“Moreno Bonilla solo sacaría adelante unos presupuestos con VOX, siempre que claudique en cuestiones relacionadas con la violencia de género, la memoria democrática, los derechos de determinados colectivos o el despido masivo de trabajadores de las empresas públicas de la Junta”
OPINIÓN. La columna de Cristo. Por Cristóbal Fernández
Graduado en Derecho y coordinador en la FAMP
18/04/22. Opinión. El coordinador en la FAMP Cristóbal Fernández escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el probable adelanto de elecciones en Andalucía: “Se trata de aprovechar el “efecto Feijóo”, tapar la mala gestión de la sanidad pública andaluza, echar tierra sobre las negativas estadísticas de empleo, evitar las explicaciones en sede parlamentaria de los 21.000 contratos...
...de emergencia, tumbar la posibilidad de que se pueda constituir sobre esta última cuestión una comisión de investigación parlamentaria y no retrasar hasta final de año las elecciones para esquivar una hipotética coincidencia con las elecciones generales”.
A votar
Después de meses de rumores insistentes sobre la posibilidad de adelantar las elecciones autonómicas andaluzas, parece que ha llegado el momento que Moreno Bonilla estaba esperando.
Que vamos a votar el 12 o el 19 de junio, medio año antes de cuando tocan los comicios, es algo que ya casi nadie cuestiona. Otra cosa diferente son los argumentos que el presidente va a utilizar para convencer a la opinión pública de la idoneidad de la medida, teniendo en cuenta que, de momento, ni tan siquiera ha convencido a su vicepresidente, Juan Marín.
Se excusa Moreno Bonilla en que lleva gobernando meses en minoría, obviando que la exigua agenda legislativa del gobierno andaluz no se ha visto bloqueada en ningún momento.
Argumenta también el presidente, que Andalucía no puede continuar por más tiempo con un presupuesto prorrogado, olvidando que esta situación es fruto de una estrategia pactada con su socio Marín, al que grabaron en una reunión de su grupo parlamentario reconociendo que aprobar un presupuesto el último año de legislatura era estúpido.
Como continuación del argumento anterior, Moreno Bonilla habla de la necesidad de tener presupuestos aprobados para 2023, pero no explica con quién podría sacarlos adelante. Según las encuestas, que hay que tenerlas en cuenta en su justa medida, solo hay dos opciones de gobierno en Andalucía: o gobierna Moreno Bonilla con VOX en la vicepresidencia de la Junta o gobiernan el PSOE y Juan Espadas con el apoyo de otras fuerzas progresistas.
En el primero de los escenarios, Moreno Bonilla solo sacaría adelante unos presupuestos con VOX, siempre que claudique en cuestiones relacionadas con la violencia de género, la memoria democrática, los derechos de determinados colectivos o el despido masivo de trabajadores de las empresas públicas de la Junta. ¿Es este el futuro que le espera a nuestra tierra y por el que Moreno Bonilla está dispuesto a tragar para mantener el sillón?
Estos argumentos no han convencido ni tan siquiera a su dócil socio Juan Marín (al que va a dejar en evidencia una vez más), que cree que adelantar las elecciones es un error porque hay estabilidad política y una situación económica razonable. Para sostener su posición, recuerda que en el último pleno del Parlamento, el Gobierno andaluz aprobó dos leyes y dos decretos leyes y que el crecimiento económico previsto para este año en Andalucía se sitúa en el 5%.
En mi opinión, las razones de Moreno Bonilla para adelantar las elecciones a junio nada tienen que ver con los andaluces y con los intereses de nuestra comunidad. Se trata de aprovechar el “efecto Feijóo”, tapar la mala gestión de la sanidad pública andaluza, echar tierra sobre las negativas estadísticas de empleo, evitar las explicaciones en sede parlamentaria de los 21.000 contratos de emergencia, tumbar la posibilidad de que se pueda constituir sobre esta última cuestión una comisión de investigación parlamentaria y no retrasar hasta final de año las elecciones para esquivar una hipotética coincidencia con las elecciones generales que, de producirse, podrían modificar el comportamiento electoral de los andaluces, comenzando por una participación mayor, lo que teóricamente beneficiaría a las fuerzas políticas de izquierdas.
No me voy a equivocar y los andaluces vamos a votar en junio para salir de dudas. ¿Se ha vuelto esta tierra de derechas o por el contrario sigue habiendo un voto mayoritariamente progresista? La solución a esta pregunta la tendremos el 12 o el 19 de junio.
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