La de cal: “Desde luego, y gracias al impecable montaje y estructura del documental, el espectador de «Vosotros sois mi película» no tendrá más remedio que preguntarse qué es lo que le ofrecen y cómo cuando le sientan en una butaca (sea en una sala de cine o en el salón de su casa)”

La de arena: “
Parece absurdo que, a casi un cuarto del XXI, todavía la ciudadanía tenga que seguir reivindicando su derecho a vivir en una ciudad, Málaga, más sana, más humana. Probablemente desde el privilegiado espacio de la Casona del Parque, estas cuestiones no se vean tan necesarias”

OPINIÓN. Cuestiones circenses
Por Javier Cuenca. Periodista

01/04/21.
 Opinión. Cultura. Javier Cuenca, periodista (principalmente de cultura) y escritor esporádico, que en la actualidad compagina tareas como crítico de cine y mantiene la web www.oxigenarte.info (AQUÍ), en su colaboración semanal con la revista EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, escribe sobre la cinta ‘Vosotros sois mi película’, del director Carlo Padial, y ‘Caminos hacia lo humano’, sobre la...

...degradación a la que empujan a la capital de la Costa del Sol.

‘Vosotros sois mi película', de Carlo Padial


https://www.youtube.com/watch?v=pL7FlVTGlgE

Recién terminada la vigésimo quinta edición del Festival de Málaga, y con los números de la edición reflejando la parte menos lírica del evento en los medios de comunicación, me viene al recuerdo una película que fue toda una «bofetada» a una realidad que camina pareja al propio producto artístico cinematográfico (cuando no a todo lo que se resuelve tras las pantallas principal y presuntamente informativas).


Un ejemplo de cómo el arte de la manipulación y la obsesión del público (más bien, en este caso, de fenómeno fans) por las propia cifras, deja en «tela de juicio» la calidad del propio producto.

«Vosotros sois mi película» es una reflexión fresca y profunda de la realidad sociológica que mueve a todos los ámbitos del mundo de la comunicación, donde se encuentran integrados los medios llamemos clásicos (televisión, radio, rotativos y/o publicaciones especializadas), los comunicadores acontecidos desde las nuevas tecnologías (especialmente en el mundo Internet) e incluso el propio cine (tan ensimismado en su apodo como «séptimo arte»).


Tras la performance impactante que supuso la presentación en el Festival de Sitges de la película del youtuber Wismichu (Ismael Prego) bajo el título «Bocadillo», que no era más que un interminable bucle donde un vegano pide un bocadillo vegetal a un camarero que no alcanza a entenderle con precisión repitiéndose el desencuentro hasta la saciedad, se dispararon las alarmas en las que los doctos cinéfilos creían ver un insulto en esta realización, los snobs la miraban con extrañeza y el público en general se mostraba despistado cuando no irascible o aturdido.

El documental «Vosotros sois mi película», donde participa todo el elenco de la «broma» del bocadillo con Luís de Val y Adrián Peña como productores ejecutivos y el propio Ismael Prego como guionista, además de conseguir una impecable factura como producto cinematográfico -y repetir de alguna manera algún que otro ejemplo minimalista de otras producciones- muestra el devenir de teorías que ya expresaban los «situacionistas» franceses en el 68, donde tras el libro ‘La sociedad del espectáculo’ de Guy Debord, señalaban la deriva de lo informativo hacia lo meramente espectacular y donde el espectador es sólo una marioneta a la que únicamente se le permite el sueño de una realidad impuesta. No obstante, como señala el propio Prego en la cinta, es también una alegoría del mito de la caverna platónica, donde los encerrados en la cueva no pueden ni quieren admitir lo que ocurre en el exterior.


Hipnotizados por la cifras de seguidores que manejan los youtuber (en el caso de Wismichu la nada desdeñable de 8,3 millones de suscriptores en todo el mundo), medios de comunicación, productores, distribuidores y los propios espectadores fueron «encandilados» tras una pulcra operación de marketing, «tragándose» aquella especie de broma del bocadillo que suscitó a partes iguales el enojo de la industria o el aplauso de sus incondicionales.

Desde luego, y gracias al impecable montaje y estructura del documental, el espectador de «Vosotros sois mi película» no tendrá más remedio que preguntarse qué es lo que le ofrecen y cómo cuando le sientan en una butaca (sea en una sala de cine o en el salón de su casa). Será consciente por un momento de esa apatía que permite la manipulación de la realidad (en plena época de las fake news, tan de uso político) como la mejor de las armas para adocenarles y manipularles sin limitación, tal y como ya han señalado en repetidas ocasiones pensadores y estudiosos del tema como Noam Chomsky y como acredita el resultado de este experimento mediático.


Los asistentes en Sitges se tragaron una repetitiva secuencia que, al menos, produjo desconcierto, como muy bien queda reflejado en el documental de Carlos Padial, y «Bocadillo» no volvió a volver a la escena nunca más porque solo era eso: un lúcido experimento sobre la obsesión fanática que pretende avalar una gran cifra de seguidores (que, porqué no, también puede ser manipulada).

«Vosotros sois mi película» se presentó entonces en el Festival de Málaga y llegó a diferentes salas de forma limitada ese mismo mes, en algunos lugares con la presencia del propio Wismichu, además de Flooxer, la plataforma de contenido digital de Atresmedia.

Ahora que se aproximan campañas electorales (en realidad todo y siempre es una campaña electoral matizada por las diversas noticias escogidas por los propios medios de comunicación que controlan cada uno de los trust que sujetan a los políticos), es buen momento para buscar y repasar el contenido de la cinta -no de «Bocadillo», que era el producto final, sino de «Vosotros sois mi película»- porque este documental están caricaturizados los elementos que producen los monstruos de las «verdades» de esta sociedad del espectáculo.

Caminos hacia lo humano

No son pocos los ejemplos de desmesura y falta de atención de las instituciones sobre nuestro entorno físico, natural, del medio ambiente donde nos movemos a diario y que viene deteriorándose desde hace muchas décadas en favor de un «progreso» que solo beneficia a una élite de la sociedad y que, por el contrario perjudica notablemente la vida de quienes tienen menos recursos y necesitan vivir hacinados en parcelas ciudadanas insalubres y abandonadas. Sí, ya sé que puede parecer demagógico por lo repetitivo, pero no por esa apariencia deja de ser más real, más insultante la continuada dejación de estos últimos lugares y la continuada estrategia del «puedo prometer y prometo» que se queda en los titulares de los medios de comunicación.



La «Movilización climática global», convocada por Friday for Future Málaga junto con la Alianza Malagueña por la Emergencia Climática y Ecológica -cuya información recogió EL OBSERVADOR - recorrió la ciudad bajo el lema «Vida contra el capital», éste especialmente sordo cuando de cuestiones que dificultan su expansionismo devorador urbano se refiere.

Dos marchas, una a pie que salió desde el Bosque Urbano de Málaga y otra en bici desde El Palo, que fueron a converger en la Plaza de la Marina para reivindicar, al menos, cuatro importantes cuestiones que afectan a la propia vida ciudadana, como son ejecución de las siempre prometidas en campaña electoral zonas verdes; la necesidad de crear espacios saludables sin contaminación; una movilidad sostenible; y ámbitos reales y operativos para la participación ciudadana, tan manipulada desde los consistorios.


Málaga, como una buena parte de las capitales que superan el medio millón de habitantes y caen en manos de la huestes políticas reaccionarias que promueven las oligarquías financieras, es un buen ejemplo de este deterioro que va desde lo participativo, lo cultural, lo medioambiental a la misma supervivencia de los sectores más empobrecidos, siempre bajo la «espada de Damocles» de un urbanismo devastador y el monocultivo económico de un turismo arrasador que no ofrece otra perspectiva.

Mientras tanto -y gracias a las política de un Ayuntamiento valedor de las hormigoneras- los vecinos de El Palo y de La Cala del Moral siguen sufriendo con la cementera-incineradora, con los gases que emite, con la polución que genera problemas de salud; una ciudad que -incomprensiblemente tanto por su clima como por la carísima dependencia energética de los combustibles- sigue dando prioridad a los vehículos de motor de combustión, mostrándose sin capacidad para regular y dar espacio al uso de bicicletas, o medios alternativos. O, finalmente, como reflejaban los manifestantes sobre lugares de participación social y cultural como la Casa Invisible; «abogamos por espacios que no solo fomenten la economía y el turismo, sino también la expresión, el arte, la participación, el compartir, reunirse» explicaban los convocantes.


Parece absurdo que, a casi un cuarto del XXI, todavía la ciudadanía tenga que seguir reivindicando su derecho a vivir en una ciudad más sana, más humana. Probablemente desde el privilegiado espacio de la Casona del Parque, estas cuestiones no se vean tan necesarias o, al menos, prioritarias si su resolución afecta al siempre potente empresariado del ladrillo que rige los designios del «progreso» de aquí, tan proclive a hacer oídos sordos.

Escucharemos y veremos las múltiples promesas que nuevas campañas políticas dejarán a través de la «caja tonta», los rotativos y las radios, como también veremos que, una vez pasada la contienda electoral, todo vuelve a lo mismo. En manos de la «memoria colectiva» está ir reponiendo este desaguisado, y que ésta vuelque en las urnas nuevas perspectivas que permitan un camino hacia lo humano.

Puede leer AQUÍ otros artículos de Javier Cuenca.