“Recordemos qué en España, hasta la aprobación de la ley 14/1975 del 2 de mayo, las mujeres no podían abrir una cuenta bancaria, tener una casa en propiedad ni abrir un negocio sin el permiso de su marido, padre o tutor, aunque fuese mayor de edad”

Cocina vegetal

Por Dela Uvedoble. Escritora


08/03/22. Opinión. La conocida escritora malagueña Dela Uvedoble comparte con los lectores de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com una gran reflexión sobre el feminismo utilizando la cocina como excusa y realidad: “Ninguna estancia del hogar está tan ligada a lo femenino como la cocina. Relegada a ella históricamente, las mujeres hicimos de esta un feudo propio...

...“Entre pucheros también anda Dios” dijo una santa que no guisaba, pero escribía tras experimentar éxtasis místicos. Quizás de ellos le viniera la inspiración”.

Día Internacional de la Mujer 8 de marzo de 2022.
Cocina en paridad

Hoy cuelgo el delantal para cumplir con la huelga feminista. Entiendo que veganismo y feminismo deben ir unidos pues ambos tratan de abolir las discriminaciones, por eso, para escribir mis cuentos y recetas siempre utilizo tinta morada.



“Una habitación propia”

Veinte años atrás mi familia y yo construimos la que hoy es nuestra casa. Bregué durante diecisiete largos meses con albañiles y montadores mientras lecheaba azulejos sin perder de vista a mis chiquillos para que no se descalabraran. No olvidaré nunca lo que me dijeron los dos tipos que encastraban los muebles de cocina:

Ellos: Señora, esta cocina es demasiáo chica.
Yo: No necesito más. (Es diminuta porque rasqué centímetros de aquí y de allá al solar para procurarme “una biblioteca”, aunque eso no se lo dije a los maromos).
Ellos: Carcajadas) y sentencia: A las muhere hay que hacerles las cocinas mú grandes pá que estén entretenías. Carcajadas.

Callé debido al agotamiento, solo supe ponerles cara de palo. Me dieron ganas de llorar y agradecí que los niños no los oyeran. Jugaban a los transportistas con un montón de arena. La ponían en un camioncito que arrastraban con una cuerda hasta llegar a un punto de descarga y vuelta a empezar. Eran niño y niña, hoy un hombre y una mujer, que han estudiado, conducen, ponen la mesa, guisan y friegan el suelo sin que su género les estorbe o favorezca para hacer nada de esto.



Un poquito de historia

Ninguna estancia del hogar está tan ligada a lo femenino como la cocina. Relegada a ella históricamente, las mujeres hicimos de esta un feudo propio. “Entre pucheros también anda Dios” dijo una santa que no guisaba, pero escribía tras experimentar éxtasis místicos. Quizás de ellos le viniera la inspiración. Las hermanas Brontë engendraron sus novelas inmortales robándole tiempo a las tareas del hogar y al sueño, fingiendo que escribían a los parientes para que el cabeza de familia no les riñera por el extra gastado en aceite del quinqué. Estudiaban alemán mientras batían la mezcla del pudding. Anne escribió el primer libro feminista de la historia: “La inquilina de Wildfell Hall”, Charlotte fue la autora de “Jane Eyre” y Emily de “Cumbres borrascosas”, considerada en su tiempo casi pornográfica y aún hoy atribuida por algunos al único Brontë varón, Branwell, que a pesar de ser muy culto no dejó nada escrito que fuera digno de conservarse.


Las Brontë, escritoras en medio del siglo XIX


“Las observadoras”

Ya en la prehistoria aprendimos a reconocer las distintas propiedades de las plantas y los frutos. Sabíamos, a fuerza de estudiar los ciclos de la naturaleza, qué comer en cada temporada y por supuesto, como condimentarlo. Inventamos la agricultura y con ella el sedentarismo, es decir, el hogar. Es imposible saber la época exacta en la que se empezó a cocinar. Los primeros alimentos transformados por el fuego fueron asados. En Mesopotamia, unos 7000 años a. C las mujeres aburridas se entretuvieron con el barro, dando lugar a las primeras vasijas y (para desesperación de Mafalda) a LA SOPA. Nosotras domesticamos a los animales pequeños. Los hombres salían a cazar y tardaban días en volver y mientras había que comer. Hago un inciso para decir que existieron mujeres cazadoras y guerreras. Esqueletos que se habían atribuido a varones, solo por el hecho de ser encontrados junto a sus armas, resultaron ser femeninos. Este descubrimiento lo debemos al avance de las técnicas para identificar el ADN.

De cocinera por obligación pasamos a brujas por devoción. La luna, que rige los ciclos femeninos y las mareas, también manda en la forma en que crecen los cultivos. Afligidas por la maldición del parto, buscamos hierbas y remedios que alejaran la muerte del lecho de la parturienta, beneficiarán la concepción, acrecentaran la producción de leche o diluyeran el embarazo no deseado. Fuimos los primeros médicos, entonces llamadas chamanas y curanderas.


Con lupa

En España hay casi doscientos restaurantes con Estrella Michelin y SOLO DIECIOCHO tienen a una mujer como cabeza de equipo. Y es que cuando guisar se trata de un negocio sí es, tal como decía aquel vergonzoso anuncio de coñac, “cosa de hombres”.


Hasta el siglo XIX no aparece ninguna mujer que firme un libro de cocina. Guisa en su casa o sirviendo en ajenas, pero socialmente no existe.

Si retrocedemos dos mil años a. C. encontramos esculpido en el famoso código de Hammurabi los derechos y deberes de la mujer resumidos en ser: esposa, esclava, sacerdotisa o tabernera (casi sinónimo de prostituta), este era su único “trabajo en hostelería”.

Código de Hammurabi, museo del Louvre

Liberté, égalité e fraternité

Tras la revolución francesa se empiezan a popularizar los libros de recetas y su lema facilita a las féminas figurar en ellos. En España se hace famosa la cocinera de Carlos III, Francisca Sánchez, reconocida y remunerada, pero es una excepción.


La gran literata Emilia Pardo Bazán (1851-1921) escribió dos libros de recetas: “La cocina española antigua” (1913) y “La cocina española moderna” (1917). Aunque vuelvo a reiterar lo de “excepción” y que la autora, que no era cocinera sino cocinillas, debió haber compartido el mérito con su sirvienta.


La primera mujer que consiguió los codiciados astros del muñeco hinchón fue la francesa Eugènie Brazier (1895-1977), nada menos que tres estrellas y dos veces consecutivas.

La también gala Marie Burgeois tuvo el privilegio de ser premiada por el “Club des Cents” (formado únicamente por hombres) consiguiendo tres estrellas. Estas dos mujeres dieron fama gastronómica a la región de Lyon y se las conoce como “mères Lyionaisses”.


En España sería la vasca Nicolasa Pradera (1873-1959) quien abriría su propio restaurante en 1912, dejando una recopilación de sus recetas en un libro de referencia para los fogones vascos. Llegaría a regentar hasta tres establecimientos.

*Recordemos qué en España, hasta la aprobación de la ley 14/1975 del 2 de mayo, las mujeres no podían abrir una cuenta bancaria, tener una casa en propiedad ni abrir un negocio sin el permiso de su marido, padre o tutor, aunque fuese mayor de edad.



Hacia la igualdad por la educación

En la actualidad el alumnado de las escuelas de cocina se reparte por igual entre ambos géneros. Aun así, solo el 7% de los restaurantes de alto nivel están bajo el mando de una chef.

Carmen Ruscadella, Begoña Rodrigo, Elena Arzak, Maca de Castro, Fina Puigdevall, Elena Lucas, Esther Manzano, María José San Román, Lucía Freitas, Pepa Muñoz son nombres de mujer que están llevando la gastronomía española por el mundo.


Las chefs veganas tampoco son mancas:
Virginia García (Creativegan), Aida Lídice (Begin, Vegan, Begun), Gloria Carrión (La Gloria vegana), Prabhu Sukh, Toni Rodríguez, Nicole Just que es nieta de un carnicero y que a sus 27 años es dueña de un restaurante, bloguera, tiene un programa en la televisión argentina y más de seiscientas recetas publicadas.

Mención aparte recibe Jeong Kwan, una monja budista que nos enseña a salvar el planeta con su comida, basándose en técnicas ancestrales de respeto a la naturaleza.


Ama de casa, profesión no reconocida

Pongamos que comemos siempre en el mismo restaurante y que nunca cambian la carta, sería tan monótono que buscaríamos otro. La mujer que cocina para los suyos es una empresaria responsable que se renueva para ofrecer dos comidas diarias apetecibles, sanas, estirando un jornal, ocupándose a la vez de todas las demás tareas de la casa, educando a los hijos, cuidando a los mayores. Y si trabaja fuera, además, debe pagar a otra mujer para que la sustituya en sus labores (rara vez veremos a un varón kely*). O contar con la ayuda de madre o suegra. Ingresar en el mercado laboral es más complicado para el sexo femenino, quizás por eso tenemos máster en dar sopas con onda.

Por todo esto, decir qué si paramos nosotras se para el mundo, no es una metáfora.

*Kely= las que limpian= que+li, otro trabajo desprestigiado.

Puede ver aquí anteriores recetas de Dela Uvedoble.