El director de El Mundo en Málaga carga contra Urbanismo: “No hay mejor ejemplo del dominio siniestro y despótico que la propia sede donde se ubica el búnker”
09/07/13. Opinión. “Sobre los resultados de este dominio siniestro y despótico de la Gerencia sobre la ciudad, tal vez no haya mejor ejemplo que la propia sede donde se ubica el búnker, un edificio fastuoso de mantenimiento insostenible que tuvo un sobrecoste del 70 por ciento, alcanzando la escandalosa cifra de 34 millones de euros, 14 más de los 20 con que fue presupuestado. ¿Qué tipo de eficacia y profesionalidad se puede esperar del organismo encargado de ordenar el urbanismo de una ciudad que comete un despilfarro de ese calibre y tal imprevisión presupuestaria?”. El director de El Mundo en Málaga, Rafael Porras, publicó ayer un artículo sobre la Gerencia Municipal de Urbanismo de Málaga, cuya lectura recomienda EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com.
POR su interés, reproducimos a continuación el artículo del periodista Rafael Porras, director de El Mundo en Málaga, que también puede leer AQUÍ en su fuente original.
El búnker
MUCHO antes de que la Transición apareciese siquiera como concepto político, hubo un tiempo, entre la muerte del dictador Franco y el acuerdo con la oposición democrática al régimen que posibilitó las Cortes constituyentes, en el que España navegó en una situación política extravagante. La dictadura seguía plenamente vigente, pero existían voluntades dentro del régimen que buscaban fórmulas para lograr una transformación democrática del Estado. Frente a ellas, estaban los fundamentalistas del franquismo que se resistían a desmantelar la dictadura y perder privilegios. A estos, la incipiente prensa libre comenzó a identificarlos como "el búnker". Desde entonces, este concepto se reconoce en cualquier estructura o grupo social reaccionario. Desde hace mucho tiempo, en Málaga existe un "búnker" al que este apelativo se le puede aplicar con absoluta precisión: la Gerencia de Urbanismo. Para criticar y denunciar el escenario inmovilista e infecto que provocan los grupos que controlan el búnker de Urbanismo en el Ayuntamiento de Málaga sólo se precisa un requisito: no depender de la necesidad de la concesión de licencias urbanísticas para desarrollar una actividad. Como tal cláusula no nos afecta, paso a la diatriba, no sin antes aclarar quien es el responsable político final de esta situación que no es otro que Francisco de la Torre, alcalde de la ciudad, incapaz, como sus antecesores, de dominar a este poder fáctico que somete a la ciudad a su arbitraria autocracia funcionarial. Los efectos son claros y múltiples y, para entender sus consecuencias, me remito a la frase con la que culminaré este artículo.
SOBRE los resultados de este dominio siniestro y despótico de la Gerencia sobre la ciudad, tal vez no haya mejor ejemplo que la propia sede donde se ubica el búnker, un edificio fastuoso de mantenimiento insostenible que tuvo un sobrecoste del 70 por ciento, alcanzando la escandalosa cifra de 34 millones de euros, 14 más de los 20 con que fue presupuestado. ¿Qué tipo de eficacia y profesionalidad se puede esperar del organismo encargado de ordenar el urbanismo de una ciudad que comete un despilfarro de ese calibre y tal imprevisión presupuestaria?
PERO hay más. Basta con darse una vuelta por la ciudad, especialmente por el centro, para percatarse del impecable trabajo de saboteo de la Gerencia: cientos de edificios en pre-ruina, fachadas apuntaladas, solares tapiados y proyectos paralizados desde hace años conviven con evidentes atentados urbanísticos consecuencia de una permisividad sospechosa que configuran una imagen de la ciudad cercana a un pastiche caprichoso y tercermundista.
CUALQUIERA que haya intentado poner en marcha un proyecto urbanístico o arquitectónico en la ciudad sabe de lo que hablo: trámites que se eternizan meses; años para recibir una licencia; cambios injustificados y pueriles de criterio, según el promotor del proyecto, arbitrariedad en suma que convierten a la Gerencia de Urbanismo en una viña sin amo, sin dirección política, en la que mandan técnicos que han logrado establecer parcelas de poder clientelar cuya influencia va en proporción contraria al puesto que se ocupa. Si con todo esto no fuera suficiente, el búnker de la Gerencia se ha embarcado en una vuelta de tuerca más en el boicoteo avieso a la ciudad: la oposición a todo proyecto promovido o apoyado por el propio Ayuntamiento, desde el Astoria a la solución para el último tramo del Guadalmedina o, en el ejemplo más perverso, el proyecto de reforma de los Baños del Carmen que, para empezar, ridiculiza el plan parcial elaborado por la propia Gerencia, lo que sin duda explica el informe de Urbanismo que lo cuestiona.
EN definitiva, un búnker en el que cualquier funcionario es capaz de paralizar un proyecto durante meses –con las consecuencias económicas que ello comporta– con el único objetivo de justificar la propia existencia de su atribución burocrática o de ocultar su impericia. Y ya se sabe que la lentitud y la ineficacia son la antesala de la corrupción.
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