El solapamiento de normativas y administraciones y la rentabilidad a corto plazo ha destruido el patrimonio arquitectónico de una ciudad que vive del turismo

10/06/13. Urbanismo. Málaga no cuida su patrimonio arquitectónico. Entre 1957 y 2011 se han destruido 554 edificios históricos. El periodo democrático ha sido mucho más devastador que la dictadura en este aspecto. La semana pasada, sin ir más lejos, la Gerencia Municipal de Urbanismo permitió el derribo de otros tres inmuebles centenarios, dos de ellos revestidos de protección legal. ¿Cómo y por qué una ciudad que vive del turismo ha permitido este suicidio de su cultura y su memoria? EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, aborda en esta información las claves de la demoledora presencia de la piqueta en el casco histórico. No hay más que seguir el rastro del dinero.

EL Ayuntamiento de Málaga certifica la semana pasada la ruina de tres edificios centenarios del centro de la capital. Dos de ellos forman parte del conjunto artístico del casco histórico, ambos cuentan con protección arquitectónica, uno tiene en su fachada pinturas murales. Tras conocer la información, la portavoz de la oposición socialista, María Gámez, reclama al Consistorio que ponga freno a esta destrucción patrimonial y detenga la degradación del centro. Acusa al Instituto Municipal de la Vivienda 700 millones de euros en una década para la rehabilitación. El gobierno local del PP contraataca con una nota de prensa que dice que sus ayudas a la reforma de edificios generan 42.000 jornales.

ESTE habitual juego de información y contrainformación no se repetirá hasta el próximo derribo en el centro, que según el promedio y regularidad de demoliciones, ocurrirá antes de que finalice el año. En el minúsculo núcleo antiguo de Málaga -40 hectáreas tiene la zona intramuros medieval, la llamada almendra histórica- se han demolido 379 inmuebles históricos desde 1985. En el periodo del actual alcalde Francisco de la Torre se contabilizan más de 210 derribos. En tan solo 56 años, se ha perdido el 43,4 por ciento del parque edificatorio  de esta zona.

PARADÓJICAMENTE el centro de Málaga está calificado como un Bien de Interés Cultural (BIC) de conjunto y también está ‘asegurado’ con el PEPRI, un plan de especial protección y rehabilitación. Además, el núcleo histórico acumula mucha más inversión municipal que otros barrios de la capital. Entonces, ¿cómo y por qué la ciudad destruye su memoria, y el patrimonio arquitectónico que hace de ella un lugar atractivo para el turismo?



POR una parte resulta evidente que la legislación de conservación se solapa con la Ley del Suelo. Excepto contados inmuebles considerados Bien de Interés Cultural, por ejemplo la sede consistorial y la plaza de toros, que son prácticamente intocables, la normativa establece que cuando un tasador certifique que las obras de reparación superan la mitad del coste de reconstrucción del inmueble, esto conlleva legalmente la declaración de ruina, paso previo al derribo y la construcción de nueva planta.

PARA llegar a este punto el propietario ha dejado de invertir voluntaria o involuntariamente durante décadas en un inmueble para mantenerlo con unas mínimas condiciones de seguridad. Ha habido casos de quien no puede hacer frente a estos gastos habitando estos edificios, y ha habido quien ha forzado su ruina sin ser habitante de los mismos, inmobiliarias y empresas de la construcción que ven posibilidad de negocio. Principalmente porque la demolición abre las puertas a un aumento de edificabilidad, que puede llegar a ser de un 25 por ciento. No se conocen casos de nuevas construcciones más pequeñas que las antiguas.

TAMBIÉN resulta más lucrativa a corto plaza para el Ayuntamiento de Málaga la opción del derribo y nueva construcción. La ordenanza nº 15 de tasas por actuaciones urbanísticas establece que la demolición de un edificio histórico implica un expediente de ruina, otro de demolición y otro de nueva edificación, que son tres trámites con tasas elevadas (2,5 por ciento del presupuesto de obras, 320 euros por metro cuadrado de nueva edificación, etc.), mientras que las reformas (fachada, tabiques, etc.) típicas en una restauración, que no implican ampliación de superficie útil, tributan muchísimo menos (de 1 a 20 euros por metro cuadrado) y son un solo trámite frente a los tres anteriormente descritos. Por lo que está claro que al Ayuntamiento siempre le interesa la primera opción frente a la rehabilitación, pues ingresará por tasas muchísimo más dinero.

CLARO que esta es la visión cortoplacista. Hay otra visión contraria. Especialmente en los últimos años ha surgido un movimiento en Málaga de historiadores, arquitectos, geógrafos… que han despertado la conciencia de una ciudad que está destruyendo sus señas de identidad, y a la larga, el motor de su economía turística, aquello que resulta irremplazable. A través de foros, blogs y el uso de internet como herramienta de información, denuncia y agrupación han constituido plataformas de oposición a proyectos como la destrucción de la pensión mundial, por poner un ejemplo.