OPINIÓN. Lecturas impertinentes. Juan Miguel Salvador y Paco Puche
Libreros y ecologistas

puche_1.jpg17/06/11. Opinión. “Estamos viviendo en vísperas de enormes cambios. Lo que llamamos crisis es otra cosa: la constatación de que el modelo económico ya no es sostenible más tiempo. El futuro difícilmente irá en la dirección de más: más velocidad, más producción, más consumo. La razón última...

OPINIÓN. Lecturas impertinentes. Juan Miguel Salvador y Paco Puche
Libreros y ecologistas


puche_1.jpg17/06/11. Opinión. “Estamos viviendo en vísperas de enormes cambios. Lo que llamamos crisis es otra cosa: la constatación de que el modelo económico ya no es sostenible más tiempo. El futuro difícilmente irá en la dirección de más: más velocidad, más producción, más consumo. La razón última de todo esto está en la base material de la economía. En estos próximos años nos vamos a enfrentar a unos límites físicos que modificarán profundamente nuestro mundo y nuestra forma de vida, obligándonos a cambios considerables”. Los libreros Juan Miguel Salvador y Paco Puche introducen en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com esta reflexión sobre la próxima evolución de la librería teniendo en cuenta las condiciones económicas y ambientales del mundo actual.

La librería solar como futuro ante el reto digital y el decrecimiento

juan_miguel_salvadorESTAMOS viviendo en vísperas de enormes cambios. Lo que llamamos crisis es otra cosa: la constatación de que el modelo económico ya no es sostenible más tiempo. El futuro difícilmente irá en la dirección de más: más velocidad, más producción, más consumo. La razón última de todo esto está en la base material de la economía. En estos próximos años nos vamos a enfrentar a unos límites físicos que modificarán profundamente nuestro mundo y nuestra forma de vida, obligándonos a cambios considerables. Y pese al tecno-optimismo imperante, que cree ciegamente que todos los problemas se solucionan con más tecnología, ésta no es ajena a los límites ni a las leyes físicas que rigen en nuestro planeta.

DESCONOCEMOS el ritmo exacto al que se irán produciendo los cambios, pero sabemos que son inexorables a medio plazo, como muy tarde.

VAMOS a trazar las características principales que, creemos, van a configurar ese futuro, para analizar a continuación cómo pueden comportarse en él los dos formatos del libro: papel y digital. Finalmente esbozaremos qué posibilidades se le ofrecen a la librería para jugar algún papel en los años venideros.

Escenario previsible

PARA
poder hacer una previsión del futuro de la librería primero hay que dibujar el escenario previsible. Veamos que características puede tener.

Declive energético y de recursos


EN
noviembre de 2010, la Agencia Internacional de la Energía (AIE) reconoció por fin, después de años de negar su mera existencia, que el peak oil o cénit del petróleo convencional tuvo lugar en 2006. Este concepto indica el momento en el que la extracción de crudo llega a su punto más alto, tras el cual sigue una meseta más o menos larga y un declive más o menos brusco. Este declive es irreversible, y nos indica claramente que la época del petróleo barato llegó a su fin. A partir de ahora nos encontramos con que cada año será más difícil y caro seguir extrayendo petróleo de sitios cada vez menos accesibles, y con más riesgo medioambiental. Teniendo en cuenta la extrema dependencia que nuestro sistema económico tiene del petróleo (el 95% del transporte motorizado se mueve con derivados del petróleo), el pronóstico es fácil: su precio tiende a subir inexorablemente, y de hecho pone en cuestión la viabilidad del sistema económico actual: la globalización.

PERO no solo habrá problemas con el petróleo. Muchos de los materiales básicos para nuestra industria, como el cobre o las llamadas tierras raras, han agotado sus yacimientos más abundantes y rentables. Lo que queda ahora es de peor calidad y está más disperso, por tanto también será cada vez más caro.

TEMA aparte son los elementos naturales imprescindibles para la vida humana que sufren un proceso de degradación imparable, empezando por el agua potable y acabando por el clima, pasando por la biodiversidad que tan importantes servicios nos proporciona (polinización de plantas, depuración de tóxicos en el agua, fertilización del suelo, fotosíntesis, etc.). Hemos superado ampliamente la capacidad de carga de la biosfera, con lo que consumimos más recursos de los que la Tierra repone y producimos más residuos de los que el planeta consigue depurar.

EN definitiva, nos enfrentamos a un descenso energético sólo parcialmente atenuado por otras fuentes alternativas, y a un medio natural deteriorado y menos abundante en recursos de todo tipo. Si la población mundial sigue creciendo, el reparto per cápita no hará sino disminuir.

LA correlación entre crecimiento económico y consumo de energía es directa. Ambas magnitudes han ido de la mano desde el comienzo de la era de los combustibles fósiles (carbón, petróleo, gas). El sistema económico capitalista necesita cada vez más energía para poder seguir creciendo. Y eso no va ser posible, dado que las otras fuentes de energía no pueden suplir por completo el declive del petróleo, que puede ser de entre un 2% y un 8% anual. Como hemos comprobado en los últimos años, el sistema económico colapsa si no crece, por la sencilla razón de que está basado en el crédito. Y el crédito supone que lo que gasto hoy lo tengo que devolver mañana más los intereses. Luego el deudor tiene que ser capaz de generar lo que pidió más esos intereses. Es decir, tiene que lograr hacer crecer el dinero que pidió. Si no es capaz no podrá devolver su deuda. Sin la energía barata que facilite el crecimiento económico, la enorme deuda global se vuelve una losa cada vez más pesada. El colapso de un sistema así sustentado no está lejos, pese a las maniobras que han transformado deuda privada en deuda pública. Una de las consecuencias de esto será la rebaja de los servicios sociales de todo tipo y el descenso paulatino del poder adquisitivo de la mayoría de la población. La repercusión sobre el consumo está clara: bajará necesariamente.

Simplificación de la sociedad

UNA de las características de las sociedades modernas es su enorme complejidad, que se traduce en que cada vez menos población se ocupa en los sectores primario y secundario, y crece el sector servicios, con múltiples interacciones entre individuos y colectivos de todo tipo, y con una intrincada red de instituciones y organizaciones vertebrando el edificio social. Pero rara vez se pone de relieve cuán dependiente es todo ese entramado de la existencia de un excedente después de la satisfacción de las necesidades básicas, singularmente la alimentación. La moderna industria agroalimentaria consume gran cantidad de energía, sobre todo petróleo. Fertilizantes y pesticidas, maquinaria agrícola, sistemas de regadío, redes de transporte (cada alimento viaja una media de 2.500 km antes de ser consumido), todo esto implica petróleo. Y gracias al petróleo barato gran cantidad de la población puede dedicarse a otras profesiones y actividades distintas a la agricultura; de hecho menos del 5% de la población activa en los países más desarrollados se dedica a producir alimentos para el resto de la sociedad. Es solo un ejemplo de hasta qué punto la energía barata y abundante del petróleo ha modelado las sociedades actuales. Pero esta dependencia lleva aparejada una gran fragilidad, porque la disminución en la disponibilidad del petróleo barato puede hacer que haya que dedicar más recursos a lo básico y esencial, como la producción de alimentos, que ya no podrán venir de lejanas distancias como ahora. Quedará menos excedente para lo demás, tanto de población trabajadora como de recursos. Además, la enorme interdependencia de los diversos sectores económicos puede ocasionar una disminución brusca de la complejidad. Si un sector económico importante colapsa arrastrará consigo a otros sectores muy relacionados con el primero. Por ejemplo, una fuerte subida del precio de los carburantes hará inviable el turismo masivo y barato. Siendo un sector tan importante en la economía de muchos países (entre ellos España), su deterioro tendrá un fuerte impacto en numerosas actividades vinculadas: hostelería, construcción vacacional, líneas aéreas, alquiler de vehículos, etc., todas ellas además fuertemente intensivas en energía. Otro ejemplo lo vemos en la fabricación de un automóvil. Sus miles de piezas son fabricadas a su vez en decenas de países diferentes, y viajan hasta la factoría de montaje, donde se ensambla el coche. Basta con que unas pocas piezas no puedan seguirse fabricando, por escasez de materiales, por ejemplo, para que el proceso entero se detenga. Y a la inversa, si una empresa automovilística quiebra arrastrará consigo a decenas de fabricantes, que suelen producir únicamente un tipo de piezas para una sola marca de coches.

EN definitiva, la extrema especialización que caracteriza la globalización va a ir desapareciendo porque solo es factible con transporte y energía baratos. La economía formal disminuirá de tamaño, y aumentará el intercambio no monetario, diversas maneras de trueque y de trabajos comunitarios. Muchas de las profesiones muy especializadas de hoy dejarán paso a oficios más versátiles, los objetos se repararán en vez de tirarlos y comprar otro nuevo, y la economía tenderá a hacerse más local y autosuficiente. Habrá que establecer prioridades, y descartar lo superfluo y efímero, lo menos eficiente y lo más contaminante.

Resumen del escenario previsible: hacia una sociedad de baja energía

TODAS las características expuestas arriba nos dibujan una sociedad futura que habrá perdido algunas de las señas de identidad del presente: el hiperconsumismo, el derroche energético y material, el movimiento incesante de cosas y personas. Se producirá una vuelta al medio rural por una parte no despreciable de la población, y se simplificará la vida cotidiana y todo tipo de producción. Es muy probable que se redescubran viejas formas de ocio y objetos mejor adaptados a la nueva realidad, pese a no pertenecer a lo que en los primeros años del siglo XXI se considera moderno o vanguardia. Cuanta más tecnología compleja y más energía suponga una determinada actividad o producto, menos probable es que perdure. Pasaremos del mundo lleno actual a otro más sobrio, aunque no necesariamente implicará una vida peor, si sabemos responder adecuadamente a los desafíos.

ESTOS cambios ya están empezando a producirse, más allá de su poca visibilidad mediática, de manera que los próximos veinte años no van a parecerse demasiado a los últimos veinte. No hablamos, por tanto, de un futuro lejano, sino de pasado mañana. Y como dice el tango, veinte años no es nada.

ebook

Comparación entre formatos: papel versus digital

EN un escenario caracterizado por lo anterior, todos los sectores económicos cambiarán profundamente, desapareciendo algunos y emergiendo otros nuevos. El sector del libro lleva ya algunos años debatiéndose en su propio proceso de definición, con dos modelos empezando a convivir: el del papel y el digital. Analicemos cuál de los dos puede adaptarse mejor a la situación descrita arriba.

Impacto ecológico

LOS dispositivos de visionado, ya sean kindles, iPads o similares, u ordenadores, requieren muchos materiales raros y caros que cada vez serán más escasos y más costosos, aparte de cantidades masivas de energía para su fabricación. Es dudoso que en el futuro haya un ordenador en cada casa, más aún un e-reader. La propia lectura en pantalla requiere de electricidad, que puede llegar a ser cara y escasa. Internet consume hoy en EEUU el 5% de toda la electricidad, y muy probablemente tendrá que disminuir su tamaño, y los ciudadanos deberán seleccionar mejor el uso que le dan.

LA obsolescencia de los aparatos electrónicos no juega a favor de este formato, por lo que, si quiere perdurar, deberá conseguir dispositivos menos intensivos en materiales y energía, mucho más duraderos y menos frágiles. Una posible solución a estos inconvenientes vendría del uso compartido de los aparatos de lectura, probablemente ordenadores por servir para muchos otros usos. Esta opción es más compatible con un modelo de pago por acceso que con la propiedad individual de los contenidos.

LOS libros en papel no necesitan dispositivos adicionales para leerlos, la energía se invierte solo en su producción y distribución, no en cada lectura. Los libros de papel secuestran carbono, con lo que su huella de carbono es más reducida de lo que pudiera parecer. No contienen plásticos derivados del petróleo ni metales escasos. No obstante, el proceso de producción de papel supone un gasto intensivo tanto de energía como de agua, además de algunos procesos contaminantes como el blanqueado con cloro. Estos procesos industriales han de reducir su impacto ecológico, para lo que los agentes del sector deben exigir mejoras rápidas a los fabricantes.

TAMBIÉN está en el debe del libro de papel el consumo energético del transporte asociado a su distribución. El porcentaje de devolución en España no hace sino crecer, y los viajes de ida y vuelta de los libros que no se venden son la mitad del transporte total. Si no se resuelve esta cuestión, este modelo de comercialización del libro en papel tiene un futuro complicado.

Durabilidad, conservación y transmisión

HAY que recordar que, pese a su indudable capacidad de almacenamiento de información, los formatos digitales son sistemas poco fiables a la hora de conservar la información. Se degradan con rapidez (no más de 20 años), y cada evolución tecnológica ha dejado sin convertir al formato nuevo una ingente cantidad de obras (en música, por ejemplo). No parece tampoco que lo digital ofrezca demasiadas garantías dada su dependencia de un suministro estable de energía, que lo convierte en vulnerable. La centralización de las bases de datos es otro elemento que pone en duda su idoneidad como método de garantizar la conservación y transmisión del conocimiento a generaciones posteriores.

POR contraste, la degradación de algunas páginas de un libro no nos impide leer el resto, y en ese sentido la tecnología analógica del libro convencional nos permite no perder toda la información de golpe, como pasa con el soporte digital. La duración media de un libro, si los materiales son razonablemente buenos y las condiciones de almacenamiento las adecuadas, es superior a un siglo. Si tienes dos libros deteriorados en partes diferentes puedes combinarlos para hacer uno nuevo, sin necesidad de ninguna tecnología compleja. La replicación y dispersión de los ejemplares del libro físico le da mejor resiliencia que las del libro digital.

EL libro de papel es actualmente la mejor garantía de la preservación de nuestro saber y recreación. Es, simplemente, una cuestión de gestión de riesgos: el libro físico nos da una garantía de continuidad, en tanto que el digital está muy expuesto a la pérdida definitiva. Estas consideraciones, centrales en lo tocante a archivos y bibliotecas, también tienen gran importancia en sus implicaciones industriales. El valor estratégico de una industria que pueda garantizar la continuidad, conservación y transmisión del saber crecerá conforme sean más inciertas las premisas en las que se basa lo digital: electricidad abundante y sin cortes de suministro, complejidad tecnológica en industria y redes de distribución eléctrica, abundancia de materias primas baratas para fabricación de dispositivos.

Economía del libro

LA progresiva pérdida de capacidad adquisitiva de gran parte de la población nos sitúa ante una clientela más remisa al gasto compulsivo e innecesario (compra por impulso, en el lenguaje blanqueado del marketing). La variable precio ganará en importancia, pero no cabe descartar que también lo hagan otras variables más subjetivas, como el valor atribuido al producto de larga vida, una vez que el furor de lo efímero deje paso al aprecio por lo duradero. De la capacidad de la industria del libro de otorgar valor añadido a éste dependerá el tamaño económico de dicha industria. Pero todo indica que ese pastel global va a menguar, y bastante. En la medida en la que el libro digital vaya logrando más trozo de ese pastel, menos quedará para el libro en papel. La convivencia entre los dos formatos no es incruenta. Pero hay otra posibilidad: que el contenido digital acabe siendo un reclamo o incentivo gratuito (o casi) para la venta en papel.

EL precio de los contenidos digitales tiende a cero en una economía de oferta superabundante. Tampoco está del todo claro que los potenciales consumidores vayan a optar por pagar por algo que pueden conseguir gratis. Es un gran desafío para la industria editorial conseguir hacer rentable la comercialización digital, pero si lo consigue es muy improbable que sea para la gigantesca cantidad de títulos que componen hoy el saldo vivo de libros en España. La inversión en papel se recupera con ventas de menos de 2.000 ejemplares, siendo el precio medio de algo menos de 15 euros, pero es dudoso que pueda lograrlo vendiendo el mismo número de descargas digitales a 1 ó 2 euros. Lo digital tiende hacia la concentración y el monopolio, y la posición de fuerza de los grandes actores de ese mundo se repetirá en la industria editorial digital. Es complicado para los editores de papel tener que hacer hoy grandes inversiones que, en el mejor de los casos, sólo se recuperarán en un futuro distante. La deriva económica actual, que va a durar largos años, no favorece este tipo de apuestas.

EL modelo de pago por acceso podría imponerse una vez que el impacto en los precios de los dispositivos del escenario comentado anteriormente empezara a notarse. Pero es difícil que pueda haber viabilidad económica para tantos títulos y tantas editoriales como existen actualmente.

PARA algunas librerías independientes es posible encontrar un pequeño hueco en la venta de descargas, pero para el conjunto del tejido librero no lo es. Puede ser una opción válida para unos pocos, pero no para el sector.

LOS datos económicos referidos al libro de papel se resumen en que tras varios años de facturación global estancada, llevamos dos seguidos de clara bajada. Es pues un sector maduro y en cierta decadencia, con el desafío de saber sobrevivir no ya sin crecimiento de las ventas sino con decrecimiento. Para adecuarse a esta realidad es necesario ser mucho más eficiente en los procesos, con un uso óptimo de los recursos y la tecnología. Pero tan importante o más será la capacidad de cooperación que demuestre el sector, que se plasma en nuestra sopa de letras particular: SINLI, DILVE, CSL, CEGAL en Red. La cooperación quiere decir ahorro de costes, pero también implica información y conocimiento compartidos. Curiosamente, la historia y la naturaleza nos enseñan que en ámbitos de escasez la cooperación es mejor estrategia que la lucha y la acumulación.

UNA de las pruebas de fuego va a ser la adecuación de la oferta (siempre creciente, todos los años batiendo el récord de novedades) a la demanda, que no puede absorber todo lo que se publica ni en las tiradas en que se hace. Las devoluciones crecientes se trataban de compensar con la huida hacia delante de publicar más aún, pero ese juego ya no se sostiene más tiempo. Pese a la reticencia de casi todos, toca autolimitarse. Con el inevitable encarecimiento del transporte, editar en exceso va a ser prohibitivo. La impresión bajo demanda puede ser de gran ayuda, y no hay que descartar que una parte significativa de la edición se acabe realizando en las librerías con pequeñas máquinas rápidas y eficientes, recuperando la antigua función de librero-impresor.

EN cuanto al tamaño y tipología de las empresas, en lo que a librerías se refiere es previsible que las grandes cadenas sufran. En parte porque aquellas tiendas radicadas en centros comerciales verán disminuir implacablemente su flujo de clientes. Al centro comercial se va en coche, y la automoción privada sufrirá un rápido declive conforme el precio de la gasolina se dispare. Por otra parte, las grandes estructuras pueden tener mayores dificultades de adaptación que las pequeñas a un entorno de no crecimiento. Lo mismo se aplica a editoriales.

Y cabe experimentar con librerías de formato cooperativo, que aporten servicios variados, además de la mera venta de libros, como ya empezamos a observar.

DURANTE unos cuantos años es probable que se mantengan simultáneamente los dos formatos, papel y digital, con varios modelos de edición y comercialización, hasta que se compruebe la inviabilidad de uno u otro. Eso obligará a las librerías independientes a no desatender del todo las posibilidades que ofrezca el mundo digital, aunque la apuesta de futuro debe estar basada en el papel, y sobre todo, en la dimensión física, tanto de los espacios de las librerías como de la relación de encuentro y cercanía establecida con los clientes. Hay que convertir el problema en solución. Si la dimensión física es la que nos marca, fortalezcamos lo que posibilita. Frente a lo virtual, lo palpable1. Lo difícil para la librería independiente será aguantar el envite de estos primeros años, con todo en contra. Pero es posible que quien lo logre pueda ocupar un importante lugar en la sociedad futura.

La librería del futuro

UNO de nosotros ya anticipó2 la relación de las funciones que le quedan que desempeñar en un futuro a la librería, y que resumimos como sigue:

- La función informadora. Se trata de disponer y ofrecer  todas las bases de datos necesarias, o su acceso on-line.

-
La función recomendadora. Se trata de transmitir el saber conspicuo y creíble sobre los contenidos de los libros, que se aprende con el amor y la experiencia.
-
La función de encuentro. La librería palpable será siempre un lugar de reunión de gentes y de cruce esporádico de personas.
-
La función cultural. Se trata de tener una postura activa en la difusión de la cultura y el pensamiento.
-
La función civilizatoria. En los tiempos que corren hay que fomentar los valores de no violencia, solidaridad, sabiduría, frugalidad y solaridad.
-
La función de resistencia. Los huecos están ahí, pero es necesario ocuparlos. Como hemos visto en el 15M existen otras posibilidades
-
La función endógena. La empresa cultural librera debe incardinarse en su medio social.
-
La función de etnodiversidad. Hay que fomentar las lenguas y culturas locales y mantener libros de fondo.
-
La función de servicio polivalente. La librería palpable tiene en su mano proporcionar todos los servicios, incluidos los virtuales.
-
La función corporal. Propiciamos el poder tocarnos, en estos tiempos de virtualidad y rechazo.
-
La función laboral. Tenemos los medios para dignificar el trabajo.
-
La función empresarial. Podemos representar polos de fomento de la escala humana. Tendremos que apostar por formas empresariales cooperativas.
-
La función poética. Podemos seguir repartiendo sueños.
-
La función de solaridad. Hay que caminar hacia la librería solar.

TODO esto podría realizar la librería del futuro, la librería solar. ¿Qué características debe tener? Debe respetar los principios de la biomímesis, la imitación de la naturaleza. Para ello ha de ser eficiente y frugal en el uso de materiales y energía en sus instalaciones, no generar demasiados residuos (incluidas las devoluciones), situarse cerca de donde vive la población a la que atiende, trabajar con materias primas renovables y con bajo impacto en los ecosistemas (papel de bosques gestionados con criterios sostenibles), apostar por una variedad de fondos de calidad, y contribuir cultural, social y económicamente a la comunidad local en la que se inserta, además de colaborar con el resto de los agentes del ecosistema del libro en su mejora y sostenibilidad.

DEBE formar parte de un mundo más lento pero más apreciativo, otorgando al libro que se lo merece el tiempo y la atención necesaria para que sea conocido por sus lectores naturales. En realidad, esa es la misión esencial de la librería: poner en comunicación libros con lectores.

LA librería solar puede ser la respuesta a un futuro de baja energía si sabe adaptarse y resistir. ¿Merecería la pena? Seguro. ¿Será posible? Esperemos que sí. Tenemos que intentarlo.

Notas y referencias
1. Puche, P. ‘La librería palpable’, en Un librero en apuros. Memorial de afanes y quebrantos (2004), Ediciones del Genal, p.107
2. Puche, P.,La librería solar, ponencia presentada en el Congreso de Libreros, Alcalá 2007

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- 25/05/11 15-M: la toma de las plazas públicas
- 15/05/11 Un mundo sin amianto
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- 11/03/11 Especulación y destrucción del territorio. El caso del macroproyecto de los Merinos, en Ronda (1ª Parte)
- 01/02/11 ¿Por qué cooperamos?
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- 18/06/10 La metáfora de la tarta
- 10/06/10 Decrecimiento y tiempo para la vida
- 18/05/10 Desmontando a S. Schmidheiny. Los crímenes con amianto: de la multinacional Eternit a la fundación AVINA
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- 22/12/09 De librero a librero: ese paraíso de letra y papel (Homenaje a polillas y demás seres pequeños que andan entre libros)
- 15/12/09 La Triple A: Amianto, Avina, Ashoka 
- 01/12/09 Cuidar la T(t)ierra 
- 30/10/09 El libro de papel ha muerto, ¡viva el libro de papel! 
- 21/10/09 El crepúsculo del capitalismo 
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- 15/09/09 La crisis global 
- 28/07/09 “No lo hemos podido evitar” (Ensayo sobre el maldito parné) 
- 07/07/09 El teorema de la imposibilidad: en defensa del decrecimiento
- 23/06/09 Amianto: crónica de una tragedia anunciada
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- 15/04/09 La crisis del agua en Málaga y la crisis ecológica global 
- 26/03/09 Las pistas falsas de la corrupción
- 25/10/07 Cuatro tópicos por desmontar sobre el Guadalmedina
- 27/09/07 Ideas vertidas al Guadalmedina

PUEDE leer aquí las crónicas de Paco Puche sobre el macrojuicio del amianto en Turín:
- 19/03/10 Casale Monferrato, la capital mundial del amianto (Viaje en busca del lugar del crimen desde el que ha emergido la vida)
- 18/03/10 El fin de la impunidad
- 16/03/10 El pueblo contra Schmidheiny

PARA más información, puede consultar aquí el Informe Avina realizado por Paco Puche