OPINIÓN. El buen ciudadano. Por Rafael Yus Ramos
Coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía

26/10/12. Opinión. “La vida en el campo, de la forma popularizada, a menudo orquestada y defendida por alcaldes y promotores sin escrúpulos, además de ser contrarias a los principios urbanísticos de ‘hacer ciudad’, y tener enormes costes ambientales, económicos y sociales, tiene importantes riesgos ante los desastres naturales”. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com les ofrece hoy la segunda parte del análisis que realiza Rafael Yus sobre el urbanismo difuso en el campo de la provincia de Málaga, centrándose en esta ocasión en los riesgos de inundaciones.

Los costes sociales de vivir en el campo (II parte)

2.- RIESGOS DE INUNDACIONES.
Este segundo riesgo aparece tanto en núcleos consolidados como en viviendas irregulares en suelo rústico. Cada caso tiene su casuística, pero en líneas generales se puede resumir en un hecho: la especie humana, la única que es capaz de pronosticar una catástrofe, se comporta en la práctica como si no tuviera esa capacidad. Los ríos representan la amenaza más importante para los asentamientos urbanos, más que los terremotos, tsunamis y huracanes. Cualquier manual sobre desastres naturales lo muestran claramente: las inundaciones son, cuantitativamente, los más recurrentes y dañinos. Y a pesar de ello, año tras año tenemos la desgracia en nuestras puertas ¿Qué es lo que falla?

SE
puede entender que antiguamente no hubiera conocimientos suficientes para pronosticar los desastres y que se bajara la guardia para la colonización de las áreas inundables a amplias porciones de la población sin recursos. Esto es la historia, los núcleos urbanos han ido asentándose en las proximidades de ese recurso primordial que es el agua. Pero seguro que también han conocido, en algunos casos de forma relativamente recurrente, inundaciones. Y a pesar de ello, se ha repetido la misma escena: limpieza de viviendas y rezar para que no suceda más. Y de hecho sucedía. Pero lo sorprendente es que, en pleno siglo XX y XXI, con suficientes conocimientos como para planificar el crecimiento urbano para evitar las zonas inundables, este  problema persista. Los pueblos siguen construyendo junto al río y, cuando éste les molesta, se cree que un poco de hormigón, para ocultarlo o canalizarlo, el problema está controlado. Y lo que sorprende es que no se percaten de que estos supuestos “remedios”, lo que hacen es acentuar aún más el riesgo de inundaciones.

LOS planes de ordenación urbana (PGOUs, POTs) que se elaboran actualmente son, salvo casos raros, un espléndido ejemplo de planificación bien hecha, con su delimitación de áreas inundables con periodos de recurrencia de hasta 500 años. No hay mejor garantía contra las inundaciones que seguir “a rajatabla” esta ordenación y, sin embargo, no se emplea ¿cuál es la razón? La de siempre, el denominador común de todos estos problemas: la  especulación del suelo. El suelo de zonas inundables tiene menor precio por tal condición, y por tanto es foco para los inversores de menor poder adquisitivo y grandes aspiraciones adquisitivas, que encuentran en operaciones urbanísticas “a precio de ganga” la oportunidad de dar un pelotazo, tanto vendedor como comprador que luego se convierte en vendedor. A esto hay que añadir una larga serie de “excepciones” para construir en este suelo que contempla la legislación de aguas, y ahí van instalaciones industriales, almacenes, aeropuertos, etc. supuestamente compatibles. Algunos ayuntamientos encuentran en estos suelos, a precio de ganga, una oportunidad para instalar polígonos industriales, campos de golf con su club social y hotel, cuando no viviendas, etc. Y de este modo volvemos al problema histórico: sabemos que puede ocurrir, pero hacemos la política del avestruz: “a mí no me va a pasar”.


LOS últimos sucesos catastróficos, la gota fría de finales de septiembre de este año, que supuso la descarga de 200 l/m2 en la comarca de Antequera, especialmente en el sector nor-oriental, supuso el desbordamiento de un arroyo de escaso caudal que baja del conjunto de la Sierra de Jobo-Camarolos, que pasa junto a Villanueva del Rosario, llamado Arroyo Canalejas. Que este arroyo se desbordaba, ya era un hecho conocido, pero los daños eran asumibles colectivamente. Además, sus daños eran atenuados gracias al desarrollo de una vegetación de galería (sauceda-olmeda) que actuaba de freno para el ímpetu de aguas sobrevenidas y por cierto constituía un paraje de excepcional importancia natural al encontrarse allí una de las pocas localidades de una especie protegida: el musgaño de Cabrera. Pero, de nuevo, el afán de poner en valor suelos inundables llevó a los responsables políticos, no a un alejamiento de la llanura de inundación, sino a la creación de estructuras de hormigón que permitan la especulación del suelo inundable. De este modo, bajo el beneplácito de la Consejería de Medio Ambiente, se acometieron unas obras de canalización, elevando el cauce con muros de hormigón que sustituyeron a una arrasada vegetación. El hecho fue denunciado por GENA-Ecologistas en Acción y está en manos de la Fiscalía de Medio Ambiente. Ahora, con la fuerte descarga comentada, el pueblo se inunda. Nadie asume las responsabilidades, se hizo todo lo que fue posible para evitar la catástrofe (eso quieren hacernos creer), pero no ha sido suficiente. No dicen que el error estuvo precisamente en canalizar el río y no alejar a la población del mismo. Un río canalizado es muchísimo más veloz, alcanza una altura muy superior a un río que es frenado por la vegetación de ribera y la propia llanura de inundación. Esto es elemental, pero la codicia por el suelo puede más.

LAS fotos aéreas del Google Earth, diversas imágenes de la red, y el juego de antes/después con las fotos de prensa de las inundaciones, permiten deducir una relación causa-efecto irrefutable. La hilera de casas de primera línea son antiguas, de hecho antes la fachada al arroyo eran corrales, huertos o almacenes, y ahora, al calor de la presunta protección del muro de hormigón del cauce, ya se empezaba a ver nuevas viviendas. El encauzamiento tiene forma de U rectangular, pero en una parte ya se había cubierto totalmente, con un dado de hormigón, el mismo que retuvo y amontonó coches aparcados en su recorrido. Las imágenes muestran que el muro de piedra antiguo es el puente de la carretera principal sobre el arroyo, pero lo de abajo es cauce puro. De este modo, en lugar del importante soto de ribera, y las huertas que esponjan y retienen la avenida, lo que este pueblo luce es una carretera (M-40) que permite circunvalar el pueblo en 10 segundos, pero que no llega a ningún lado. Claro está, éste no era  su propósito, sino revalidar el suelo a su alrededor: como se puede observar en fotografías aéreas, la carretera tiene entradas a los solares hacia el cauce, todas las características de futuras edificaciones. De nuevo volvemos a tropezar con la misma piedra. No escarmentamos.

PERO si este problema sucede en los núcleos urbanos, en la ciudad compacta, ¿qué sucede con las viviendas construidas irregularmente, que forman la ciudad difusa o desparramada? Las mismas inclemencias meteorológicas sacudieron la cuenca del río Guadalhorce que, gracias a que gran parte del mismo está encauzado, no supuso la peor catástrofe ambiental de éste y el anterior siglo. Con tan solo los aportes de la cuenca no regulada, el río Guadalhorce se desbordó causando innumerables daños materiales y humanos en tramo medio del río, desde Álora hasta Pizarra. El valle del Guadalhorce es uno de los más poblados de la provincia, pues en realidad su población está vinculada a la capital de Málaga, con pueblos donde la adquisición de una vivienda es más barata que en Málaga y la mejora de las comunicaciones (causa y consecuencia de este fenómeno) no ha hecho más acrecentar lo acertado de esta opción de vida, eso sí, con una alta dependencia del automóvil. Pero de nuevo aquí nos encontramos que las mismas motivaciones que los malagueños residentes en los pueblos del área metropolitana de Málaga, tienen aquellos otros que, o bien aspiran a un modo de vida semiburgués, en el campo, en una mansión con piscina, jardines, tierras, etc. o, en casos más precarios, aspiran a una vivienda más modesta en un suelo de bajo precio por su alto riesgo de inundación. Calculamos que en la zona de inundación del Guadalhorce podría haber en torno a las 10.000 viviendas unifamiliares. Son viviendas construidas fuera del planeamiento, que establece claramente las áreas inundables, pero, bajo la coartada de la vivienda vinculada a la actividad agrícola (en realidad inexistente), aparecen como casas de aperos, muchas con licencias municipales, otras ni eso, pero todas fuera de ordenación, porque ni un ayuntamiento tiene autoridad para dar una licencia en una zona inundable. A pesar de ello, ahí están, y ahora las aguas del Guadalhorce las ha inundado, una vez más, pues la zona ha conocido otros años recientes con similares consecuencias.


EN conclusión, no hemos tenido que remontarnos a fenómenos históricos, sino a los que han sucedido no hace más de dos meses en nuestra provincia, para demostrar que la vida en el campo, de la forma popularizada, a menudo orquestada y defendida por alcaldes y promotores sin escrúpulos, además de ser contrarias a los principios urbanísticos de “hacer ciudad”, y tener enormes costes ambientales, económicos y sociales, tiene importantes riesgos ante los desastres naturales. El fuego y las inundaciones son solo un ejemplo de los muchos que acechan sobre estas viviendas y personas. Todos sabemos que son ilegales, todos sabemos que hay riesgos, y ahora todos lloramos y no dudamos en rascarnos los bolsillos como contribuyentes para dar ayuda a estas víctimas, que no por ello dejan de ser delincuentes: odiamos el delito pero compadecemos al delincuente. Aunque delincuente es tanto el que vende como el que compra, pues a ambos les ha movido el mismo sentimiento: la codicia, solo que uno se ha hecho rico y el otro se ha hecho pobre.

PUEDE
leer aquí la primara parte de este artículo:
- 25/10/12 Los costes sociales de vivir en el campo (I parte)

PUEDE acceder aquí a otra información relacionada:
- 12/09/12 Málaga en llamas

PUEDE
acceder aquí a anteriores colaboraciones de Rafael Yus:
- 26/09/12 ¿Parques naturales o parques temáticos? Sobre la masificación del turismo de naturaleza (II parte): la montaña rusa de la Maroma (II parte)
- 25/09/12 ¿Parques naturales o parques temáticos? Sobre la masificación del turismo de naturaleza (I parte)
- 2706/12 Amnistía urbanística de Fomento versus regularización de la Junta
- 24/05/11 El turismo rural: masstige sin responsabilidad social corporativa
- 25/04/12 Insumisión frente al decreto de regularización
- 23/03/12 Gerontoinmigración climática, turismo residencial y costes ambientales
- 06/03/12 La depredación del litoral: Último acto
- 24/01/02 Llegó la amnistía para los delincuentes del suelo no urbanizable
- 23/12/11 Ahora interesa la inspección urbanística ¿Por qué será?
- 25/11/11 Luces y sombras en los estertores del socialismo andaluz
- 25/11/11 Se busca nuevo residente gay y eslavo para resucitar la construcción
- 29/09/11 El fraude del turismo sostenible
- 13/07/11 La Junta ultima la receta de la amnistía urbanística
- 27/06/11 El callejón sin salida del movimiento 15-M
- 24/05/11 #spanishrevolution versus #spanishcorruption
- 04/05/11 Los chiringuitos de playa testimonian la apuesta institucional por la ilegalidad (y II)
- 03/05/11 Los chiringuitos de playa testimonian la apuesta institucional por la ilegalidad (I Parte)
- 25/03/11 Amnistía urbanística para delincuentes y gobernantes
- 25/02/11 Frente a la crisis del ladrillo, más ladrillo
- 25/01/11 Guadalmedina for ever. Entre la ocultación y la exhibición del río de Málaga
- 23/12/10 Anarcourbanistas contra planificadores ilustrados
- 24/11/10 ¿A quién le importa defender nuestros paisajes? Un recorrido por la hermana pobre de la defensa ambiental
- 27/10/10 Energías renovables para un escenario de decrecimiento
- 23/09/10 ¿Huelga general para volver a la burbuja? No, gracias
- 21/07/10 Más energía para el crecimiento: ¿Hay que reconsiderar la energía nuclear?
- 25/06/10 ¿Potenciar de nuevo la construcción? ¡Es la política idiota!
- 26/05/10 El gilismo como modalidad endémica de la corrupción municipal. Bases para su caracterización
- 21/04/10 Qué se puede hacer con las decenas de miles de viviendas ilegales en el campo de la provincia de Málaga
- 23/03/10 Delitos urbanísticos y sentencias absolutorias. Sin condenas ejemplares seguirá el libre albedrío ladrillero
- 24/02/10 “Yo autoconstruyo y vosotros pagáis la legalización”. De cómo el urbanismo está en manos de los caraduras
- 29/01/10 ¿Autonomía local o patente de corso? La caza del alcalde... transgresor
- 23/12/09 Demagogia urbanística para la Axarquía
- 26/11/09 Una solución controvertida pero eficaz contra la corrupción urbanística en nuestros ayuntamientos
- 27/10/09 La falacia del turismo sostenible y la coartada del turismo residencial
- 23/09/09 Los ayuntamientos de Málaga prefieren no tener planeamiento urbanístico
- 21/07/09 Crónica de un desacato institucional: el Manifiesto del Ladrillo de la Autarquía
- 24/06/09 ¿Serán los chiringuitos de la playa otro Bien de Interés Cultural incorporado al Patrimonio Andaluz?
- 26/05/08 Una nueva perspectiva para la teoría de los derechos de los animales: el derecho a la vida
- 24/04/08 Viviendas ilegales y riesgo sísmico