La de cal: “Los personajes de Ballús descubren ese despropósito avasallador que lo «turístico» aplica a todo cuanto se encuentra a su paso, y que está salvaguardado por el sacrosanto dogma del «mercado»”

La de arena: “A
l norte los machos belicistas que bloquean calles, hábitos y «vivires» en pro de una seguridad que vulneran a base de armamento y decisiones armadas. Solo a los turistas les han pedido excusas las televisiones patrias por el desaguisado de una operación de marketing belicista


OPINIÓN. Cuestiones circenses
Por Javier Cuenca. Periodista


01/07/22.
 Opinión. Cultura. Javier Cuenca, periodista (principalmente de cultura) y escritor esporádico, que en la actualidad compagina tareas como crítico de cine y mantiene la web www.oxigenarte.info (AQUÍ), en su colaboración semanal con la revista EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, escribe sobre el largometraje ‘El viaje de Marta’ (Staff Only), de Neus Ballús, que es la de ‘cal’; y ‘El norte, el sur y...

...las armas’, un texto sobre la reunión de la OTAN en Madrid, que es la de ‘arena’.

«El viaje de Marta» (Staff Only), de Neus Ballús


https://www.youtube.com/watch?v=HCrcUHsTPlw

Neus Ballús (guionista con Pau Subirós y director de «El viaje de Marta») se sirve del buen entente actoral entre Elena Andrada y Sergi López -acompañados por Ian Samsó, Madeleine C. Ndong, Diomaye Augustin Ngom- para adentrarse sin histrionismo ni de manera dogmática en una realidad -puesta en cuestión por sus estragos- que ofrece a la humanidad el ya poco edificante espectáculo del turismo.

Afortunadamente lo hace a través con un instrumento que la inteligencia usa para rescatar esa propia crítica de la incomodidad que supone desnudar lo establecido colectivamente, como es la ironía.


Los personajes de Ballús descubren ese despropósito avasallador que lo «turístico» aplica a todo cuanto se encuentra a su paso, y que está salvaguardado por el sacrosanto dogma del «mercado». Una realidad que es tanto más vulnerable en países cuyos recursos apenas pertenecen a su moradores, y que su status post-colonial se ha quedado grabado a «sangre y fuego» a través de una desigualdad impuesta de antemano por el propio colonialismo.

Ahora, en el mundo de la opulencia y la hiper información, los resort (esa especie de mundo al margen de su ubicación geográfica y social, para solaz de una clase media -alta o endeudada para ello- que le molesta tener escrúpulos sobre cuanto le rodea si no puede ser fotografiado sin peligro) se convierten en destino atractivo para las mujeres y hombres «cansados de estar cansados» y que, a poco que abriesen los ojos, descubrirán que el sistema opulento de donde vienen sigue explotando a esos otros países más débiles económicamente en el índice bursátil, abocados a esas desigualdades que produce su llamado «primer mundo».


No obstante, la cinta de Ballús se mueve, también, por la trama interior de esos personajes. La barbarie turística que hay de fondo no pueden por menos que superar paralelamente las contradicciones humanas del propio turismo que la consume y produce y practica. Su efecto en los personajes de la cinta es sólo el escaparate de la complejidad de unas relaciones mal desarrolladas.

Ballús consigue que su actores hagan un doble recorrido entre ambas realidades. Avasalladas, tal vez, por la necesidad de que los propios protagonistas -a través del encuentro en lo exterior y en lo interior que proporciona el hecho del viaje- se den respuestas.


Sobre el propio escenario y situación de la trama de la cinta, en una entrevista realizada al director decía que «nuestras experiencias turísticas están totalmente construidas por las imágenes que tomamos todo el tiempo».

Casi como seres ajenos y mediatizados por aquello que queremos encontrar para satisfacer nuestros vacíos nos creemos esa realidad: pero ésta es otra cosa.


Una película -calificada como drama- (coproducción España-Francia) bien hilvanada, que cruza perspectivas y realidades distintas: las de los que operan con y para lo turístico y las de quienes se ven afectados por esta dinámica. Todo macerado con una historia íntima paterno filial que, como todas ellas, tiene una compleja lista de desencuentros.

El norte, el sur y las armas

Al norte… al norte los machos belicistas que bloquean calles, hábitos y «vivires» en pro de una seguridad que vulneran a base de armamento y decisiones armadas. Solo a los turistas les han pedido excusas las televisiones patrias por el desaguisado de una operación de marketing belicista, y solo a los seguidores del dirigente ucraniano les han permitido manifestarse en la reunión de aquel Tratado del Atlántico Norte (OTAN) que construyeron para controlar una Europa que, a partir de ese momento, sería su coto privado de amenazas, cuando no estaba el aparato yanqui destrozando algún país en otros lares.



Al norte, las «señoras» de los mandamases visitando museos que cierran a la ciudadanía, mientras ellos hablan de «sus cosas» con una corte de plebeyos perfectamente armados a su rededor. Desde luego una perspectiva poco feminista, si se me permite (y si no también).


Al sur… al sur los otros machos cruentos que amparan aquellos del norte, matando salvajemente a quienes no quieren seguir malviviendo en sus políticas de agravio a la solidaridad y a la propia vida humana.


Al sur un monarca -amigo del monarca del norte inmediato- ordenando a sus pistoleros abrir fuego contra los que huyen del hambre y la miseria. Cadáveres amontonados bajo la mirada ausente de los norteños que manejan armas y mercados; esos mismos que van a misa para redimirse de unos pecados que ningún dios (si existiera) debería perdonar.


En medio… en medio una franja que fue rica en arte y conocimientos que ahora se ve «controlada» por quienes creen que los belicosos reyes del XV son su punto de partida; su imagen y semejanza mientras sus socios bastardos con cruz gamada apenas conocen los pormenores de una Historia que alimentó culturalmente el propio Mediterráneo.

Así estamos, no hay mucho más que decir ante este desamparo de la justicia frente al avasallamiento de lo humano.

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