“El agua caída es la justa para que podamos hacer lo de siempre, posponer las soluciones a la sequía, un par de años más, no hablaremos de soluciones”

OPINIÓN. La arquitectura del turista. Por Luis Callejón
Arquitecto


03/04/24. Opinión. El arquitecto y experto en turismo Luis Callejón escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com un artículo sobre el tren litoral hasta Marbella: “En vez de proponer soluciones a posibles problemas, lo único que hacen nuestros políticos es subrayar el posible obstáculo para evitar invertir en una infraestructura demandada desde hace siglos para una población de...

...más de 150.000 habitantes, siendo hoy en día el único municipio con tantos habitantes que no dispone de dicha infraestructura”.

Demasiadas paradas, como la burocracia

Nos recuperamos de una semana de poca cera y mucha agua, donde las previsiones de ocupación de los hoteleros y los hosteleros, no ha sido la esperada. Las nubes han ocultado la fuente de esta tierra, el Sol, y en consecuencia las reservas de última hora no han visto la luz, es más, muchos adelantaron su salida para no tener que soportar las carreteras llenas de vehículos que regresan a casa.


El agua caída es la justa para que podamos hacer lo de siempre, posponer las soluciones a la sequía, un par de años más, no hablaremos de soluciones, solo hablaremos hasta cuando tenemos agua, y si podemos decir que hasta finales de 2025 tendríamos agua, ya no hay problema. Afortunadamente estas lluvias han calmado los ánimos de algunos ciudadanos que consideran, no sin razón, que para el turista si hay agua y para el residente no. Estas son las actuaciones que dan comienzo a la turismofobia, discriminar a una parte de la sociedad por otra nunca ha sido sostenible. Aunque ya los romanos practicaban el divide y vencerás, esta no es la fórmula para fomentar la industria principal de la Costa del Sol, el turismo, que se basa en la convivencia.

En la misma línea de la insostenibilidad, están las declaraciones del ministro de Transporte, el cual afirma que no hay un solo papel sobre el tren litoral. No se dónde ha buscado este buen señor, porque si sobra algo son papeles y estudios sobre los posibles trazados desde que en 1870 se aprobaban los planes generales de líneas de ferrocarril, donde Málaga y Algeciras se unían por vía férrea. Lástima que las obras empezaran en 1912 y no fuésemos capaces de finalizarlas, quedándose el final de vía en Fuengirola.

Buscando una posible justificación a las palabras del ministro, podría ser que como las comunicaciones entre consejerías es difícil, pues ya entre comunidades autónomas y Gobierno central, son nulas, porque decir que no hay un solo papel, me parece muy arriesgado.

La situación no acaba aquí, ya que nuestro ministro utiliza una versión anticuada de esos “no papeles” sobre la línea hasta Marbella, considerando que todas las paradas que se plantean propiciarían el uso de vehículo propio, tal y como ocurre ahora, la similitud con la burocracia administrativa es brutal, ya que las paradas que hay que hacer para conseguir un trámite hacen que sea insostenible. En vez de proponer soluciones a posibles problemas, lo único que hacen nuestros políticos es subrayar el posible obstáculo para evitar invertir en una infraestructura demandada desde hace siglos para una población de más de 150.000 habitantes, siendo hoy en día el único municipio con tantos habitantes que no dispone de dicha infraestructura.


El tren no sería rentable, esta es la afirmación más arriesgada que he escuchado últimamente, ya que cuando algo no es rentable o la inversión que requiere no produciría el retorno esperado, en el mundo privado se suele o cambiar los usos o vender. Me gusta más la segunda opción, porque entiendo que el que compra, analiza y estudia posibilidades de mejora para rentabilizar en el mínimo periodo de tiempo su inversión. Por ello esa afirmación podría dar lugar a la venta de esa línea, ya que, si no piensa invertir, dar la posibilidad a que otros inviertan es una de las soluciones. Y aquí es donde podríamos hacer que todos los beneficiados por el turismo interviniesen en el desarrollo de infraestructuras sostenibles, entendiendo por beneficiados los turistas, empresarios del sector, habitantes, etc. ya que todos ganamos haciendo sostenible el destino, ciudadanos y visitantes, trabajadores y empresarios.

Me suelo identificar dentro del grupo de empresarios contrarios a la tasa turística, pero aclaremos a que soy contrario, a tasas recaudadas por la administración y donde el uso está por definir, o definido en actuaciones de interés político y no ciudadano. Si soy partidario de la colaboración ciudadana, y para mi un ciudadano es aquel que visita, disfruta y/o vive la ciudad, en larga temporada o en corta, es decir los que nos visitan son ciudadanos durante el periodo que nos acompañan, usan medios de transporte, consumen, etc. por lo que pedir aportaciones para determinadas infraestructuras que nos interesan y benefician a los locales, es otra cosa. Si, es necesaria la colaboración publico privada, para evitar el despiste de lo público, derivando los fondos obtenidos para un fin de busca de votos.

Dicha colaboración podría ser sin ánimo de lucro, es decir, aquello que se recoge se invierte, en actuaciones que beneficien a los habitantes y los visitantes, como puede ser desaladoras, tren, playas y litoral, desarrollo de zonas de interior con comunicaciones sostenibles, etc. Casualmente quien responde a este modelo es una Fundación, en Málaga hay unas pocas que disponen de recursos y medios, que con un pequeño giro podrían asumir la estrategia y el desarrollo del territorio, empezando por comprar esas línea de tren “deficitaria”, según el ministro, y hagamos realidad la demanda de décadas, tener el tren de cercanías de la Costa del Sol, desde Nerja a Manilva.

Lo más triste de todo esto, es que no dejan de ser pajas mentales que me hago pensando en que podría ser diferente para un beneficio común, y así, evitar conceptos como la turismofobia, parece que es más fácil subrayar lo negativo para evitar así posibles inversiones en infraestructuras sostenibles que escuchar la demanda de ciudadanos y alcaldes de todos los colores. Eso sí, seguiremos escuchando a boca llena, que somos un destino sostenible.

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