12/07/13. OPINIÓN. Por segunda vez en lo que va de semana EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com recomienda hoy la lectura de un artículo del columnista de diario Sur, Teodoro León Gross. Una repetición extraña, pero que obedece al tema tratado por el también profesor de la UMA en la columna referenciada: el polémico indulto solicitado por el Colegio de Abogados de Málaga al letrado Fernando del Valle, condenado por el Tribunal Supremo a cinco años y medio de cárcel por delitos fiscales y blanqueo de capitales.

POR
su interés, reproducimos a continuación el artículo del columnista Teodoro León Gross, publicado ayer en diario Sur, que también puede leer AQUÍ en el blog del autor.

Colegueo de Abogados

PARAFRASEANDO
a Papiniano, el legendario jurisconsulto de Septimio Severo, hay delitos que son más fáciles de cometer que de defender. Fernando del Valle ya lo sabe. Las cosas debían verse sencillas en la orgía del gilismo moral en la costa, hasta que la operación Ballena Blanca se le atravesó como al capitán Ahab la alegoría de Moby Dick. Del Valle pasó, en un santiamén, de respetable letrado opulento a la sombra del aguafuerte aquel de Mario ‘El Padrino’ Puzo: ‘un abogado con su cartera puede robar más que mil hombres armados’. Está condenado a más de cinco años, con el sello del Tribunal Supremo. Naturalmente él aspira a ser indultado, que en términos judiciales equivale a confiar que toque tu número en la ruleta para salir de un atolladero. El amparo ante el Constitucional es solo por ganar tiempo, así que el indulto es su última apuesta antes de cumplir condena por aquel escándalo. Y eso se entiende. El esperpento se produce cuando el Ilustre Colegio de Abogados va y se suma a la demanda de indulto sin una razón técnica. El mensaje es ‘oiga, aquello fue grave, pero es uno de los nuestros’, esa lógica corporativista tan característica de la mafia.

CLARO que además es mentira. Muchos abogados sufren condenas, a menudo por asuntos bastante más imprecisos, sin que el Colegio automatice un pronunciamiento de indulto. Así que esto pinta a nepotismo moral porque una hija de Del Valle está en la Junta del Colegio -dejemos de llamarlo Ilustre Colegio para evitar la coña sarcástica- y si no se trata de eso, solo cabe pensar que el decano, letrado de Marbella, está pagando favores electorales. De las dos hipótesis, una es mala y la otra peor.

LA investigación de Ballena Blanca tuvo mucho de fiasco al desvanecerse la parte del león de la acusaciones que pesaban sobre decenas de imputados más o menos de postín. Sobró espectáculo y faltó rigor. Solo quedó la nuez; eso sí, delitos graves con condenas ya confirmadas en el Supremo. Así que parece de traca que el Colegio, al que tocaría ser particularmente respetuoso con las leyes, se haya metido a celestino del indulto. Del Valle se preguntaba estos días en un periódico: “¿Qué gana la sociedad con que yo entre en prisión?”, y la simple pregunta lo inhabilita. Si no lo sabe, es que nunca mereció el título; y el Colegio, en lugar de ampararlo, debió reprenderle. La sociedad gana con que se apliquen las leyes; pilar básico del Estado de Derecho. Nadie festeja el ingreso en prisión de un ser humano –como diría Arenal, no se odia al delincuente, se odia su delito- pero sí se festeja que se haga justicia. Y a Del Valle al menos se le puede entender, ya que es un hombre desesperado por la sombra de la prisión, pero el Colegio de Abogados, indignando además a muchos de los suyos, se ha colgado la etiqueta de Coleg…ueo de Abogados.

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