntamiento de Málaga: explotación comercial de la terraza. Una opinión de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com.

MIGUEL Narváez ha sido un intermediario entre administraciones y empresas. De perfil cautivador y convincente, es un comercial con buena agenda y contactos que se maneja en ese limbo que a veces queda (o dejan) entre lo público y lo privado. Marido de la actual vicesecretaria general del PP malagueño y diputada nacional, Margarita del Cid, mantiene una excelente relación con los actuales pesos pesados del partido en la provincial, a los que conoce desde que militaban en Nuevas Generaciones. En especial con el presidente Elías Bendodo, que fue de los primeros en acudir a un reservado de La Moraga de Antonio Martín en las navidades de 2010, cuando el chiringuito-restaurante estaba recién inaugurado.

PERO los tentáculos de Narváez no se limitan a la hornada de los que antes eran jóvenes ‘cachorros’ del PP, también tiene ascendencia entre la saga de los Del Cid de Torremolinos, a raíz de su matrimonio, y también tiene en el exalcalde franquista Luis Merino, su abogado y compañero en algunos aventuras empresariales, como la misma Moraga de Antonio Martín, donde Merino jugó su papel en lo comienzos como asesor legal, hasta que optó por permanecer al margen.

TAMBIÉN abandonaron pronto este proyecto el cocinero Dani García y el empresario Juan Antonio Lara. La Moraga pretende ser un negocio de franquicias de rápido crecimiento, que puede dar grandes ganancias si se vende la marca tan pronto como se pueda. Sin embargo, a esta revista le consta que ha habido varios casos de impagos y reclamaciones de cantidad de proveedores y clientes, algunos de los cuales se dirimen en los tribunales.



EL propio permiso para explotar La Moraga de Antonio Martín es de muy dudosa legalidad. Hablamos de chiringuito ubicado íntegramente en suelo público, y como tal su explotación depende de una concesión administrativa para realizar una explotación temporal del negocio. Esta concesión se otorgó a “Antonio Martín SA”, y cuando se extinguió esta sociedad, la Demarcación de Costas inició el proceso “de extinción, sin excepciones, de dicho título concesional”. Sin embargo, antes, la concesión fue arrendada por otra empresa “Exceho SL”, que a su vez subarrendó la explotación del local a “Andalusian Gourmet Concept, S.L”. De tal manera que en lugar de rescatar la concesión, para volverla a sacar a un concurso público de libre concurrencia, el conocido restaurante de la playa de La Malagueta pasó a ser gestionado por Miguel Narváez.

PARA dar otra vuelta de tuerca a la situación, el pasado 19 de marzo el Boletín Oficial del Estado (BOE) informaba de que el Juzgado de lo Mercantil número 1 de Málaga había declarado en concurso voluntario de acreedores a “Andalusian Gourmet Concept”.

ADEMÁS, como señaló ayer esta revista, el expediente INFO2/21/MA/0222 de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía ha impuesto una multa de 30.000 euros y ha  dictado orden de demolición de las obras realizadas ilegalmente para instalar un bar en la terraza de La Moraga de Antonio Martín. Ninguna de las reformas que se han hecho en la azotea tiene autorización. La construcción de un casetón para ascensor, la eliminación de las pendientes inclinadas y la instalación de una tarima, la escalera de acceso a la cubierta desde el propio paseo marítimo, la barra de bar… son del todo ilegales, conllevan una sanción de 30.000 euros y deben ser eliminadas. Máxime cuando el resto de chiringuitos que se han construido y se están levantando alrededor en la playa de La Malagueta y de La Caleta han visto vetadas tajantemente sus intenciones de aprovechar la segunda planta como terraza, lo cual ha conllevado el derribo de casetones y modificaciones en plena obra.



Y sin embargo la inauguración de la terraza de La Moraga de Antonio Martín se está anunciando a bombo y platillo en las redes sociales. La estrategia utilizada ahora por Narváez ha sido delegar la gestión de la misma (entendemos que de forma ilegal, dado que los subarriendos y cesiones en los chiringuitos están prohibidos por ley) en el recientemente creado Club gastronómico Kilómetro Cero, de la periodista Esperanza Peláez, que ha fechado la apertura el público para el próximo 4 de julio

COMO se ve, aquí vale todo ¿Por qué? ¿Qué hay de diferente en este caso además de los vínculos políticos? ¿Cuál es el papel del Ayuntamiento de Málaga a la hora de preservar la legalidad? ¿Acudirá el amigo de Narváez, el presidente de la Diputación y del PP malagueño, Elías Bendodo, a la inauguración de la terraza e impartirá allí una de sus clases de ética política a las masas como parte del show programado? Todo se verá.

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