Nos referimos a lo que se suele llamar “kilómetro cero”. Pedimos un sistema eléctrico racional, planificado, no agresivo con el territorio, con la mínima incidencia medioambiental. Trabajaremos por un sistema eléctrico distributivo, distribuido y justo”

OPINIÓN. Enredada con Iniciativa. Por María José Torres Gómez
Coportavoz de Iniciativa del Pueblo Andaluz (IdPA). Psicóloga sanitaria


22/06/22. Opinión. María José Torres Gómez, técnica de inserción laboral y coportavoz de Iniciativa del Pueblo Andaluz (IdPA), escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la energía sostenible: “Hay que apostar por las renovables y debemos hacerlo porque es la única salida viable para nuestro territorio. La diferencia con respecto al sistema concentrado que se nos pretende imponer...

...es que mi apuesta, la de Iniciativa del Pueblo Andaluz, es por un sistema basado en la autoproducción y el autoconsumo”.

La estafa de las eléctricas: el oligopolio giratorio

Esta semana quiero rescatar del cajón de lo pragmático un trabajo realizado por mi persona, junto a Tomás Maeso, en el verano del año pasado. Puede que no sea interesante, pero creo que a nuestra Andalucía se la conoce y se la quiere por medio de la propuesta. Es primordial que entendamos que nos debemos a un terruño, a un objetivo vital entendiendo que la vida es finita.

Bien, empecemos:

La energía ni se crea, ni se destruye, solamente se transforma. Es una ley universal que nos dice que la energía no es en sí un bien de mercado. La energía ha generado montañas, tormentas, vida… Originariamente el concepto de energía se definía tan solo como la “capacidad” de realizar un trabajo. Se podría asumir esto, pero la conceptuación es mucho más amplia porque no consiste en hacer o deshacer. La energía está antes de hacer cualquier cosa y está después, es invisible, es eterna, no se puede contener o almacenar. Es un recurso natural que es esencial para la vida y no un bien de mercado con el que negociar y, mucho menos, chantajear a la sociedad.

La electricidad fue ampliamente estudiada en el siglo XVII, pero hasta finales del XIX no se le dio pragmatismo económico gracias a la invención de la máquina de vapor, el alternador de Tesla y los estudios sobre magnetismo.


La primera incursión en las renovables la hizo Tesla en las cataratas del Niágara donde instaló los alternadores que convertían el movimiento de unas hélices de un rotor bobinado en energía eléctrica mediante la inducción magnética.

Tesla fue un inventor que se puede considerar como genio de la humanidad, comparable a Arquímedes o a Newton, cuya labor fue más allá del mero avance técnico, quiso impregnar de filosofía su propio trabajo. Su afán era proporcionar energía eléctrica a todo el mundo de manera gratuita o, por lo menos, al menor coste posible. Cuál fue el problema: la energía, que comenzó como transformación de recursos renovables se mercantilizó a causa del mecanismo capitalista, mecanismo que hoy en día sigue vigente.

Iniciativa del Pueblo Andaluz, el partido de la que soy su portavoz andaluza, nació en el año 2016, como respuesta a un sistema de partidos centrados en el discurso capitalista donde se propone, como referente a seguir, la senda del crecimiento económico. En sus bases ideológicas planteaba con claridad que hoy por hoy la sociedad, para progresar, debe basarse en la calidad de vida, no en su capacidad para consumir, lo que resumimos en que para vivir, y sobrevivir, no podemos ser esquilmadores de nuestro propio entorno.


En nuestro planteamiento ideológico mencionamos, específicamente, que para el cambio que perseguimos se hacen necesarias políticas donde se plantee la no dependencia de nadie, a ningún ente económico. En este escrito, concretamente, hablamos de que el paso a las energías renovables, por medio de la autoproducción y autoconsumo, es vital para romper con la falta de herramientas inversoras de emprendimiento en Andalucía y, así, conseguir una región próspera e industrializada en lo cercano, en lo sostenible, en lo verde.

Hoy por hoy, lo que debiera ser una gran noticia: la producción masiva de energía eléctrica renovable, se está tornando en un gran problema social y medioambiental debido al planteamiento mercantilista con el que se pretende llevar a cabo, como antaño lo fue la desamortización territorial en Andalucía, con la aparición de los latifundistas venidos de las grandes ciudades (de Madrid en su mayor parte), generando un servilismo jornalero en nuestros pueblos andaluces. Hoy lo hacen esas empresas que menospreciando al sector primario (el que nos alimenta y cuida de nuestros suelos), quieren implantar miles de hectáreas de placas solares o molinos eólicos (aunque en este artículo nos centraremos más específicamente en lo fotovoltaico) con la excusa de una descarbonización y de que son tiempos de hacer actuaciones en pro de la lucha contra el cambio climático. Cuando todo eso es un gran espejismo que nos atenaza y que quieren que veamos como una verdad.

Es un problema social porque va a desplazar a miles de personas, despoblando el medio rural, de sus modos de vida y de trabajo. Hoy por hoy se están expropiando tierras a miles de personas.


Pero también es un problema medioambiental que agrava el aumento de la temperatura. Es cierto que no se generarán gases mientras este en uso las instalaciones (en su fabricación si se generan). Pero tan cierto como es lo anterior, para la implantación de este tipo de instalaciones en nuestros campos se requerirá el desbroce vegetativo del suelo y la pérdida de biodiversidad nutricional del suelo. Escribimos “suelo” porque es un recurso no renovable que cuando se pierde, al poner en marcha medios que conducen a su desertización, no se va a recuperar nunca. 

Hay quien habla del suelo menospreciándolo, etiquetando el de secano (por cierto, la mayor parte del territorio andaluz es de este tipo) como un suelo inerte, desértico, donde su uso para la agricultura o la silvicultura es nulo. Nada más lejos de la realidad: lo que no es de recibo es, como se quiere hacer en algunos casos, destruir la vegetación para instalar megaplantas fotovoltaicas y así desertizar aún más amplios territorios con el consiguiente aumento de las temperaturas. Los terrenos con poca vegetación quedarían imposibilitados, tras la implantación de estas megaplantas, para ser recuperados como bosques o pastizales que contribuirían, entre otras cosas, a la captación de CO2 atmosférico.

En Andalucía uno de los mayores problemas que tenemos es la falta de suelos y el avance de la desertización por el uso indebido de los mismos; haciendo regadíos donde nunca debieron estar, cultivando en pendientes que deberían estar ocupadas por bosque mediterráneo. Hay que poner en el centro de la discusión la protección de los usos culturales de los territorios y su riqueza natural. A menudo se piensa que esto de poner plantas industriales fotovoltaicas se puede hacer en suelos de secano: no se ha caído en el hecho de que las placas fotovoltaicas necesitan gran cantidad de agua para su desarrollo, conservación y eficiencia (porque requieren de una limpieza constante).

Hay que apostar por las renovables y debemos hacerlo porque es la única salida viable para nuestro territorio. La diferencia con respecto al sistema concentrado que se nos pretende imponer es que mi apuesta, la de Iniciativa del Pueblo Andaluz, es por un sistema basado en la autoproducción y el autoconsumo. Donde la gente es quien participa anulando el servilismo a un contador eléctrico que le dice cuanto ha de trabajar para usar lo que es suyo por ser, insisto, un recurso natural vital como lo es el agua, el aire o la comida. Nuestra propuesta pivota en torno a que la energía eléctrica debe generarse en espacios degradados al máximo, en zonas consideradas como urbanizadas (tejados, parasoles en aparcamientos, cubiertas de industrias, zonas de descanso en carreteras, en las mismas carreteras cambiando ese sombreado arbóreo por un sombreado fotovoltaico -sin arrancar los árboles-, etc.) y, hasta en instalaciones fotovoltaicas fuera de lo que consideraríamos zonas urbanizadas pero con el matiz de aportar energía a lo cercano (para nuestra industria y transporte), nunca para vender a terceros países como hoy se plantea en el organigrama de un oligopolio con puertas giratorias, que se resiste a desaparecer gracias a sus influencias en los gobiernos que rigen nuestro país.


Nos referimos a lo que se suele llamar “kilómetro cero”. Pedimos un sistema eléctrico racional, planificado, no agresivo con el territorio, con la mínima incidencia medioambiental. Trabajaremos por un sistema eléctrico distributivo, distribuido y justo.

Una transición energética no se puede desarrollar con la base del deseo o la ilusión. En los ochenta, por lo menos para quienes escribimos esto, soñábamos con un mundo sin nucleares, sin centrales térmicas… en los noventa luchábamos contra las centrales de ciclo combinado y la generación de energía por medio de la incineración de basuras, por poner ejemplos claros. Hoy, en pleno siglo XXI, por las circunstancias evidentes de una situación insostenible de calentamiento del planeta, estamos luchando por lo mismo. Es cierto que se ha planteado un plan de implantación de herramientas para la obtención de energía eléctrica. En Málaga unas 109 propuestas de megaplantas fotovoltaicas concentradas (en Andalucía unas 790) que pretenden ocupar grandes extensiones de lo mejor del territorio natural malacitano, con plantas que ocuparán, cada una, un espacio equivalente a la extensión del municipio modelo de la especulación y gentrificación de Fuengirola. Es un órdago al territorio. La propuesta energética no se debe concernir al avance tecnológico para seguir con lo mismo de siempre: un sistema insostenible por estar planteado como hemos dicho en el crecimiento ilimitado, en la corrupción de unas pocas gentes.

La oportunidad la tenemos hoy tecnológicamente al permitirnos cubrir nuestras necesidades rompiendo el discurso capitalista del crecimiento a ninguna parte. Gracias a la propia tecnología podemos instalar allí donde queramos nuestras fuentes de obtención de energía según nuestras propias necesidades alejándonos del objetivo que se pretende: la acumulación de la riqueza en pocas manos.

Las personas que son lo único que debería importar en cualquier propuesta política, pasarían, de ser meras consumidoras a convertirse en productores de energía limpia. Lo que se plantea es fácil de entender: terminar con las actuaciones de esos entes que, hasta el día de hoy, se han dedicado a especular empobreciendo a la mayor parte de la población.

Como ya hemos dicho, no se puede proponer un planteamiento energético basado en ilusiones o anhelos como ha insinuado Xavier Pastor (antiguo director y fundador de Greenpeace España) cuando habla de la nostalgia de un movimiento ecologista, al que hoy no entiende cuando se manifiesta contra los megaplantas solares descontroladas.


Ese movimiento ha trabajado en las calles contra las nucleares o la generación de energías sucias. Esa gente actuaba, hoy y ayer, desde la perspectiva de la protección de nuestro territorio, que es lo que hoy está en peligro a causa del planteamiento de algunos urbanitas, que están más enfocados en implantar un negocio sustentado por fondos de inversión, cuyo único objetivo es el beneficio a corto plazo, que en el bien común duradero.

Nosotras, dentro de Iniciativa del Pueblo Andaluz, lo tenemos muy claro; nuestra fuerza es estar junto al tejido social que trabaja por gente no dependiente, por una Andalucía rica donde su gente tenga un mejor futuro. Ese y no otro es nuestro COMPROMISO CON ANDALUCÍA. Por todo ello pedimos:

  1. Que nuestros gobernantes en Andalucía establezcan una moratoria a las diferentes propuestas de instalación de megaplantas en los términos planteados por el colectivo Aliente. No se puede entender un plan energético elaborado a espaldas de la ciencia y de la ciudadanía. Hay que establecer las necesidades y las reglas del juego para evitar el pillaje que hoy está sucediendo. Esto no es una oportunidad de inversión y amortización; debemos asumir la oportunidad de poder tener un futuro mejor cambiando el propio sistema de producción destructivo como hoy lo entendemos.

  2. Tenemos que generar el discurso político de que el progreso basado en lo local, en el kilómetro cero es posible y es el único que puede generar calidad de vida a las gentes que conviven en un territorio. La energía eléctrica debe generarse en plantas locales, en los tejados y allí donde no sean necesarias infraestructuras basadas en el propio mercadeo capitalista. Aquí no nos vale vender energía para ser usada en un polígono industrial a novecientos kilómetros (hay que acabar con esas líneas interminables de cables que atraviesan nuestros campos). La energía producida debe ser usada en la cercanía para que su valor añadido beneficie a las gentes que la producen. Lo que no se puede es apostar por el despoblamiento de los territorios como hoy se está produciendo con la implantación del oligopolio de las renovables.

Hay que invertir en las renovables, pero en la concepción distribuida. Las protagonistas de las renovables debemos ser millones, deben existir millones de actores para que nuestro recibo de la luz, entre otras cosas, baje, sin más. Se tienen que aportar todos los recursos económicos posibles desde las administraciones públicas. No como está sucediendo hoy en día donde los fondos europeos los están destinando a seguir manteniendo ciertas empresas monopolistas con muy poca repercusión en la generación de la riqueza.

Tenemos que ser pedagógicos para explicar que debemos apostar por la eficiencia en comunidad. Hay que implementar, en todos los espacios donde tengamos influencia, las ganas de trabajar por no depender de nadie: planteando entidades locales de producción de energía generando incluso empresas que hagan esto posible.

  1. El cierre y desmantelamiento del cementerio nuclear de El Cabril (situado en Hornachuelos, Córdoba). Cerrando todas las centrales nucleares existentes en el territorio español. Nuestra apuesta es en la generación de energía usando recursos no sucios.

  2. Y, por último, debemos ser consecuentes estableciendo ya la idea para que la gente comprenda que la solución no está en un crecimiento continuo. Tampoco hablamos de decrecimiento. Lo que decimos es que uno debe vivir con lo necesario sin necesidad de tener que esquilmar nuestro planeta y a las generaciones futuras.

Andalucía necesita promover un modelo productivo que aspire a conseguir soberanía económica bajo parámetros de sostenibilidad y eficiencia. Andalucía debe ser autónoma en recursos y dueña de su futuro.

+ INFORMACIÓN:

La cruda realidad. Documental sobre el pico de esquilmación del planeta.

Asociación Alianza por la Energía y el Territorio.

Asociación Valle Natural Rio Grande.

Real Decreto Ley 6 / 2022.

Puede leer aquí anteriores artículos de María José Torres.