OPINIÓN. ¿Me quieren oír? Por Dardo Gómez
Periodista


10/12/15. Opinión. El periodista Dardo Gómez analiza en su nuevo artículo de opinión en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com un reportaje publicado por The New York Times sobre la situación de la información en España, que ha provocado “reacciones lastimosas que han hecho más evidentes las impudicias de los socios de AEDE”...

A la AEDE le han destapado las vergüenzas

EN
diciembre de 2014, hace ahora un año, José Luis Cebrián, pope del diario El País, asistió como ponente invitado al III Foro de la Comunicación de Veracruz, un evento coincidente con una inoperante Cumbre Iberoamericana. Este mamoneo, el del Foro, estaba pagado por el Gobierno de España y el siniestro Grupo Televisa; un conglomerado de medios multiplataforma dedicado a aplanar la cultura de los pueblos; a cambio de dinero, claro.

EN
ese espacio de empresarios de medios, muchos de ellos reconocidos golpistas, el mandamás de Prisa señaló la dificultad de los medios como el suyo para sobrevivir en un universo cada vez más desintermediado, donde, bajo el empuje de las redes sociales y la dispersión de Internet, las plataformas tradicionales ya no vertebran la opinión publica”.

Y lloriqueaba alarmado de que se está registrando “un cambio de civilización en los periódicos, comparable a la invención de la imprenta o el alfabeto. La opinión pública ya no está vertebrada solo por los medios tradicionales”. Parece ser que este señor no esperaba que, en algún momento, se habría de poner fin a los decenios de secuestro de la información.

UN
mes antes de estas declaraciones de Veracruz, quien dicen que ha sido referente de los periodistas jóvenes de la transición, había firmado un editorial en su diario hablando de ‘las corrupciones’.

ALLÍ
sostiene que “nos hallamos ante una auténtica ‘tangentópolis’ a la española, en donde la corrupción es sistémica, por lo que solo podrá ser atajada con medidas que reformen en profundidad el sistema”y muestra su temor ante los emergentes de Podemos y los ‘teóricos’ que los avalan, que atentan, según él, contra “el entramado político, social, económico y mediático que viene gobernando este país en las últimas décadas”.

CEBRÍÁN
culpa a ese entramado de la llegada de los populistas, sin perdonar a “los medios de comunicación, enfrentados a una verdadera crisis existencial, (que) abonan la fanfarria nacional en medio del ruido generado por las redes sociales”.

Dónde estaría el señor Cebrián…

SI
uno no lo supiera, le asaltaría la tentación de preguntarse dónde ha estado este editor durante los últimos cuarenta años; pero a todos nos consta que él ha sido partícipe necesario de las miserias que achaca a sus compañeros de viaje.

COFRADE de la ‘omertà’ que anida entre los medios españoles; hace unas semanas, se le ha encendido el coraje cuando sus cómplices de The New York Times se atrevieron a publicar el estado de la ética de la prensa española. Para colmo, lo han hecho tirando de ‘arrepentidos’ de su propia familia que revelan las vergüenzas que se tramitan en lo que va quedando del autoproclamado líder de la prensa en lengua hispana.

AUNQUE
el diario de Prisa no era el único afectado, el resto se ocultó esperando que pasara la tormenta, que no pasó; porque como había denunciado Cebrián en Veracruz, “las plataformas tradicionales ya no vertebran la opinión pública”. Ahora, hay otros actores y estos ventilaron todos los testimonios que certificaban las miserias de la prensa española.

LA
cólera pudo a la prudencia y Cebrián se disparó del sillón ‘V’ de la RAE, para fulminar al que rompió ‘la ley del silencio’ y publicar en su diario un artículo mostrando las tripas financieras del periódico neoyorquino. Destacando que los fracasos de sus inversiones lo habían llevado a caer en las garras del magnate Carlos Slim, a quién terminaba vinculando “al caudillo de la izquierda mexicana, Andrés Manuel López Obrador”.Vaya maneras…

Divorcio de The New York Times

FUE
el primer jueves en once años que El País no publicó el suplemento con artículos ‘escogidos’ de The New York Times, se había roto la relación con los yanquis. Sin embargo, no quedó la cosa allí; el enfado también iba con el resto de los medios españoles ‘de referencia’ que no salían a desmentir (¿con qué?) los datos de los neoyorquinos sobre la corruptela de una prensa que ofrece sus servicios al mejor postor.

PERO Cebrián es hombre de recursos y golpeó con firmeza a las puertas de la Asociación de Editores de Diarios Españoles -AEDE, para los amigos- exigiendo un pronunciamiento.

EL
tabernáculo de la caspa mediática, no sabemos si por esa presión o por vergüenza torera, se sacó un comunicado de urgencia acusando al medio neoyorquino de hacer “una caricatura de la realidad informativa” española y que culmina con un diagnóstico penoso: “La libertad de prensa goza de muy buena salud y lo demuestran los más de 17 millones de lectores fieles que eligen la prensa como el mejor medio para informarse.”

HAY que tener cuidado con las supuestas fidelidades, porque algunas semanas antes un informe de la Universidad de Oxford, publicado por el ‘Instituto Reuters para estudio del periodismo’, concluía que los medios españoles son los menos creíbles de los once países consultados en Europa.

LA propia Asociación de la Prensa de Madrid, en su informe de noviembre de 2014, coincide en gran parte con el diagnóstico de The New York Times y la periodista Rosa María Calaf, declaraba el mes pasado al término de un seminario en Andalucía que “La empresa periodística actual ha perdido gran parte de su vocación informativa y se ha concentrado más, en el mejor de los casos, en la mercantilista, y en el peor, alineándose con intereses de grupo que no son necesariamente los de la mayoría. Esa desviación del objetivo de servicio que tiene la prensa es muy grave y la ciudadanía no parece darse cuenta. Nota que algo pasa, que algo no está funcionando bien. El periodismo ha supeditado los contenidos a la tecnología en lugar de hacer al revés. La tecnología debe ser una herramienta de acceso, de abolir distancias, pero en lugar de eso se hace deprisa y mal.”

Es que AEDE no da para más

OTRO que tampoco se ha mordido la lengua en torno a esta controversia ha sido Enrique Dans; el conocido experto en tecnologías respondía rotundo al comunicado de AEDE: “No, la situación no es la que pinta el New York Times. Es todavía peor. Estamos hablando, sin duda, del mayor deterioro de la calidad democrática en España en toda la historia de su democracia. Todas y cada una de las afirmaciones que se hacen en el artículo del New York Times son rigurosamente ciertas: España es un país donde un gobierno completamente obsesionado con el control de la prensa se dedica, sin ningún tipo de problemas, a ajusticiar directores de medios, a relevarlos de sus funciones y sustituirlos en cuestión de pocas horas y sin resistencia alguna (…) a llamar a consultas a los responsables de los medios para revisar puntualmente qué temas cubren y cómo los cubren, y a crear una interlocución permanente entre los directores y la vicepresidencia del gobierno para generar un clima de permanente control y de ‘aquí nada se mueve si no lo muevo yo’.

Y,
tremendo, Dans concluye: ”Si quieres saber lo que pasa en España, no leas medios de AEDE, una asociación que ha conseguido, no sin esfuerzo, convertirse en sinónimo y bandera de los medios más avejentados y caducos. Lee otras cosas. Porque el artículo del New York Times, por mucho que lloriquee El País o pretenda defender AEDE… tiene toda la maldita razón.”

VAYA, que les han crecido los anticaspa… Como dijo Abraham Lincoln, "se puede engañar a todos alguna vez, o engañar a algunos siempre, pero no se puede engañar a todos siempre".

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