OPINIÓN. ¿Me quieren oír? Por Dardo Gómez
Periodista

13/09/17. Opinión. El atentado de Barcelona del pasado mes de agosto ha servido para avivar las opiniones que suscitan el odio y los enfrentamientos políticos en nuestro país. Dardo Gómez, en su nueva  columna para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, hace un análisis profundo de este preocupante hecho. Expone varios ejemplos de noticias y opiniones en las que se fomenta la islamofobia por un lado, o...

...se usa contra el independentismo catalán en otro. Añade que es imprescindible una regulación u órgano de control para que la libertad de expresión no sirva para hacer apología del odio. Como Kapuscinski advertía y Gómez recuerda: "El deber del periodista es informar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia".

Periodismo y medios para el odio

Los atentados en Cataluña han abierto los medios a los más repugnantes mensajes de odio e intolerancia; aunque esto esta penado en nuestro Código Penal, el corporativismo protege a estos mensajeros del odio.

AL día siguiente del desgraciado atentado yihadista contra Barcelona, los encargados de una tienda de periódicos en un supermercado del pueblo de Alp, en Girona, colgaron este letrero: “Por respeto a las víctimas del atentado de ayer en Barcelona no pondremos a la venta algunos diarios con portadas sensacionalistas y explícitas”.


UNA respuesta solidaria con la humanidad que ha salido de la calle, pero que ha naufragado ante la avalancha de odio y mentiras vendidas como opinión o información que han llenado en las últimas semanas la mayoría de los medios de comunicación españoles.

"EL deber del periodista es informar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia" nos recordaba el maestro Kapuscinski; algo que no parece haber sido asimilado por muchos periodistas españoles y sus medios.

YA no se pueden pasar por alto los nombres de los irresponsables que se han lanzado con ardor a difundir sus mensajes de odio como tampoco los de las cabeceras que siguen aprovechando la masacre de la Ciudad Condal para rebuscar entre el dolor argumentos que sustenten las tesis de las corrientes políticas que les ayudan a solventar su déficit financiero. Lo que hacen a cambio de hipotecar su decencia y dilapidar la fiabilidad que se habían ganado muchos de sus profesionales durante años.


CREO que muchos de vosotros habéis leído las perfidias publicadas por la infamia periodística, pero quiero transcribir alguna por si alguien no las ha leído y supone que hay exageración en mi condena.

Ellos dijeron esto

“CREER que eso se soluciona negociando o mirando a otra parte, es mucho más que una inmensa gilipollez. Es un suicidio. Vean Internet, insisto, y díganme qué diablos vamos a negociar. Y con quién. Es una guerra, y no hay otra que afrontarla. Asumirla sin complejos.” Arturo Pérez Reverte.

“QUIZÁ habría que pedir ahora cuentas a los políticos que potenciaron la emigración a Cataluña de no hispanohablantes.” Alfonso Rojo.

“VEO que hay mucho bienpensante más preocupado por una inexistente islamofobia que por el islamismo asesino. Yo no. Es una guerra ¡A ganar! (…) "Ya os echamos de aquí una vez y volveremos a hacerlo". Isabel San Sebastián.

“NO son terroristas ni yihadistas la mayoría. Pero nunca estarán de parte de los infieles en ninguna guerra. Por mucho que se empeñe y engañe el necio mensaje de la corrección política socialdemócrata en Europa. Esa que combate implacablemente a los europeos que creen en la cohesión cultural y abre las fronteras a quienes quieren destruirla.” Hermann Tertsch.

“ESTOS datos tendrían que hacer reflexionar a las autoridades catalanas sobre una política de acogida en la que han primado a veces los intereses electoralistas, vinculados al independentismo, sobre la seguridad nacional.” Diario ‘El Mundo’, editorial del 18 de agosto.

“POR más que se quiera mirar hacia otro lado, la cita con el terror afecta a dos de los debates que más han polarizado a la sociedad española en los últimos meses, como son las funciones de la policía autonómica y el modelo turístico que conviene a Barcelona.” Lluís Bassets en ‘El País’, 18 de agosto.

ADEMÁS, todos los grandes medios comerciales, sin excepción, tergiversaron declaraciones del presidente de Cataluña, para mostrarlo como insensible ante la tragedia y dar a entender que él y sus seguidores primaban su proceso independentista sobre las víctimas.

INCLUSO Peridis cayó en la mentira difundida por El País y alimentó desde su viñeta el infundio. Una vez demostrada la falsedad, ninguno de ellos pidió disculpas.

Ni siquiera como opinión

NO todas estas indecencias tienen la misma intensidad de carga contra la convivencia, pero todos sus autores han querido aprovecharse de un hecho incalificable para apuntalar sus torpes teorías. Aviso para navegantes: estas expresiones no admiten la justificación ni el paliativo de la libertad de opinión en medios de comunicación.

EL Código Deontológico Europeo de la Profesión Periodística, aprobado en 1993 por el Consejo de Europa, señala de forma precisa que en la expresión de opiniones “por ser subjetivas, no debe ni es posible exigirse la veracidad, sin embargo se debe exigir que la emisión de opiniones se realice desde planteamientos honestos y éticos” y agrega a renglón seguido que “la opinión referente a comentarios sobre acontecimientos o acciones de personas o instituciones, no debe intentar negar u ocultar la realidad de los hechos o de los datos.”

AUNQUE no de forma unánime ni mayoritaria así lo han entendido algunas organizaciones de informadores como el Colegio de Periodistas de Andalucía que ha recordado a los medios “su responsabilidad de distinguir de forma clara sus espacios informativos de los que no lo son, así como de facilitar a la ciudadanía/lectores/oyentes/espectadores/seguidores información veraz” y les señala que son responsables “de establecer mecanismos para no contribuir a la difusión de mensajes de odio, que nada ayudan a la sostenibilidad de la democracia.”

Desde Barcelona también responden

PUEDE que la proximidad física a la tragedia haya abonado la contundente respuesta del Sindicat de Periodistes de Catalunya (SPC) a tanta canalla mediática, en un comunicado difundido al día siguiente al del atentado señalaba “que no es función de los medios atizar la controversia política en momentos dramáticos como el actual, y que reclamamos de todo el mundo altura de miras y voluntad de unidad para hacer frente a amenazas que están por encima del debate político o ideológico.

POR eso reclamamos contención a los responsables editoriales de estos medios, y que se concentren en la información veraz y rigurosa que se merece la ciudadanía, que ya es suficiente adulta para sacar conclusiones propias sobre como el atentado criminal de ayer puede influir en la vida política catalana.”

ESTA manifestación de los periodistas catalanes no hizo mella alguna en los infames que con especial contumacia continuaron con su tarea de destrucción social.

LO que llevo al SPC a un segundo comunicado en el que se refería a la línea editorial de los medios que esos días “en medio del drama humano que se ha vivido” habían relacionado el atentado con posiciones catalanistas para intoxicar “a la opinión pública con datos que distorsionan la realidad y contaminan la convivencia social” y el sindicato agregaba que habían constatado como en “espacios pretendidamente informativos, tanto en prensa –en papel y digital– como en radio y televisión” se había “mentido deliberadamente para mantener activada al máximo la confrontación política”.


Decirlo con todas las letras

TAN importante como la denuncia de tanta inmoralidad es que se aporten propuestas para terminar con los efectos de esta lacra que corroe cada día el derecho a la información; por eso creo que el SPC también acierta cuando reclama una regulación que ponga coto a tanta infamia.


“NO como instrumento de censura o de control” -dicen- “sino para blindar los derechos y deberes de los periodistas, asegurando así el derecho a la información de la ciudadanía, que es un derecho humano esencial y un derecho constitucional. Una regulación que haga que los principios deontológicos sean de obligado cumplimiento y no un brindis al sol. Una regulación que obligue a los medios a disponer de estatutos de redacción y de comités profesionales, que son la herramienta indispensable para que los informadores puedan defender el derecho a la información de las presiones de los poderes fácticos.”

Y con todo acierto, apostillan que “Afrontar esta regulación es relativamente sencillo. Sólo hace falta voluntad política”.

NO sería extraordinario ni extemporáneo.


EL artículo 510 del Código Penal español castiga con pena de prisión a quienes “provocaren a la discriminación, al odio o a la violencia contra grupos o asociaciones, por motivos racistas, antisemitas u otros referentes a la ideología, religión o creencias, situación familiar, la pertenencia de sus miembros a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, enfermedad o minusvalía” y a la misma pena se exponen quienes “con conocimiento de su falsedad o temerario desprecio hacia la verdad, difundieren informaciones injuriosas sobre grupos o asociaciones en relación a su ideología, religión o creencias, la pertenencia de sus miembros a una etnia o raza, su origen nacional, su sexo, orientación sexual, enfermedad o minusvalía.”

LOS periodistas y medios del odio no pueden estar por encima de esto; asi lo entiende el director del Crown Prosecution Service (Servicio de Procesamiento) del Reino Unido, Alison Saunders, quien el pasado 21 de agosto anunciaba planes más eficaces y penas más severas para luchar contra los mensajes de odio en las redes y medios.

SAUNDERS entiende que "incluso la ofensiva de bajo nivel puede alimentar posteriormente el tipo de hostilidad peligrosa que se ha enmascarado en nuestros medios de comunicación en los últimos días. Por eso es una prioridad para la CPS.”

POR su parte, el periodista Owen Jones, a raíz del brote de racistas y fascistas de Charlottesville, decía en The Guardian: “El fascismo está en ascenso en Occidente, y está envalentonado, legitimado y alimentado por políticos y periódicos convencionales. Los periódicos, sin tapujos, promueven un odio antimusulmán que se parece al antisemitismo flagrante y aceptado que se dio en los 20 y los 30.”

SIN duda que es así, aislemos a esta mafia y llamémoslos por su nombre…

PUEDE ver aquí anteriores artículos de Dardo Gómez:

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