Libreros y ecologistas
17/06/11. Opinión. “Estamos viviendo en vísperas de enormes cambios. Lo que llamamos crisis es otra cosa: la constatación de que el modelo económico ya no es sostenible más tiempo. El futuro difícilmente irá en la dirección de más: más velocidad, más producción, más consumo. La razón última...
OPINIÓN. Lecturas
impertinentes. Juan Miguel Salvador y Paco Puche
Libreros y ecologistas
17/06/11. Opinión. “Estamos viviendo en vísperas de
enormes cambios. Lo que llamamos crisis es otra cosa: la constatación de que el
modelo económico ya no es sostenible más tiempo. El futuro difícilmente irá en
la dirección de más: más velocidad, más producción, más consumo. La razón
última de todo esto está en la base material de la economía. En estos próximos
años nos vamos a enfrentar a unos límites físicos que modificarán profundamente
nuestro mundo y nuestra forma de vida, obligándonos a cambios considerables”. Los
libreros Juan Miguel Salvador y Paco Puche introducen en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com esta reflexión sobre
la próxima evolución de la librería teniendo en cuenta las condiciones
económicas y ambientales del mundo actual.
La librería solar como
futuro ante el reto digital y el decrecimiento
ESTAMOS viviendo en vísperas de
enormes cambios. Lo que llamamos crisis es otra cosa: la constatación de que el
modelo económico ya no es sostenible más tiempo. El futuro difícilmente irá en
la dirección de más: más velocidad, más producción, más consumo. La razón
última de todo esto está en la base material de la economía. En estos próximos
años nos vamos a enfrentar a unos límites físicos que modificarán profundamente
nuestro mundo y nuestra forma de vida, obligándonos a cambios considerables. Y
pese al tecno-optimismo imperante, que cree ciegamente que todos los problemas
se solucionan con más tecnología, ésta no es ajena a los límites ni a las leyes
físicas que rigen en nuestro planeta.
DESCONOCEMOS
el ritmo
exacto al que se irán produciendo los cambios, pero sabemos que son inexorables
a medio plazo, como muy tarde.
VAMOS
a trazar
las características principales que, creemos, van a configurar ese futuro, para
analizar a continuación cómo pueden comportarse en él los dos formatos del libro:
papel y digital. Finalmente esbozaremos qué posibilidades se le ofrecen a la
librería para jugar algún papel en los años venideros.
Escenario
previsible
PARA
poder hacer
una previsión del futuro de la librería primero hay que dibujar el escenario
previsible. Veamos que características puede tener.
Declive energético y de recursos
EN
noviembre de 2010, la Agencia Internacional
de la Energía
(AIE) reconoció por fin, después de años de negar su mera existencia, que el peak oil o cénit del petróleo convencional
tuvo lugar en 2006. Este concepto indica el momento en el que la extracción de
crudo llega a su punto más alto, tras el cual sigue una meseta más o menos
larga y un declive más o menos brusco. Este declive es irreversible, y nos
indica claramente que la época del petróleo barato llegó a su fin. A partir de
ahora nos encontramos con que cada año será más difícil y caro seguir
extrayendo petróleo de sitios cada vez menos accesibles, y con más riesgo
medioambiental. Teniendo en cuenta la extrema dependencia que nuestro sistema
económico tiene del petróleo (el 95% del transporte motorizado se mueve con
derivados del petróleo), el pronóstico es fácil: su precio tiende a subir
inexorablemente, y de hecho pone en cuestión la viabilidad del sistema económico
actual: la globalización.
PERO no solo habrá
problemas con el petróleo. Muchos de los materiales básicos para nuestra
industria, como el cobre o las llamadas tierras raras, han agotado sus
yacimientos más abundantes y rentables. Lo que queda ahora es de peor calidad y
está más disperso, por tanto también será cada vez más caro.
TEMA aparte son los
elementos naturales imprescindibles para la vida humana que sufren un proceso
de degradación imparable, empezando por el agua potable y acabando por el
clima, pasando por la biodiversidad que tan importantes servicios nos
proporciona (polinización de plantas, depuración de tóxicos en el agua,
fertilización del suelo, fotosíntesis, etc.). Hemos superado ampliamente la
capacidad de carga de la biosfera, con lo que consumimos más recursos de los
que la Tierra
repone y producimos más residuos de los que el planeta consigue depurar.
EN definitiva,
nos enfrentamos a un descenso energético sólo parcialmente atenuado por otras
fuentes alternativas, y a un medio natural deteriorado y menos abundante en
recursos de todo tipo. Si la población mundial sigue creciendo, el reparto per
cápita no hará sino disminuir.
LA
correlación
entre crecimiento económico y consumo de energía es directa. Ambas magnitudes
han ido de la mano desde el comienzo de la era de los combustibles fósiles
(carbón, petróleo, gas). El sistema económico capitalista necesita cada vez más
energía para poder seguir creciendo. Y eso no va ser posible, dado que las
otras fuentes de energía no pueden suplir por completo el declive del petróleo,
que puede ser de entre un 2% y un 8% anual. Como hemos comprobado en los
últimos años, el sistema económico colapsa si no crece, por la sencilla razón
de que está basado en el crédito. Y el crédito supone que lo que gasto hoy lo
tengo que devolver mañana más los intereses. Luego el deudor tiene que ser
capaz de generar lo que pidió más esos intereses. Es decir, tiene que lograr
hacer crecer el dinero que pidió. Si no es capaz no podrá devolver su deuda.
Sin la energía barata que facilite el crecimiento económico, la enorme deuda
global se vuelve una losa cada vez más pesada. El colapso de un sistema así
sustentado no está lejos, pese a las maniobras que han transformado deuda
privada en deuda pública. Una de las consecuencias de esto será la rebaja de
los servicios sociales de todo tipo y el descenso paulatino del poder
adquisitivo de la mayoría de la población. La repercusión sobre el consumo está
clara: bajará necesariamente.
Simplificación
de la sociedad
UNA
de las características
de las sociedades modernas es su enorme complejidad, que se traduce en que cada
vez menos población se ocupa en los sectores primario y secundario, y crece el
sector servicios, con múltiples interacciones entre individuos y colectivos de
todo tipo, y con una intrincada red de instituciones y organizaciones
vertebrando el edificio social. Pero rara vez se pone de relieve cuán
dependiente es todo ese entramado de la existencia de un excedente después de
la satisfacción de las necesidades básicas, singularmente la alimentación. La
moderna industria agroalimentaria consume gran cantidad de energía, sobre todo
petróleo. Fertilizantes y pesticidas, maquinaria agrícola, sistemas de regadío,
redes de transporte (cada alimento viaja una media de 2.500 km antes de ser
consumido), todo esto implica petróleo. Y gracias al petróleo barato gran
cantidad de la población puede dedicarse a otras profesiones y actividades
distintas a la agricultura; de hecho menos del 5% de la población activa en los
países más desarrollados se dedica a producir alimentos para el resto de la
sociedad. Es solo un ejemplo de hasta qué punto la energía barata y abundante
del petróleo ha modelado las sociedades actuales. Pero esta dependencia lleva
aparejada una gran fragilidad, porque la disminución en la disponibilidad del
petróleo barato puede hacer que haya que dedicar más recursos a lo básico y
esencial, como la producción de alimentos, que ya no podrán venir de lejanas
distancias como ahora. Quedará menos excedente para lo demás, tanto de
población trabajadora como de recursos. Además, la enorme interdependencia de
los diversos sectores económicos puede ocasionar una disminución brusca de la
complejidad. Si un sector económico importante colapsa arrastrará consigo a
otros sectores muy relacionados con el primero. Por ejemplo, una fuerte subida
del precio de los carburantes hará inviable el turismo masivo y barato. Siendo
un sector tan importante en la economía de muchos países (entre ellos España),
su deterioro tendrá un fuerte impacto en numerosas actividades vinculadas:
hostelería, construcción vacacional, líneas aéreas, alquiler de vehículos,
etc., todas ellas además fuertemente intensivas en energía. Otro ejemplo lo
vemos en la fabricación de un automóvil. Sus miles de piezas son fabricadas a
su vez en decenas de países diferentes, y viajan hasta la factoría de montaje,
donde se ensambla el coche. Basta con que unas pocas piezas no puedan seguirse
fabricando, por escasez de materiales, por ejemplo, para que el proceso entero
se detenga. Y a la inversa, si una empresa automovilística quiebra arrastrará
consigo a decenas de fabricantes, que suelen producir únicamente un tipo de
piezas para una sola marca de coches.
EN
definitiva,
la extrema especialización que caracteriza la globalización va a ir
desapareciendo porque solo es factible con transporte y energía baratos. La
economía formal disminuirá de tamaño, y aumentará el intercambio no monetario,
diversas maneras de trueque y de trabajos comunitarios. Muchas de las
profesiones muy especializadas de hoy dejarán paso a oficios más versátiles,
los objetos se repararán en vez de tirarlos y comprar otro nuevo, y la economía
tenderá a hacerse más local y autosuficiente. Habrá que establecer prioridades,
y descartar lo superfluo y efímero, lo menos eficiente y lo más contaminante.
Resumen
del escenario previsible: hacia una sociedad de baja energía
TODAS
las
características expuestas arriba nos dibujan una sociedad futura que habrá
perdido algunas de las señas de identidad del presente: el hiperconsumismo, el
derroche energético y material, el movimiento incesante de cosas y personas. Se
producirá una vuelta al medio rural por una parte no despreciable de la
población, y se simplificará la vida cotidiana y todo tipo de producción. Es
muy probable que se redescubran viejas formas de ocio y objetos mejor adaptados
a la nueva realidad, pese a no pertenecer a lo que en los primeros años del
siglo XXI se considera moderno o vanguardia. Cuanta más tecnología compleja y
más energía suponga una determinada actividad o producto, menos probable es que
perdure. Pasaremos del mundo lleno actual a otro más sobrio, aunque no
necesariamente implicará una vida peor, si sabemos responder adecuadamente a
los desafíos.
ESTOS
cambios ya
están empezando a producirse, más allá de su poca visibilidad mediática, de
manera que los próximos veinte años no van a parecerse demasiado a los últimos
veinte. No hablamos, por tanto, de un futuro lejano, sino de pasado mañana. Y
como dice el tango, veinte años no es
nada.
Comparación
entre formatos: papel versus digital
EN
un
escenario caracterizado por lo anterior, todos los sectores económicos
cambiarán profundamente, desapareciendo algunos y emergiendo otros nuevos. El
sector del libro lleva ya algunos años debatiéndose en su propio proceso de
definición, con dos modelos empezando a convivir: el del papel y el digital.
Analicemos cuál de los dos puede adaptarse mejor a la situación descrita
arriba.
Impacto
ecológico
LOS
dispositivos
de visionado, ya sean kindles, iPads o similares, u ordenadores,
requieren muchos materiales raros y caros que cada vez serán más escasos y más
costosos, aparte de cantidades masivas de energía para su fabricación. Es
dudoso que en el futuro haya un ordenador en cada casa, más aún un e-reader. La propia lectura en pantalla
requiere de electricidad, que puede llegar a ser cara y escasa. Internet
consume hoy en EEUU el 5% de toda la electricidad, y muy probablemente tendrá
que disminuir su tamaño, y los ciudadanos deberán seleccionar mejor el uso que
le dan.
LA
obsolescencia
de los aparatos electrónicos no juega a favor de este formato, por lo que, si
quiere perdurar, deberá conseguir dispositivos menos intensivos en materiales y
energía, mucho más duraderos y menos frágiles. Una posible solución a estos
inconvenientes vendría del uso compartido de los aparatos de lectura,
probablemente ordenadores por servir para muchos otros usos. Esta opción es más
compatible con un modelo de pago por acceso que con la propiedad individual de
los contenidos.
LOS
libros en
papel no necesitan dispositivos adicionales para leerlos, la energía se
invierte solo en su producción y distribución, no en cada lectura. Los libros
de papel secuestran carbono, con lo que su huella de carbono es más reducida de
lo que pudiera parecer. No contienen plásticos derivados del petróleo ni
metales escasos. No obstante, el proceso de producción de papel supone un gasto
intensivo tanto de energía como de agua, además de algunos procesos
contaminantes como el blanqueado con cloro. Estos procesos industriales han de
reducir su impacto ecológico, para lo que los agentes del sector deben exigir
mejoras rápidas a los fabricantes.
TAMBIÉN
está en el
debe del libro de papel el consumo energético del transporte asociado a su
distribución. El porcentaje de devolución en España no hace sino crecer, y los
viajes de ida y vuelta de los libros que no se venden son la mitad del
transporte total. Si no se resuelve esta cuestión, este modelo de
comercialización del libro en papel tiene un futuro complicado.
Durabilidad,
conservación y transmisión
HAY
que
recordar que, pese a su indudable capacidad de almacenamiento de información,
los formatos digitales son sistemas poco fiables a la hora de conservar la
información. Se degradan con rapidez (no más de 20 años), y cada evolución
tecnológica ha dejado sin convertir al formato nuevo una ingente cantidad de
obras (en música, por ejemplo). No parece tampoco que lo digital ofrezca
demasiadas garantías dada su dependencia de un suministro estable de energía,
que lo convierte en vulnerable. La centralización de las bases de datos es otro
elemento que pone en duda su idoneidad como método de garantizar la
conservación y transmisión del conocimiento a generaciones posteriores.
POR
contraste,
la degradación de algunas páginas de un libro no nos impide leer el resto, y en
ese sentido la tecnología analógica del libro convencional nos permite no
perder toda la información de golpe, como pasa con el soporte digital. La
duración media de un libro, si los materiales son razonablemente buenos y las
condiciones de almacenamiento las adecuadas, es superior a un siglo. Si tienes
dos libros deteriorados en partes diferentes puedes combinarlos para hacer uno
nuevo, sin necesidad de ninguna tecnología compleja. La replicación y
dispersión de los ejemplares del libro físico le da mejor resiliencia que las
del libro digital.
EL
libro de
papel es actualmente la mejor garantía de la preservación de nuestro saber y
recreación. Es, simplemente, una cuestión de gestión de riesgos: el libro
físico nos da una garantía de continuidad, en tanto que el digital está muy
expuesto a la pérdida definitiva. Estas consideraciones, centrales en lo
tocante a archivos y bibliotecas, también tienen gran importancia en sus
implicaciones industriales. El valor estratégico de una industria que pueda
garantizar la continuidad, conservación y transmisión del saber crecerá
conforme sean más inciertas las premisas en las que se basa lo digital:
electricidad abundante y sin cortes de suministro, complejidad tecnológica en
industria y redes de distribución eléctrica, abundancia de materias primas
baratas para fabricación de dispositivos.
Economía
del libro
LA
progresiva
pérdida de capacidad adquisitiva de gran parte de la población nos sitúa ante
una clientela más remisa al gasto compulsivo e innecesario (compra por impulso,
en el lenguaje blanqueado del marketing). La variable precio ganará en
importancia, pero no cabe descartar que también lo hagan otras variables más
subjetivas, como el valor atribuido al producto de larga vida, una vez que el
furor de lo efímero deje paso al aprecio por lo duradero. De la capacidad de la
industria del libro de otorgar valor añadido a éste dependerá el tamaño
económico de dicha industria. Pero todo indica que ese pastel global va a
menguar, y bastante. En la medida en la que el libro digital vaya logrando más
trozo de ese pastel, menos quedará para el libro en papel. La convivencia entre
los dos formatos no es incruenta. Pero hay otra posibilidad: que el contenido
digital acabe siendo un reclamo o incentivo gratuito (o casi) para la venta en
papel.
EL
precio de
los contenidos digitales tiende a cero en una economía de oferta
superabundante. Tampoco está del todo claro que los potenciales consumidores
vayan a optar por pagar por algo que pueden conseguir gratis. Es un gran
desafío para la industria editorial conseguir hacer rentable la
comercialización digital, pero si lo consigue es muy improbable que sea para la
gigantesca cantidad de títulos que componen hoy el saldo vivo de libros en
España. La inversión en papel se recupera con ventas de menos de 2.000
ejemplares, siendo el precio medio de algo menos de 15 euros, pero es dudoso
que pueda lograrlo vendiendo el mismo número de descargas digitales a 1 ó 2
euros. Lo digital tiende hacia la concentración y el monopolio, y la posición
de fuerza de los grandes actores de ese mundo se repetirá en la industria
editorial digital. Es complicado para los editores de papel tener que hacer hoy
grandes inversiones que, en el mejor de los casos, sólo se recuperarán en un
futuro distante. La deriva económica actual, que va a durar largos años, no
favorece este tipo de apuestas.
EL
modelo de
pago por acceso podría imponerse una vez que el impacto en los precios de los
dispositivos del escenario comentado anteriormente empezara a notarse. Pero es
difícil que pueda haber viabilidad económica para tantos títulos y tantas
editoriales como existen actualmente.
PARA
algunas
librerías independientes es posible encontrar un pequeño hueco en la venta de
descargas, pero para el conjunto del tejido librero no lo es. Puede ser una
opción válida para unos pocos, pero no para el sector.
LOS
datos
económicos referidos al libro de papel se resumen en que tras varios años de
facturación global estancada, llevamos dos seguidos de clara bajada. Es pues un
sector maduro y en cierta decadencia, con el desafío de saber sobrevivir no ya
sin crecimiento de las ventas sino con decrecimiento. Para adecuarse a esta
realidad es necesario ser mucho más eficiente en los procesos, con un uso
óptimo de los recursos y la tecnología. Pero tan importante o más será la
capacidad de cooperación que demuestre el sector, que se plasma en nuestra sopa
de letras particular: SINLI, DILVE, CSL, CEGAL en Red. La cooperación quiere decir
ahorro de costes, pero también implica información y conocimiento compartidos.
Curiosamente, la historia y la naturaleza nos enseñan que en ámbitos de escasez
la cooperación es mejor estrategia que la lucha y la acumulación.
UNA
de las
pruebas de fuego va a ser la adecuación de la oferta (siempre creciente, todos
los años batiendo el récord de novedades) a la demanda, que no puede absorber
todo lo que se publica ni en las tiradas en que se hace. Las devoluciones
crecientes se trataban de compensar con la huida hacia delante de publicar más
aún, pero ese juego ya no se sostiene más tiempo. Pese a la reticencia de casi
todos, toca autolimitarse. Con el inevitable encarecimiento del transporte,
editar en exceso va a ser prohibitivo. La impresión bajo demanda puede ser de
gran ayuda, y no hay que descartar que una parte significativa de la edición se
acabe realizando en las librerías con pequeñas máquinas rápidas y eficientes,
recuperando la antigua función de librero-impresor.
EN
cuanto al
tamaño y tipología de las empresas, en lo que a librerías se refiere es
previsible que las grandes cadenas sufran. En parte porque aquellas tiendas
radicadas en centros comerciales verán disminuir implacablemente su flujo de
clientes. Al centro comercial se va en coche, y la automoción privada sufrirá
un rápido declive conforme el precio de la gasolina se dispare. Por otra parte,
las grandes estructuras pueden tener mayores dificultades de adaptación que las
pequeñas a un entorno de no crecimiento. Lo mismo se aplica a editoriales.
Y
cabe
experimentar con librerías de formato cooperativo, que aporten servicios
variados, además de la mera venta de libros, como ya empezamos a observar.
DURANTE
unos
cuantos años es probable que se mantengan simultáneamente los dos formatos,
papel y digital, con varios modelos de edición y comercialización, hasta que se
compruebe la inviabilidad de uno u otro. Eso obligará a las librerías
independientes a no desatender del todo las posibilidades que ofrezca el mundo
digital, aunque la apuesta de futuro debe estar basada en el papel, y sobre
todo, en la dimensión física, tanto de los espacios de las librerías como de la
relación de encuentro y cercanía establecida con los clientes. Hay que
convertir el problema en solución. Si la dimensión física es la que nos marca,
fortalezcamos lo que posibilita. Frente a lo virtual, lo palpable1.
Lo difícil para la librería independiente será aguantar el envite de estos
primeros años, con todo en contra. Pero es posible que quien lo logre pueda
ocupar un importante lugar en la sociedad futura.
La
librería del futuro
UNO
de nosotros
ya anticipó2 la relación de las funciones que le quedan que
desempeñar en un futuro a la librería, y que resumimos como sigue:
- La función informadora. Se trata de disponer y ofrecer todas las bases de datos necesarias, o
su acceso on-line.
- La función recomendadora. Se trata de transmitir el saber conspicuo y
creíble sobre los contenidos de los libros, que se aprende con el amor y
la experiencia.
- La función de encuentro. La librería palpable será siempre un lugar de
reunión de gentes y de cruce esporádico de personas.
- La función cultural. Se trata de tener una postura activa en la difusión
de la cultura y el pensamiento.
- La función civilizatoria. En los tiempos que corren hay que fomentar los
valores de no violencia, solidaridad, sabiduría, frugalidad y solaridad.
- La función de resistencia. Los huecos están ahí, pero es necesario
ocuparlos. Como hemos visto en el 15M existen otras posibilidades
- La función endógena. La empresa cultural librera debe incardinarse en su
medio social.
- La función de etnodiversidad. Hay que fomentar
las lenguas y culturas locales y mantener libros de fondo.
- La función de servicio polivalente. La librería
palpable tiene en su mano proporcionar todos los servicios, incluidos los
virtuales.
- La función corporal. Propiciamos el poder tocarnos, en estos tiempos de
virtualidad y rechazo.
- La función laboral. Tenemos los medios para dignificar el trabajo.
- La función empresarial. Podemos representar polos de fomento de la escala
humana. Tendremos que apostar por formas empresariales cooperativas.
- La función poética. Podemos seguir repartiendo sueños.
- La función de solaridad. Hay que caminar hacia
la librería solar.
DEBE formar parte de un mundo más lento pero más apreciativo, otorgando al libro que se lo merece el tiempo y la atención necesaria para que sea conocido por sus lectores naturales. En realidad, esa es la misión esencial de la librería: poner en comunicación libros con lectores.
LA librería solar puede ser la respuesta a un futuro de baja energía si sabe adaptarse y resistir. ¿Merecería la pena? Seguro. ¿Será posible? Esperemos que sí. Tenemos que intentarlo.
Notas y referencias
1. Puche, P. ‘La librería palpable’, en Un librero en apuros. Memorial de afanes y quebrantos (2004), Ediciones del Genal, p.107
2. Puche, P.,La librería solar, ponencia presentada en el Congreso de Libreros, Alcalá 2007
PUEDE ver aquí anteriores colaboraciones de Paco Puche:
- 14/06/11 El Príncipe y Ashoka: un instante de gloria
- 25/05/11 15-M: la toma de las plazas públicas
- 15/05/11 Un mundo sin amianto
- 14/04/11 Adiós a la energía nuclear
- 11/03/11 Especulación y destrucción del territorio. El caso del macroproyecto de los Merinos, en Ronda (1ª Parte)
- 01/02/11 ¿Por qué cooperamos?
- 29/12/10 MarViva es Avina (La metáfora del queso de Gruyère)
- 03/12/10 Víctimas y verdugos. Las mentiras del amianto, las fortunas amasadas y los delitos consumados
- 23/11/10 De San Pedro de Alcántara a San Juan de la Cruz, o vuelva usted mañana
- 10/11/10 La autopista del cáncer
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- 19/10/10 Amianto, una fibra mortal e invisible
- 22/09/10 Ashoka por sí misma. La intrusión del gran capital filantrópico en los movimientos sociales
- 14/0910 El agua en Málaga. Estudios para la participación en los planes hidrológicos
- 27/07/10 Monsanto, mon Dieu!
- 14/07/10 El pelícano ciego. Acerca de los bienes comunes
- 18/06/10 La metáfora de la tarta
- 10/06/10 Decrecimiento y tiempo para la vida
- 18/05/10 Desmontando a S. Schmidheiny. Los crímenes con amianto: de la multinacional Eternit a la fundación AVINA
- 23/04/10 ¿De quién es el agua?
- 11/03/10 La economía feminista como paradigma alternativo
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- 22/12/09 De librero a librero: ese paraíso de letra y papel (Homenaje a polillas y demás seres pequeños que andan entre libros)
- 15/12/09 La Triple A: Amianto, Avina, Ashoka
- 01/12/09 Cuidar la T(t)ierra
- 30/10/09 El libro de papel ha muerto, ¡viva el libro de papel!
- 21/10/09 El crepúsculo del capitalismo
- 30/09/09 La economía del abrazo
- 15/09/09 La crisis global
- 28/07/09 “No lo hemos podido evitar” (Ensayo sobre el maldito parné)
- 07/07/09 El teorema de la imposibilidad: en defensa del decrecimiento
- 23/06/09 Amianto: crónica de una tragedia anunciada
- 28/05/09 Réquiem por AVINA
- 19/05/09 Democracia S.A.
- 15/04/09 La crisis del agua en Málaga y la crisis ecológica global
- 26/03/09 Las pistas falsas de la corrupción
- 25/10/07 Cuatro tópicos por desmontar sobre el Guadalmedina
- 27/09/07 Ideas vertidas al Guadalmedina
PUEDE leer aquí las crónicas de Paco Puche sobre el macrojuicio del amianto en Turín:
- 19/03/10 Casale Monferrato, la capital mundial del amianto (Viaje en busca del lugar del crimen desde el que ha emergido la vida)
- 18/03/10 El fin de la impunidad
- 16/03/10 El pueblo contra Schmidheiny
PARA más información, puede consultar aquí el Informe Avina realizado por Paco Puche