OPINIÓN. ¿Me quieren oír? Por Dardo Gómez
Periodista

01/02/16. Opinión. “Silenciar las vergüenzas de los grandes medios de comunicación o mirar como simples anécdotas los gravísimos casos de manipulación informativa que cometen no ayudará a mejorar el estado de nuestra profesión”, recuerda el periodista Dardo Gómez en su último artículo de opinión en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, en el que cita a Miguel de Unamuno: Hay ocasiones en que callar...

...es mentir, porque el silencio puede interpretarse como aquiescencia.

Callarse, también es mentir

ESTAS colaboraciones mías enEL OBSERVADORque ya llevan algunos años merced a la benevolencia de su director, han generado estimados apoyos de algunos colegas pero, todo hay que decirlo, no menos críticas de otros.

EN algún momento, una de estas páginas ha servido de pretexto para que alguna organización profesional se negara a sentarse a hablar con otra a la cual yo pertenezco. No creo que haya para tanto.

ME resulta singular que mis críticas, análisis o juicios sobre el devenir de nuestra profesión y mi visión de sus necesidades y carencias puedan llegar a percibirse como agravios personales o como reproches al ejercicio individual del periodismo. Creo que a todos consta que cuando he querido formular una responsabilidad individual siempre he puesto nombres y apellidos.

SIN embargo, no deja de inquietarme que se entienda que mi modesta columna pretende dañar la profesión, el periodismo o la industria de los medios. Vaya por delante que dudo de mis capacidades para alcanzar tamaños objetivos y que la inacción de unos y el desinterés de otros pueden mucho más que yo en esas intenciones que se me suponen.

DISCÚLPENME si digo que percibo en esas interpretaciones la sinrazón de negar algunas cosas evidentes y una confusión peligrosa en la defensa de un corporativismo que nos daña y nos aleja de nuestros deberes sociales.

ESTE principio de año el secretario general del sindicato británico GMB, Paul Kenny, ha advertido al líder laborista, Jeremy Corbyn, -se les supone afines- de que se opondrá a que ese partido retire su apoyo al programa de armamento nuclear ‘Trident’, que alimenta medio centenar de centros de trabajo.

DICE Kenny que ellos no callarán“mientras ese debate destruye decenas de miles de empleos de nuestros militantes… ".Para el líder sindical no cabe la posibilidad de buscar soluciones humanistas que preserven los puestos de trabajo y, al mismo tiempo, limiten los riesgos ciertos de esas armas para el planeta.

SALVANDO distancias, pero no crean que muchas, los periodistas nos encontramos en una situación similar. Tenemos la necesidad de salvar lo que va quedando de nuestra profesión, pero muchos creen que para cumplir con ese objetivo es mejor disimular la vulneración de derechos fundamentales que cometen los grandes grupos de comunicación.

ES cierto que esos grandes medios y los grupos de comunicación concentrados son los que aportan la mayor ocupación para los profesionales de la comunicación. Como también es cierto que, en la gran mayoría de los casos, sus sueldos y condiciones laborales son cada vez de menor calidad; llegando a la ausencia total de contratos, de tarifas salariales y a la vulneración de las leyes laborales.

SOLEMOS oír que “esto es lo que hay”, aunque en realidad “esto es a lo que nos han llevado”. Cada cual acepta la extorsión laboral de su empleador según sus propias necesidades; esto es humano y no lo degrada a él, sino al extorsionador. Por lo tanto, no seré yo quien se atreva a exigirle actos de arrojo a un trabajador sometido a preservar su trabajo.

SIN embargo o quizá por lo mismo, creo que nos deberíamos obligar a denunciar la perversión laboral y profesional de esas empresas o, por lo menos, a no negarlas cuando otros lo hacen.

“Todos los diarios mienten”

LANZAR la tremenda afirmación de que todos los grandes medios mienten, en un grupo de periodistas, os puede meter en una bronca de narices; os lo aseguro, porque me ha sucedido varias veces.

CADA uno de los colegas siente que se le acusa a él de mentir, que no es lo que se hubo afirmado. Lo que se está diciendo es que todos los medios dependientes de la financiación de inversores que no aspiran a ganar dinero en este negocio (ni podrían), están condenados a defender los intereses de esos inversores. Simplemente, porque para ello han invertido en ese medio.

CASI a diario tienen que engañar, tergiversar u ocultar en toda información que, por la razón que fuera, puede perjudicar esos intereses o contradecir sus campañas de intoxicación.

NO hablamos, simplemente, de políticas de empresa; por ejemplo, a día de hoy seguimos sin saber que se cuece en la negociación del TTIP. Un misterio protegido por el silencio de los grandes medios y agencias.

ESTO no quiere decir que todo lo que se publica es mentira, claro que no; también hay verdades blancas que no dañan a nadie, críticas banales de escasa trascendencia o escarceos de políticos y, por lo mismo, en ellas no hay censura. Son las “marías” de la información.

CUANDO algunos decimos que “todos los diarios mienten”, estamos diciendo que todos los grandes medios están dispuestos a hacerlo y lo hacen, en todo aquello que afecta a los intereses de sus dueños. Unos dueños que operan en mercados tan estratégicos para la ciudadanía como la energía, la sanidad, la agricultura o las comunicaciones, por mencionar algunos.

Olvidamos lo que decimos

TAMPOCO los espacios próximos están libres de estas prácticas nocivas; todos tenemos noticias de colegas que tuvieron serios problemas con su empleador por pretender divulgar los ‘secretos’ de alguna gran tienda, mostrar los andamiajes de un club de fútbol o los enredos del constructor local.

CASOS puntuales y de aparente menor trascendencia que los anteriores pero que, todos juntos y en el tiempo, han servido para minar la fiabilidad de los medios y la confianza en los periodistas. Ya se que se hace pagar a justos por pecadores; pero los justos no tienen porque disimularlos ni avergonzarse porque haya pecadores y, menos aún, negar que existan.

EN la encuesta de la APM un altísimo porcentaje de periodistas denuncian cada año que son presionados, censurados y obligados por sus jefes a alterar la información; pero nunca les podemos poner rostro en nuestros congresos o convenciones. Quizá, creemos que no debemos mostrar estas vergüenzas en público o que, de esa manera, minaríamos aún más la pobre fiabilidad que nos otorga la ciudadanía.

TAL vez por lo mismo, algunos colegas piensan que torpedeo la profesión escribiendo cosas como estas. Creo que se equivocan tanto como los trabajadores británicos que defienden seguir produciendo armas nucleares e intentar ignorar para qué se fabrican. Seguro que es sin intención, pero así hemos ido creando esta ‘omertà’ que permite a las patronales del sector hablar de un supuesto periodismo modélico y a algunos políticos asegurar que aquí no hay nada que regular.

POR apelar a un ejemplo cercano, este mes de enero hemos asistido a cómo los informativos de Antena 3 han engañado con un video en el que aparecían personas vinculadas a determinadas formaciones políticos. Se ha filtrado otro video que demuestra que, en el mismo momento de su emisión, los profesionales de la emisora eran conscientes de que se les imponía emitir algo falso y que el descrédito caería sobre ellos, como así ha sucedido.

ESTE caso no es el único de la extrema degradación y de la impudicia a que han llegado nuestros medios; sin embargo, no he visto ni oído una repulsa generalizada. Se lo toma como una anécdota...

Disimular el hedor

MIENTRAS
tanto, los augurios más oscuros tiñen el futuro de estos medios. La prensa española cierra 2015 con un 15% menos de ventas que el año anterior, después de varios años en idéntica tendencia. La supervivencia de la radio o la TV no es comparable, estas dedican la mayoría de sus espacios a entretener; pero los diarios no tienen ese recurso y no pueden disimular que incumplen su función esencial de informar.

PIENSO que decir estas cosas no es malo y que sería bueno que se pudieran desmentir, que se demostrara que no son ciertas, que se abriera debate sobre ellas. Lo malo es pretender acallarlas o disimular su hedor, porque así se esconde la podredumbre.

DECÍA que la distancia entre las armas nucleares y la información de intoxicación masiva no es tanta; aún más, se puede afirmar y se afirma que esta última es cómplice necesaria de las primeras.

HACER invisibles las guerras y sus injusticias, disimular los horrores de algunas dictaduras ‘aliadas’, ocultar las razones reales y los nombres de quienes empujan a gran parte de la población a la miseria o difundir el discurso de que los derechos humanos son opinables -como preparación para recortarlos-, no son cosas que los periodistas debamos disimular.

SON muchas las organizaciones defensoras de los derechos fundamentales que sostienen que gran parte de las injusticias de lesa humanidad que se cometen en este nuestro mundo no tendrían un camino tan diáfano sin la complicidad de los grandes grupos de comunicación.

ESTO es nuevo; la Comisión MacBride expuso ya en 1980 que la concentración de los medios de comunicación habría de provocar un control de la información que llevaría a la desaparición de los poderes de los pueblos y, claro está, reclamaba sistemas de regulación para evitar llegar a donde ahora estamos.

SIN embargo, hay colegas que prefieren seguir hablando del intrusismo, de la autorregulación, de la titulación u de otras cosas por el estilo como los problemas de nuestra profesión. Allá ellos, pero que no cuenten conmigo.

PUEDE ver aquí anteriores artículos de opinión de Dardo Gómez:

- 11/01/16 La mentira como arma de intoxicación

- 10/12/15 A la AEDE le han destapado las vergüenzas
- 12/11/15 Estamos de fango hasta las cejas
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- 07/09/15 Los mensajeros y cómplices del odio

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- 24/07/15 
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