OPINIÓN. Ciudad Taró. Por Fernando Ramos Muñoz
Arquitecto. Creador de @sinarquitectura y @malagalab

03/05/13. Opinión. Fernando Ramos Muñoz, arquitecto y creador de las cuentas de Twitter @sinarquitectura y @malagalab, opina en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com de nuevo sobre el debate urbanístico local. Esta vez lo hace a colación de la incorporación a la conversación pública del Cottolengo, “objeto de fobias y filias, protestas sonoras, silencios atronadores, campañas mediáticas y algo demagógicas…”.

#OpenCottolengo

EL Cottolengo es la última incorporación al debate público del urbanismo local. Tiene todos los ingredientes para convertirse en otro serial en prensa que acaba degenerando en una gran oportunidad perdida para la ciudad: ubicación privilegiada, reordenación urbana pendiente, fachada representativa al mar, prestación de servicios sociales, soterramiento del tren, expectativa inmobiliaria, cesiones de suelo para labores asistenciales, gentrificación, conflictos sociales, equipamientos culturales y deportivos cercanos que no llegan, etc....

DURANTE algo más de un mes, desde que lo introdujo Curro Troya con un artículo que avisaba del cierre inmediato, ha rodado por prensa y redes, generando las fobias y filias habituales (más cargadas de tópicos urbanísticos que de datos precisos), protestas sonoras y silencios atronadores, campañas mediáticas y algo demagógicas, e incluso alguna pose política de cara a la galería local. Finalmente, ha desembocado en una tregua, un cierre en falso, que permite seguir prestando el necesario servicio social gracias a una institución diocesana, pero que no aclara nada sobre su futuro urbano a medio plazo.

EL episodio del Cottolengo forma parte del serial de la gestión urbanística Up-Down, impuesta, desconectada de la participación ciudadana, al que pertenece también aquel ocurrido al otro lado del parque, hace 3 años, cuando se intentó trasladar la depuradora del Puerto al Parque de Huelin de la noche a la mañana, con alevosía. Sólo la oposición de los vecinos y la publicidad en prensa consiguió evitarlo, reubicándola finalmente junto al Guadalmedina. Entonces como hoy, hizo falta la presión ciudadana para llegar a una solución aparentemente sencilla y alcanzable. Cuando no incluimos en la ecuación urbanística, desde el principio, la partición ciudadana y la transparencia de datos, nos estamos condenando colectivamente al urbanismo histérico y atropellado, que suele llegar a mediocres soluciones de compromiso.

EN realidad el destino de este entorno está señalado desde Agosto de 2011, cuando la aprobación del PGOU determinó los parámetros básicos de la necesaria reordenación del entorno del Ferrocarril del Puerto (SUNC-R-LO.1), al que pertenece, y que habrá que acometer al soterrar el tren. Esto permitirá renovar la pieza urbana, reordenando sus elementos y usos, e integrándola adecuadamente en el tejido circundante. Respecto al Cottolengo, se contempla el derribo de las instalaciones actuales, sí o sí, ya que no tienen valor arquitectónico ni pueden integrarse, trasladando el uso a una nueva edificación sugerida en la esquina del Paseo y la Calle Orfila. De hecho, la ejecución física de ese plan de renovación ya empezó el 4 de Septiembre pasado, con la demolición del "bloque de pescadores", una vez realojadas las 36 familias que lo ocupaban.

ESTAMOS en el momento justo; gracias al debate, ha salido a escena pública la creación de un nuevo polo de centralidad urbana, entre el Auditorio de la Música, el Puerto Deportivo de San Andrés y el Parque de Huelin, que tendrá que resolver la reubicación del Cottolengo, sí, pero también la del Centro de Formación Pablo Iglesias. También acabar con el chabolismo todavía presente, y dar solución a la conflictividad social del Centro Municipal de Acogida, caballo de batalla de las asociaciones vecinales cercanas. En definitiva, tendrá que dar solución a necesidades urbanas complejas, con el añadido de su potencial como pieza representativa y central, que va a consolidar la nueva fachada al mar de la ciudad.

ES la hora de reflexionar detenidamente, con transparencia y participación, sobre cómo se quiere redefinir el entorno, incorporando las sinergias ciudadanas recogidas alrededor del Cottolengo. De entrada, parece discutible la decisión de excluir del ámbito de actuación los dos bloques de vivienda que flanquean la Calle Agustín Montes, fuera de ordenanzas y no alineadas con Orfila, ejemplo de la peor arquitectura del desarrollismo; sería más razonable eliminar esa agresión urbana y reubicar las viviendas, tal como se ha hecho con el "bloque de pescadores". Tampoco parece que el Centro de Formación resuelva adecuadamente la fachada marítima de la ciudad, ni que pueda eternizarse la conflictividad social del albergue y sus necesidades de ampliación, aquí o en otro lugar de la ciudad. Habrá que dar respuesta también a equipamientos necesarios y carencias urbanas de un barrio muy denso, recogiendo las prioridades y expectativas vitales de sus residentes, e implicándolos en su diseño.

A medida que se acerque la recuperación económica del país, y con ello el horizonte de ejecución del Auditorio y el Puerto Deportivo, las presiones inmobiliarias y comerciales serán más fuertes sobre esta pieza urbana, y habrá menos margen de planificación equilibrada, participativa y sostenible. El Bulto dejará paso al euro. Aparecerán las propiedades, los valores, las cesiones, los contratos y las legalidades estrictas. Se irá desdibujando la importantísima labor social que desarrolla el Cottolengo, y con ella los orígenes populares del barrio de pescadores, obreros e industrias, que conforman su carácter urbano. A los pies de la especulación y la arquitectura emblemática, el Cottolengo y su identidad y arraigo social no será más que un obstáculo para el progreso mal entendido. De momento, ya nos ha pillado el primer toro, y a mediados de mayo el tren vuelve a cortar en dos el conjunto, con su peligro inherente y su contaminación acústica insoportable. Ya no va a parecerle a los vecinos tan absurdo soterrarlo como le parecía al alcalde en Septiembre pasado. Hemos tenido 4 años largos para ejecutarlo, aprovechando la inactividad del ferrocarril, y no lo hemos hecho.

ESTAMOS hoy al comienzo de lo que, en ocasiones semejantes, ha significado finalmente un fracaso colectivo, por culpa de una gestión urbana mercantilista y trasnochada: Tabacalera, el Astoria, la Esquina de Oro y el Muelle Uno, los chiringuitos, Arraijanal, el Metro, la Trinidad, etc.; tenemos todavía tiempo, y el foco de la atención ciudadana puesto sobre esa transformación urbana, por lo que esta vez sí podemos acertar en la construcción de la ciudad. Mediante la transparencia, la participación y el protagonismo de su tejido social podemos generar un proceso Bottom-Up que acabe formalizando una pieza equilibrada y brillante de centralidad urbana. Ni otra merienda de negros, ni una fachada marítima emblemática y pretenciosa, sino una expresión real y acertada de sus procesos vitales que incorpore memoria e identidad, a través del empoderamiento del ciudadano. #CottolengoNOsecierra es una buena excusa para empezar a trabajar entre todos.

PUEDE consultar aquí la fuente original de las imágenes utilizadas por el autor

- (1) Imagen de la campaña #CottolengoNOsecierra del @Diario_SUR 18 Abril 2013

- (2) Ordenación del área SUNC-R-LO.1 "Ferrocarril del Puerto" PGOU Málaga Aprobación Definitiva Julio 2011

- (3) Vista aérea Cottolengo y entorno SUNC-R-LO.1 "Ferrocarril del Puerto"  / Bing Maps

- (4) Fachada al mar del Auditorio de la Música junto a Cottolengo y "bloque de pescadores" / Federico Soriano y Agustín Benedicto, arquitectos. Planos del concurso.

- (5) "Puerto de Málaga", óleo / Manuel Barrón y Castillo, 1847 / Museo Carmen Thyssen Málaga / Wikipedia

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