La exalcaldesa de Málaga rememora su juventud: “A los 17 años me seguía subiendo a los
árboles y seguíamos tirándoles piedras a los coches”
18/06/12. Sociedad. Exalcaldesa
de Málaga, exministra de Sanidad, exeuroparlamentaria en Bruselas, actual
vicepresidenta del Congreso de los Diputados, Celia Villalobos acumula una
dilatada carrera política. No es alguien que deje indiferente. Muchas y muy
variadas han sido las declaraciones de la malagueña que han levantado polvareda
en los medios de comunicación. EL
OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com recupera en esta información algunas de las más desconocidas.
LAS declaraciones de Celia Villalobos llaman la atención en España. En Málaga no tanto porque los vecinos de la actual vicepresidenta del Congreso de los Diputados están más acostumbrados de su época de alcaldesa. Sonadas han sido la bronca a su chofer a las puertas del Congreso -“no son más tontos porque no se entrenan”- o su particular recetario cuando el mal de las vacas locas -“Le digo al ama de casa que no eche huesos de vaca cuando haga una comida, aunque ya no se venden, sino de cerdo”-. Por poner dos ejemplos de una persona que aboga por hacer “autopistas del agua (…) hay que utilizar toda el agua sin que ninguna vaya al mar”, demostrando un profundo conocimiento sobre el ciclo del líquido elemento.
PARA aquellos que como EL OBSERVADOR disfrutan de las entrevistas extensas ha resultado cuando menos divertido e instructivo leer en el libro ‘Malagueños para la historia’, en el que la exconcejala Araceli González narra al detalle el encuentro que en año 2000 tuvo con la entonces alcaldesa de la ciudad.
LA entrevista aborda la infancia de Villalobos, que recuerda su vida en el campo siendo apenas un niña: “Era un vida idílica, robando melones, sandías…” Para después pasar al trauma inicial del colegio: “Sentarme en un aula dos horas y media sin moverme del asiento. Para mi aquello era la muerte. Aquella monja enorme, la Madre Encarnación. Me parecía un especie de monstruo terrible”.
ARACELI González
describe a una niña jovial y alegre, que ya da sus primeras muestras de
rebeldía al quitarse los puchos y recortarse la larga falda que le incomodaba
para jugar al balonmano. “Parece una cosa sin importancia pero a principios de
los sesenta aquello fue… ¡una cosa!”, describe Villalobos para, unos renglones
más abajo, confesar: “Tuve algunos problemas en el colegio. Como a todas las niñas, me han echado
unas cuantas veces.” Sutil ejercicio de demagogia porque, para ser justos, no a
todas las niñas les expulsaban del colegio.
DE la pandilla llama la atención la forma de entretenerse: “Era toda una época. Era el final de mi infancia y el principio de mi adolescencia. A los 17 años nos fuimos a Eugenio Gross, fue una época en la que me seguía subiendo a los árboles y seguíamos tirándoles piedras a los coches que pasaban por el Camino de Antequera”. Es por aquellos años cuando Celia Villalobos va aclarando lo que debe ser “No tenía vocación de maestra. Las admiro muchísimo pero me falta la paciencia, la capacidad de enseñar”.
PESE a su buena relación con amigos que acabaron siendo líderes del PSOE –es conocida su postura en cuestiones como el aborto y el matrimonio civil- Villalobos elige al PP cuando todavía era Alianza Popular (AP), donde entre los años 1983 y 1986 fue responsable de Relaciones Sectoriales.
QUIZÁS uno de los hitos de su carrera más inadvertidos es su paso por el Parlamento Europeo, institución a la que acudió sin ser precisamente políglota, pero que describe como “n foro por donde todos los políticos españoles deberían pasar”. Un consejo que, por bien de las arcas estatales, esperemos que no se cumpla. ¿Qué hacía Villalobos en Bruselas? Ella misma lo aclara: “Yo defendía a Felipe González con todo el alma. Cuando se metían con el presidente del Gobierno yo salía a defenderlo ¡Cómo una leona!... Aunque después cuando llegaba a España lo criticaba”.
UN último apunte. En el año 2000, la alcaldesa se mostraba tajante sobre el estado de limpieza de la ciudad: “Hoy las calles están limpias”.
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de Málaga, exministra de Sanidad, exeuroparlamentaria en Bruselas, actual
vicepresidenta del Congreso de los Diputados, Celia Villalobos acumula una
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variadas han sido las declaraciones de la malagueña que han levantado polvareda
en los medios de comunicación. EL
OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com recupera en esta información algunas de las más desconocidas.LAS declaraciones de Celia Villalobos llaman la atención en España. En Málaga no tanto porque los vecinos de la actual vicepresidenta del Congreso de los Diputados están más acostumbrados de su época de alcaldesa. Sonadas han sido la bronca a su chofer a las puertas del Congreso -“no son más tontos porque no se entrenan”- o su particular recetario cuando el mal de las vacas locas -“Le digo al ama de casa que no eche huesos de vaca cuando haga una comida, aunque ya no se venden, sino de cerdo”-. Por poner dos ejemplos de una persona que aboga por hacer “autopistas del agua (…) hay que utilizar toda el agua sin que ninguna vaya al mar”, demostrando un profundo conocimiento sobre el ciclo del líquido elemento.
PARA aquellos que como EL OBSERVADOR disfrutan de las entrevistas extensas ha resultado cuando menos divertido e instructivo leer en el libro ‘Malagueños para la historia’, en el que la exconcejala Araceli González narra al detalle el encuentro que en año 2000 tuvo con la entonces alcaldesa de la ciudad.
LA entrevista aborda la infancia de Villalobos, que recuerda su vida en el campo siendo apenas un niña: “Era un vida idílica, robando melones, sandías…” Para después pasar al trauma inicial del colegio: “Sentarme en un aula dos horas y media sin moverme del asiento. Para mi aquello era la muerte. Aquella monja enorme, la Madre Encarnación. Me parecía un especie de monstruo terrible”.
ARACELI González
describe a una niña jovial y alegre, que ya da sus primeras muestras de
rebeldía al quitarse los puchos y recortarse la larga falda que le incomodaba
para jugar al balonmano. “Parece una cosa sin importancia pero a principios de
los sesenta aquello fue… ¡una cosa!”, describe Villalobos para, unos renglones
más abajo, confesar: “Tuve algunos problemas en el colegio. Como a todas las niñas, me han echado
unas cuantas veces.” Sutil ejercicio de demagogia porque, para ser justos, no a
todas las niñas les expulsaban del colegio.DE la pandilla llama la atención la forma de entretenerse: “Era toda una época. Era el final de mi infancia y el principio de mi adolescencia. A los 17 años nos fuimos a Eugenio Gross, fue una época en la que me seguía subiendo a los árboles y seguíamos tirándoles piedras a los coches que pasaban por el Camino de Antequera”. Es por aquellos años cuando Celia Villalobos va aclarando lo que debe ser “No tenía vocación de maestra. Las admiro muchísimo pero me falta la paciencia, la capacidad de enseñar”.
PESE a su buena relación con amigos que acabaron siendo líderes del PSOE –es conocida su postura en cuestiones como el aborto y el matrimonio civil- Villalobos elige al PP cuando todavía era Alianza Popular (AP), donde entre los años 1983 y 1986 fue responsable de Relaciones Sectoriales.
QUIZÁS uno de los hitos de su carrera más inadvertidos es su paso por el Parlamento Europeo, institución a la que acudió sin ser precisamente políglota, pero que describe como “n foro por donde todos los políticos españoles deberían pasar”. Un consejo que, por bien de las arcas estatales, esperemos que no se cumpla. ¿Qué hacía Villalobos en Bruselas? Ella misma lo aclara: “Yo defendía a Felipe González con todo el alma. Cuando se metían con el presidente del Gobierno yo salía a defenderlo ¡Cómo una leona!... Aunque después cuando llegaba a España lo criticaba”.
UN último apunte. En el año 2000, la alcaldesa se mostraba tajante sobre el estado de limpieza de la ciudad: “Hoy las calles están limpias”.
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