“Durante los últimos años nos han vendido la moto de “el tanguilla ese que se lleva tanto ahora”. Y no, no es una moda casual. Y tiene un nombre: hipersexualización del cuerpo de la mujer”
OPINIÓN. El Blues de la señora Celie. Por Ainhoa Martín Rosas
Licenciada en Sociología y diseñadora, @aimaro6
03/09/24. Opinión. Ainhoa Martín, socióloga y diseñadora, en esta colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com escribe sobre la hipersexualización de la mujer: “Debemos asumir ya, todos y todas, que enseñar culos (de mujeres) y tapar cuerpos y voces (de mujeres) son dos caras de una misma moneda. De lo contrario, corremos el riesgo de ser arrastrados por la fétida corriente de este capitalismo neoliberal...
...en crisis, cuyo tufo me recuerda mucho a la caca, al culo, al pedo y al pis”.
Caca, culo, pedo, pis
Estimados lectores, feliz septiembre y vuelta a la normalidad. Con este calor y el ambiente informativo me viene a la cabeza aquél viejo temazo de Los Punkitos, que fuera inmortalizado en los años ochenta dentro de la película “Las aventuras de Enrique y Ana”, y que los más jóvenes, si quieren, pueden ver aquí, para poner en contexto mi parrafada y aumentar su culturilla freak.
De la canción nada tiene desperdicio, empezando por la caca. En nuestra ciudad podríamos hablar de la caca que recubre las aceras de los barrios, o bien de la caca que se acumula en nuestras playas por el deficitario tratamiento de las aguas y el comportamiento maleducado e irresponsable de muchos de sus usuarios (foráneos o lugareños). Incluso de la caca que ensucia nuestro centro durante la feria o nuestros barrios por falta de atención. Hay tanta caca que limpiar que ya nos hastía la cosa y llega un punto en que, o bien no la vemos, o bien no la queremos ver, pero, oler, huele. Incluso en la política hay mucha caca y mucho trato que apesta…
Doy un salto hacia el pedo y el pis, para rememorar al figura de este verano: a ese insigne visitante cuyo pedo (en malagueño, léase, tahá), le llevó a pensar que el mejor sitio del mundo para echarse un pis era una fuente de la Plaza de La Merced. Málaga, tipismo puro. No puede ser más degradante para la ciudad la imagen de un nota sacándosela frente a la Casa Natal de Picasso, para asombro de propios y extraños. Ni que decir tiene que la foto ha sido una de las imágenes estivales, junto con la cruz de San Juan de Dios, derribada por unos primates, parientes del anterior, en plena euforia turística. Si el lector ha visto esa foto, mostrando el culo de dicho especimen, correr por las redes sociales, se habrá quedado estupefacto ¿verdad? Porque hay cosas que, como decía mi abuela, “no están bonitas”. Y no pasa nada por admitirlo.
Pues huyendo de esa foto encendí la tele para ver algo de deporte, algo más digno y edificante, y me encontré con más culos, esta vez insertos en el espíritu olímpico de las integrantes de la selección española de natación artística. Resulta que alguien debió de pensar que, lo que no está bien hacer en la Plaza de la Merced, es estupendo para mostrarlo al mundo entero a través de las cámaras en unos Juegos Olímpicos, representando a un país. De hecho, para mi sorpresa, era tendencia también en otras selecciones. El espíritu deportivo de los países encarnado en los glúteos de las deportistas: ver para creer. Y yo que pensaba que lo del destape (sólo femenino) de la transición, ya lo teníamos superado a estas alturas…
Como no llegaba a entenderlo muy bien, decidí irme a la calle a dar un paseo para bajar el sofocón, sin saber que, allí, me esperaba otra sorpresa: guiris en tanga volviendo de la playa a sus apartamentos turísticos (en A o en B). Y, como el leyente seguro ya se ha imaginado, se trataba de mujeres, bastante jóvenes, además. A estas alturas creo que yo misma del mal rato me había transmutado en Terral Woman. Y no vaya usted a pensarse que la que escribe es una mojigata, que yo me he bañado en pelotas en el mar y he disfrutado alguna vez que otra de playas nudistas, pero esto me parece muy distinto. O quizás es que somos todos indios Yanomamis vestidos con un simple taparrabos y todavía no me he enterado...
Durante los últimos años nos han vendido la moto de “el tanguilla ese que se lleva tanto ahora”. Y no, no es una moda casual. Y tiene un nombre: hipersexualización del cuerpo de la mujer. Porque, qué casualidad, la moda en los últimos tiempos ha hecho menguar el tamaño de los bikinis, mientras la moda de baño masculina sigue justo el camino contrario. Y por eso vemos pandillas de adolescentes en nuestras playas (y, a veces ya por las calles) con chavales a culo cubierto y chavalas, algunas jovencísimas, a culo descubierto.
Y habrá quién me diga (ese tipo de sujeto nunca falta) que es que los culos de las mujeres son más bonitos. Pero, oiga, eso ya lo deberíamos decidir las espectadoras (y, en su caso, los espectadores). Pero aquí lo que hay es mucha hipocresía…
Así que subo de la calle y me llega, vía TwitterX, un vídeo inmundo de un grupo de desgraciados lapidando a una mujer, tapada de arriba a abajo su burka y mil capas de ropa. ¿Que cómo sé que es una mujer? Pues porque, casualmente, la están lapidando… claro que tampoco tiene sonido el vídeo, probablemente porque, por desgracia, en algunos países, la voz de las mujeres ahora también es considerada impura y pecaminosa y es un evento a prohibir y censurar.
Debemos asumir ya, todos y todas, que enseñar culos (de mujeres) y tapar cuerpos y voces (de mujeres) son dos caras de una misma moneda. De lo contrario, corremos el riesgo de ser arrastrados por la fétida corriente de este capitalismo neoliberal en crisis, cuyo tufo me recuerda mucho a la caca, al culo, al pedo y al pis. No sé qué canción cantarían Los Punkitos sobre esto, pero ojalá fuera tan incorrecta como entonces…Aquí hay madera para otro hit.