“Hay que saber saltar a tiempo fuera de la olla para no vernos abocados a morir «achicharrados» -o de asco- que para el caso es lo mismo…”
OPINIÓN. Por Ana Lucas
Escribir desde el corazón
16/07/24. Opinión. Ana Lucas en su colaboración en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com escribe sobre las relaciones tóxicas: “Recordad lo más importante, siempre estamos a tiempo de saltar, aunque parezca que no nos quedan fuerzas, de cualquier relación que resulte tóxica, de amistad, de pareja, laboral, de cualquier índole. Por mucho que llevemos aguantado y aunque pensemos que ya es tarde,...
...que a dónde vamos a ir, que qué futuro nos espera, todas las respuestas tienen el mismo principio, ese salto…”.
Aprender a saltar...
Por el título pudiera parecer que la entrada de hoy va de juegos infantiles (o gatunos que últimamente tengo mucho de eso en casa), pero la verdad es que nada más lejos de la realidad… En esta ocasión mi colaboración se ha vuelto a inspirar en animales, aunque menos atractivos que los felinos, pero la reflexión es mucho más «adulta» y dura, como la vida misma… Hay que saber saltar a tiempo fuera de la olla para no vernos abocados a morir «achicharrados» -o de asco- que para el caso es lo mismo…
Y como alguno se pensará que me he vuelto loca, os dejo el texto al que hago referencia y cada cuál que compruebe si la cita no tiene toda la razón del mundo, se puede decir más alto pero no más claro… Probablemente a ninguno de nosotros se nos ocurra poner agua a hervir y buscar un batracio para comprobar si el experimento es cierto, pero desde luego el ejemplo es lo suficientemente original y contundente para que resulte creíble y aleccionador. Y recordad lo más importante, siempre estamos a tiempo de saltar, aunque parezca que no nos quedan fuerzas, de cualquier relación que resulte tóxica, de amistad, de pareja, laboral, de cualquier índole. Por mucho que llevemos aguantado y aunque pensemos que ya es tarde, que a dónde vamos a ir, que qué futuro nos espera, todas las respuestas tienen el mismo principio, ese salto… lo verdaderamente duro es dar el primer empujón, una vez fuera de la presión todo se vuelve más ligero, menos negro y «caliente» y parece que uno va recobrando la «lucidez mental» que no tenía estando dentro. Por lo tanto, como bien dice el autor de la reflexión, Peter Senge ¡Salta apenas puedas!
«Si agarras un sapo, lo pones en una olla con agua y llevas al fuego, observarás algo interesante: el sapo se adapta a la temperatura del agua, permanece dentro y continúa adaptándose al aumento de temperatura.
Pero cuando el agua llega al punto de ebullición el sapo, al que le gustaría saltar de la olla no puede, porque está demasiado débil y cansado debido a los esfuerzos que ha realizado para adaptarse a la temperatura.
Algunos dirán que lo que mató al sapo fue el agua hirviendo… en realidad lo que lo mató fue su incapacidad para decidir cuándo saltar.
Así que deja de «adaptarte» a situaciones equivocadas, relaciones abusivas, amigos parásitos y muchas otras cosas que te «calientan». Si continúas adaptándote, corres el riesgo de «morir» por dentro.
¡Salta apenas puedas!