Yo creo que la gente odiosa es tan necesaria como la lluvia. Que sin ella no hay evolución posible. Es el abono —la mierda, vamos— que nos hace crecer”

OPINIÓN. La importancia de ser idiota
Por Luis Molero. Escribidor y mecánico mental


28/04/23. 
Opinión. El escritor Luis Molero continúa su colaboración semanal en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com con ‘La importancia de ser idiota’, una sección en la que comparte algunos de sus relatos. Molero tiene una Newsletter, ‘Ilusionante’ (AQUÍ). Hoy nos trae ‘Cómo tratar a gente odiosa’...

Cómo tratar a gente odiosa en las bodas

Es verdad que mucha gente no habla de esto.


Pero todos, toditos, todos, tenemos un monstruo en la familia.

Menos algunos, que tienen dos o tres.

Que conste que hablo de monstruos que no se ven a primera vista.

Al contrario, parecen gente encantadora.

Te invitan a una copa, sonríen y besan a los niños (en lugar de comérselos).

Huelen bien y van a misa.


Yo creo que la gente odiosa es tan necesaria como la lluvia.

Que sin ella no hay evolución posible.

Es el abono —la mierda, vamos— que nos hace crecer.

Y te explico por qué lo creo.


El otro día comí con mi amigo Fran.

Fran tiene siete u ocho hermanos y los odia por igual. Incondicionalmente.

Bueno, no. Tiene sus preferencias.

Entre salmorejo, boquerones y merluza me contó que a uno de ellos le había dado por escribir y que quería publicar un libro.

“¿Quién se habrá creído que es? ¿Pío Baroja?”

(¿Has oído a alguien gritar en voz baja? Pues así lo dijo.)

La merluza le bailaba en la punta del tenedor como si hubiera resucitado.

“¡Escritor! ¡Ese borrico!”

Se me quedó grabada esa imagen.

La voz temblona, la merluza temblona y el labio inferior temblando.

Como si tuviera un terremoto dentro y quisiera contenerlo.


Ahora que han pasado los días, me da mucha pena Fran.

No ha entendido aún la importancia de tener un monstruo en su vida.

Ni que toda esa indignación, todo ese odio, no iba para el “escritor”...

Muchas veces he ido a su casa para escucharle contar, con ese tremendo arte que tiene, sus anécdotas de cortijos inmensos y riquísimos, de perdedores bohemios que no trabajan ni aunque los maten, y de señoritos millonarios que se juegan fortunas en los casinos…

Porque de joven Fran se bebió la vida a borbotones.

Tiene muchísimo que contar.

Y sería un maravilloso escritor, si no fuera por esa mierda de frase:

“¿Quién me he creído que soy? ¿Pío Baroja?”

Que se dice.

Porque el monstruo, la persona odiosa en la boda, es tu espejo.