“Este crucero, como una mancha blanca y roja, aparenta ser un moderno mamotreto constructivo, como los que hemos empezado a coleccionar en la ciudad”
OPINIÓN. El Blues de la señora Celie. Por Ainhoa Martín Rosas
Licenciada en Sociología y diseñadora, @aimaro6
22/01/25. Opinión. Ainhoa Martín, socióloga y diseñadora (AQUÍ), en esta colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com escribe sobre el crucero que lleva semanas atracado en medio de la bahía de Málaga: “Esto de que nos okupen parte del espacio, físico y visible, de la ciudad, sin que sepamos exactamente cuál es el beneficio que recibimos los malagueños a cambio es bastante curioso, no cabe duda...
...De todas formas, empieza a ser costumbre que a los malagueños nadie nos pregunte por estas cosas...”.
El romero a sus pies
Recordando a un coloso, se yergue, desde hace ya unas cuantas semanas, un yate gigante, en medio de la Bahía de Málaga. Como una paloma que reposa en cualquier almencino de la ciudad, de vez en cuando revolotea un poco, pero no cambia excesivamente de posición. No es que lo tenga geolocalizado, pero mi mente no puede evitar observarlo desde distintos puntos de vista cuando me muevo por la ciudad, y dado su tremendo tamaño resulta muy difícil escabullir la mirada de tan tremendo producto de ingeniería.
A mí, los cruceros no me seducen nada, supongo que debido a un mal viaje con marejada que realicé en el melillero hace ya muchos años, en butaca, y en el que el mobiliario de la cafetería se inclinaba más que el Titanic a punto de hundirse. Recuerdo con pavor el tufo y la suciedad de esos asientos en los que me sentí torturada durante horas, imagino que la cosa ha cambiado.
De hecho ha debido de cambiar tanto que, este crucero, como una mancha blanca y roja, aparenta ser un moderno mamotreto constructivo, como los que hemos empezado a coleccionar en la ciudad, pero con la particularidad de que se mueve de un lado a otro, sin mucho sentido, y de vez en cuando también enciende luces y emite humo, vaya usted a saber por qué…
El Brilliant Lady de la compañía Virgin Voyages, fue fabricado en Italia, encargado por una empresa norteamericana, y luce bandera de las Islas Bahamas, que tienen el dudoso honor de haberse colado en la última lista de paraísos fiscales de la Unión Europea. Y yo, cuando recorro la ronda de Málaga y lo observo en la lontananza, no puedo más que preguntarme cómo, con ese periplo, ha terminado semejante ingenio ahí. La excusa oficial es que “Málaga posee una gran cantidad de días con calma marítima para realizar sus pruebas navales correspondientes”, así como “la conectividad internacional que poseen tanto el puerto como el aeropuerto de la Costa del Sol”. Mi mente hace un juego de conexiones y me viene a la cabeza la grandiosa escena final del primer capítulo de Fariña, con toda la flota pesquera celebrando el Carmen…y otras cosas.
El caso es que tras un episodio extraño, en el que el barco apareció rodeado de una mancha verde, ha seguido ahí, sin que se le diera más importancia, como un Gneisenau contemporáneo, sin que sepamos muy bien a qué se dedica un buque cuyo estreno, previsto en un principio para julio de 2023, se vio misteriosamente retrasado y, con la previsión de iniciar su andadura oficial en Nueva York a principios de septiembre de 2025, como si no tuvieran costas los norteamericanos (o los italianos) para fondear y hacer pruebas allí. Nos dicen que no nos asustemos, que la mancha era solo de fitoplancton (¿estarán Bob Esponja y Patricio al mando de esta operación?)...
Esto de que nos okupen parte del espacio, físico y visible, de la ciudad, sin que sepamos exactamente cuál es el beneficio que recibimos los malagueños a cambio es bastante curioso, no cabe duda. De todas formas, empieza a ser costumbre que a los malagueños nadie nos pregunte por estas cosas... sin ir más lejos, una nave de la ciudad zarpará a la procesión jubilar de Roma en unos meses y nadie nos ha preguntado si queríamos contribuir a la causa pero, tanto usted como yo vamos a contribuir con nuestros impuestos a ese espectáculo magno cuyas subvenciones asustan, especialmente a los boquerones que no pueden permitirse una vivienda en su ciudad: 700.000€ de la Consejería de Cultura de la Junta por aquí, 250.000€ de la Diputación por allá, y 300.000€ del Ayuntamiento por el más allá… Estamos que lo tiramos con el evento, oiga.
Para gestionar nuestro dinero, ha habido una excursión (¿pagada con qué?) de nuestros próceres políticos a ver al Papa, y ha sido contratada una empresa (¿sabemos cómo?, ¿y por qué?), curiosamente joven (data de 2021). Cuánto emprendedor en esta ciudad quisiera tamaña responsabilidad (y financiación) en tan poco tiempo de existencia. Quedará una procesión bonita, bonita…preciosa, ¡guapa!. Imagino que podremos verla todos en Canal Sur, porque la mayoría de los malagueños no podrán desplazarse allí, ni cogerse los días. Privilegios para algunos. En realidad, si lo pensamos, es lo mismo que ya pasa aquí, sin movernos del sitio: se gasta el dinero de todos en mantener a las cofradías, pero luego para entrar a ver la carrera oficial, hay que pasar por caja. El capitalismo religioso-cultural es lo que tiene…
Leo un titular: “La junta de gobierno de la Esperanza de Málaga aprueba por aclamación que la dolorosa vaya a Roma en 2025”. Pero les confieso una cosa: la dolorosa vendrá a Málaga en forma de impuestos, y tendremos que pagarla sin habernos comido el jamón de pata negra. Quizás tengamos que conformarnos con echarle romero a los pies de la virgen para ver si nos trae suerte…o un poco de fitoplancton al Brilliant Lady, con la esperanza de que salga alguien a cubierta y nos explique qué hace ahí…