Otros dicen ser andalucistas vetando a las gentes que desean hacer política desde sus barrios. Hablo de cierta gente que defienden sus propios intereses personales, buscando el sustento fácil”

OPINIÓN. Enredada con Iniciativa. Por María José Torres
Coportavoz de Iniciativa del Pueblo Andaluz (IdPA). Psicóloga sanitaria


11/01/23. Opinión. María José Torres, técnica de inserción laboral y coportavoz de Iniciativa del Pueblo Andaluz (IdPA), escribe en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el andalucismo: “Hoy el andalucismo está lastrado de tópicos y hasta decoraciones varias cuando, por poner ejemplos, vemos en la televisión a un Alejandro Rojas Marcos diciendo que el Partido Popular es el heredero...

...de las enseñanzas de nuestro Blas Infante, muerto a tiros por los herederos políticos de quienes fundaron este partido condenado por corrupción. Asesinado al grito de ¡Viva Andalucía Libre!”.

La izquierda dice ser progresista y andalucista

El relato andalucista hoy en día está lastrado por tópicos que poco o nada tienen que ver con la realidad política de lo que debiera ser está ideología. Blas Infante en estos días se haría preguntas sobre la idea política de hacer una Andalucía, una tierra, que satisfaga las necesidades de sus habitantes, las andaluzas y los andaluces, en vez de dar respuestas.

Infante escribió que uno de los males de nuestra tierra era el estar manejados desde Madrid, desde fuera, en todos los aspectos. Lo dejo bastante claro en un ensayo sobre el flamenco donde hablo sobre el origen de lo que hoy supuestamente es de todos los sitios sin entender que es un cante surgido de la ocultación de las palabras de la gente desposeída, del andaluz sin tierras.

Flamenco procede del vocablo andalusí fellah mengu: el canto campesino andalusí que ha sido desposeído de sus tierras por el conquistador cristiano y ha visto como eran repartidas como botín de guerra entre nobles castellanos triunfadores de una guerra que les ha impuesto costumbres, pensamiento y religión. Une el histórico problema de la existencia de grandes extensiones de tierra en manos de escasos propietarios (latifundios) con el arraigo y la tradición oral de unas formas de expresión más nuestras, y éstas a su vez, con la existencia y la capacidad de expresión de un sector social -el jornalero- despojado de sus tradiciones, derechos y propiedades, antaño sometido a persecución o a exilio por sus costumbres.

También escribió que no hay nada peor para nuestra tierra que el personaje que viene a usar la política para enriquecerse profesionalizando lo que la gente llana llama corrupción.

Por eso digo que hoy el andalucismo está lastrado de tópicos y hasta decoraciones varias cuando, por poner ejemplos, vemos en la televisión a un Alejandro Rojas Marcos diciendo que el Partido Popular es el heredero de las enseñanzas de nuestro Blas Infante, muerto a tiros por los herederos políticos de quienes fundaron este partido condenado por corrupción. Asesinado al grito de ¡Viva Andalucía Libre!


Otros dicen ser andalucistas vetando a las gentes que desean hacer política desde sus barrios. Hablo de cierta gente que defienden sus propios intereses personales, buscando el sustento fácil. O peor aun buscando ciertos minutos de gloria que incomodan por la mala costumbre casposa de mirar al semejante por encima del hombro.

Yo soy andalucista y de izquierdas

Lo podéis leer en la presentación de la columna. Dice que soy portavoz andaluza de Iniciativa del Pueblo Andaluz. Es un partido político con una estructura de funcionamiento horizontal algo atípica para mucha gente por entender que la política es de todas y que solo es una herramienta asociativa. Nació desde el fracaso propio de un andalucismo acomodado al sillón (el del Partido Andalucista), donde estatutariamente decía ser progresista y de izquierdas, pero en la realidad, por mandato, se pactaba con el objetivo simple de tener sillones. También nació de una izquierda sectaria que rechazaba a las gentes por miedo a perder el poder de estar sentado con un discurso idéntico al anterior. Al fin y al cabo, hablamos de gentes que no solucionan problemas y si los generan a las gentes que les piden el voto.

Hoy deberíamos entender que es necesario un andalucismo basado en la participación como única fórmula posible de generar fuerza que ilusione. No se puede permitir más que quien represente a la izquierda progresista sea la misma gente que no aporta ideas excepto el lamentarse sin más. Hay que escuchar estando en las plazas, en las calles, como bien dice Yolanda Díaz en el proyecto Sumar.

El lamentarse como si un municipio fuera el catecismo del caos no creo que sea muy buena estrategia para decir que hay alternativa; más cuando la misma carece de argumentos colaborativos desde lo social generadores de movimientos de transición que busquen la igualdad entre todas y todos en todos los aspectos, empezando por la estabilidad económica de todas las capas sociales sin ahondar en sumar más pobreza. Hoy por hoy la alternativa debe emanar desde una mayoría social que permitan gobiernos progresistas. Si esto no se tiene en cuenta estamos simplemente jugando a hacer algún que otro trabajo académico por hablar suavemente.

He escrito que soy andalucista y de izquierdas. Pues sí y por eso mismo quiero mi propio deseo de una sociedad política que use el término léxico apropiándoselo. La palabra política es de todas; tuya y mía. Nuestro Blas seguramente te hablaría en los mismos términos ya que su afán era la generación de un futuro que sirviera a la mayoría social. Simplemente que ría decirte eso y pedirte que fueras parte de ser algo más para tu barrio, para tu casa, para Andalucía.

Puede leer aquí anteriores artículos de María José Torres.