“Sin lugar a dudas, a quien más duramente ha golpeado la pandemia del COVID-19 ha sido a nuestros mayores. Este hecho ha puesto de manifiesto que es el momento de buscar alternativas a las residencias de ancianos, mayores y personas dependientes"
OPINIÓN. Enredada con Iniciativa. Por María José Torres Gómez
Coportavoz de Iniciativa del Pueblo Andaluz (IdPA). Psicóloga sanitaria
11/05/22. Opinión. María José Torres Gómez, técnica de inserción laboral y coportavoz de Iniciativa del Pueblo Andaluz (IdPA), escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre como deberían ser las residencias para personas mayores: “Lugares donde se planteen objetivos de vida. Lugares donde se puedan desarrollar proyectos adaptados a las necesidades de cada persona...
...Un espacio donde puedan decidir pasear en cualquier momento, visitar a sus familiares, si así lo desean y planificar unas vacaciones tanto de forma individual como grupal”.
Otra forma de vivir. ¿Lugares para morir?
Sin lugar a dudas, a quien más duramente ha golpeado la pandemia del COVID-19 ha sido a nuestros mayores. Este hecho ha puesto de manifiesto que es el momento de buscar alternativas a las residencias de ancianos, mayores y personas dependientes.
A causa de la pandemia, todos hemos tenido que estar en cuarentena, y hemos experimentado en primera persona las consecuencias de vivir encerrados en un espacio reducido, sin acceso al exterior, adaptándonos a unos horarios y circunstancias ajenas a nosotros mismos.
Estas vivencias nos han hecho darnos cuenta de la necesidad que tenemos de los espacios abiertos y, sobre todo, de lo que significa la falta de contacto social: no olvidemos que los humanos somos animales sociales.
Por eso es fundamental que la sociedad y las diferentes administraciones se planteen modelos alternativos al modelo actual de asistencia a nosotras mismas cuando nos hacemos mayores.
El siglo XXI empezó bastante bien para nuestra propia calidad de vida. La misma en la vejez estaba aumentando a pasos de gigante. Entre otras razones porque, después de muchos esfuerzos políticos desde el ámbito progresista, se había puesto en este país la legislación que regula la protección de la situación de dependencia de los más mayores. Pero de repente, dejando de lado el abandono sigiloso que hacen las opciones neoliberales, la situación dio un vuelco. Entro en nuestra vida el COVID-19. También convivimos con un sistema capitalista que mercantiliza nuestra vida con números.
Vamos de visita
Si visitáis una residencia de mayores, aparecerá muy limpia y pulcra. Algunas con jardines. Normalmente, habitaciones anodinas… En ellas se percibe la tristeza, las miradas perdidas, aunque no haya demencias. Y se percibe, sobre todo, la soledad y la desubicación. Los ancianos están fuera de su entorno, amigos y familia.
Las administraciones públicas no pueden desentenderse de sus obligaciones y dar las concesiones públicas a grandes corporaciones cuya prioridad está claro que no es, precisamente, el tema de los cuidados y atención a sus usuarios, sino la rentabilidad del negocio, del propio.
Creemos que es fundamental hacer ver que la solución está en que sean organismos públicos los que se encarguen de las necesidades de estas personas mayores.
Los ayuntamientos, las comunidades o el Gobierno central carecen de una política clara de vivienda enfocada a la tercera edad. Las personas mayores demandan alternativas a quedarse solos en casa o trasladarse a una residencia de la tercera edad.
Alternativas adaptadas al envejecimiento de nuestros mayores.
- Atención domiciliaria integral: cuando hablamos con nuestros mayores, siempre nos dan la misma respuesta: que les gustaría envejecer en su casa. Por eso prensamos que esta es una de las alternativas más viables a las residencias de la tercera edad. Para que este sistema funcione es necesario que participen todos y cada uno de los actores: familias, servicios sociales, atención primaria, el sector del empleo del hogar, el voluntariado, las iniciativas de participación comunitaria, etc. Para ello es necesario utilizar todos los recursos públicos y privados de forma coordinada. Este modelo, además, abarata los costes desorbitados de las residencias.
- Viviendas colaborativas o cohosing: Esta iniciativa popular se ha adelantado a las administraciones públicas y ahora mismo carece de marco regulador. Necesita el apoyo de las administraciones públicas, del IMSERSO y de las comunidades. Estas comunidades están agrupadas en torno a un espacio compartido, con casas privadas pero agrupadas en torno a espacios comunitarios, como son una gran cocina, comedor, lavandería, sala de juegos, talleres, sala de televisión, gimnasio, etc. Todo esto es autogestionado por la comunidad de convivientes y la propiedad está en régimen de condominio o mediante cooperativas. Está claro que priman las relaciones sociales entre los residentes y, por supuesto, las instalaciones están adaptadas a las necesidades de los residentes. Este tipo de viviendas aportan una serie de beneficios como:
-Tienen un precio asequible, son sostenibles, no necesitan de hipoteca, son más baratas que el alquiler, evitan el aislamiento social.
-Pero también tienen inconvenientes: requieren un perfil similar de los vecinos, falta de financiación, tiempos de realización y los proyectos disponibles son escasos. - Viviendas Intergeneracionales: este tipo de viviendas surgieron en algunos países europeos entre personas de 50 a 60 años que buscaban una alternativa a las residencias tradicionales de ancianos. Es una forma de evitar los inconvenientes de vivir solo en casa o convivir con personas de la misma franja de edad.
En este tipo de comunidades conviven personas de diferentes edades, ya sea en una misma vivienda, bloques o edificios. En ellas hay un espacio particular para la intimidad y coexisten zonas comunes como patios, jardines, salas de reuniones, etc.
Hay estudios científicos que avalan este tipo de comunidades, ya que mejoran el estado de salud general de las personas mayores. Pero también son propensas a establecer nexos de ayuda mutua entre jóvenes y mayores, aumentando estos últimos su sensación de utilidad y seguridad. Además, brindan a los mayores un rol social ajustado a sus diferentes y heterogéneos perfiles, poniendo en valor sus fortalezas, capacidades y aportaciones.
- Dementia Village. Por último, me gustaría hablar de un proyecto distinto. Distinto, al igual que sus propios residentes. Pero no por ello deja de ser una excelente alternativa a las residencias de ancianos. Dementia Village es una aldea para personas con demencias situada en Weesp, a las afueras de la ciudad holandesa de Amsterdam. En este pueblo, sus residentes (la mayoría de ellos personas mayores con demencia) viven aparentemente su propia vida, aunque, en realidad, se trata de un centro de atención que está supervisado las 24 horas por personal sanitario especializado.
Por lo tanto, abogo por otro tipo de políticas de envejecimiento. Está claro que todos y todas llegaremos a esta etapa. Tendremos, pues, que buscar alternativas a las actuales residencias para dejar de ver esas miradas perdidas y esa tristeza que se encuentra cuando entras en uno de estos centros totalmente cerrados al exterior.
El final
Está claro que estamos hablando de nosotras mismas como personas. Nuestros mayores son nuestros hijos en el día que crezcan.
Estamos obligados a atender desde lo público el derecho a la salud, a la dignidad y a la no discriminación entre las personas. Cómo vivir los últimos años de nuestra vida está en nuestras manos, depende de las decisiones que tomemos hoy, del modelo que elijamos gracias al estado social y democrático de derecho en el que vivimos. En sí, el futuro de cada cual depende del sentido del voto.
Debemos ser motores de cambio de la sociedad mercantilizada para adaptarla a nuestro estilo de vida y bienestar. Una senda que debe ir hacia nuestra felicidad sin más.
Las residencias deberían ser lugares donde los que cuidan formen parte integral de la misma comunidad residente de forma activa, de igual a igual, con la diferencia de que cumplen otra función, aún son jóvenes y trabajan. Deben ser lugares donde se planteen objetivos de vida. Lugares donde se puedan desarrollar proyectos adaptados a las necesidades de cada persona. Un espacio donde puedan decidir pasear en cualquier momento, visitar a sus familiares, si así lo desean y planificar unas vacaciones tanto de forma individual como grupal. En definitiva, un hogar para compartir con quien cada cual deseemos.
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