OPINIÓN. ¿Me quieren oír? Por Dardo Gómez
Periodista

20/10/17. Opinión. El periodista Dardo Gómez analiza en su artículo para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com la responsabilidad de los medios a la hora de informar sobre el llamado “conflicto catalán”. En el texto explica que en la guerra de Bosnia-Herzegovina la prensa colaboró en propagar las diferencias entre etnias: “Aquel horror entre los pueblos yugoslavos se saldó con casi cien mil muertos (…) todo fruto...

...de una limpieza étnica ideada por descerebrados pero preparada e inducida desde los medios de comunicación.

Las patrias, el último refugio de los canallas

Cuando las banderas no dejan ver el horizonte son malos tiempos para la información; muchos escribas inflamados de ardor guerrero ante el “conflicto catalán” deberían andar con tino, que son muy pocos los vacunados contra la xenofobia y los nacionalismos.

UN querido periodista amigo, que fue corresponsal de TVE en variadas coberturas europeas, es de los convencidos que la barbaridad humanitaria en Bosnia-Herzegovina nunca podía haberse producido sin la colaboración necesaria de los medios de comunicación. Él había estado en aquel terreno varios meses antes y comprobado como los periodistas, sobre todo los de la televisión pública, se ocuparon de calentar los ánimos hasta cuajar un caldo donde toda infamia era válida.

ME lo comentó preocupado la noche del 30 de septiembre en Barcelona, donde acudía para cubrir el disparate legal y humano que tendría lugar a la mañana siguiente en la capital catalana.

AQUEL horror entre los pueblos yugoslavos se saldó con casi cien mil muertos, más heridos y baldados sin cuento y centenares de miles de desplazados; todo fruto de una limpieza étnica ideada por descerebrados pero preparada e inducida desde los medios de comunicación.

DENTRO de ese espacio que sería de terror habían convivido sin mayores tensiones musulmanes, serbios y croatas; los matrimonios mixtos entre etnias, nacionalidades y creencias religiosas eran comunes. Yo mismo, he conocido en Barcelona parejas de este tipo que habían huido de las persecuciones sin explicarse qué había pasado. Seguramente, aún hoy no se expliquen que sigue pasando.

AÚN hoy, Bosnia es un país fracturado por las inventadas diferencias étnicas, sin fuerzas para consensuar un futuro de confianza mutua y las instituciones comunes de los tres pueblos, creadas tras la guerra, malviven sumidas en su incapacidad de cooperar para un futuro común hermanado.

TODOS dicen que los españoles somos un pueblo comprensivo, un conjunto de ánimos que chillamos pero no mordemos, que somos solidarios e, incluso, que no somos xenófobos, pero… haberlos, hailos.

La historia, muchas veces, se repite

“SIN medios de comunicación, concretamente sin televisión, ¿hubiera estallado la guerra en Bosnia? Ciertamente hubiera sido muy difícil, porque los medios han tenido un papel determinante. Su connivencia con los nacionalismos más extremos (salvo honrosas excepciones) ha ido sentando las bases, durante estos últimos años, para el conflicto bélico. Tal como aseguran algunos analistas, antes de que se tomaran las armas la guerra se había preparado y teorizado en Serbia y Croacia a través de los medios controlados por los nacionalistas, tanto los reconvertidos del comunismo como los inspirados en el fascismo. ‘Los medios de comunicación han instigado deliberadamente el odio’. Esta afirmación de Zlatko Dizdarevic, redactor jefe del mítico periódico "Oslobodenje" de Sarajevo, es compartida por la mayoría de representantes de organismos que han intervenido en Bosnia, desde la misión de la ONU encabezada por Tadeus Mazowiecki a Reporteros Sin Fronteras.”


ESTO es parte del análisis sobre aquel conflicto que hizo la periodista Montse Armengou y que fue publicado en la edición nº 72 de la revista Viejo Topo; ella comparte esta visión con muchos periodistas e intelectuales que desde el Instituto Europeo de la Comunicación, han trabajado para poner al descubierto la corresponsabilidad de los medios en la guerra de la antigua Yugoslavia. Una misión de la Organización Internacional de Periodistas que visitó las repúblicas yugoslavas en verano del ‘92 volvió convencida de que “la manipulación campa a sus anchas en los medios de comunicación, tanto servios como croatas, hasta el punto que se habla de crímenes de guerra mediáticos a los que se les podría exigir su Nüremberg correspondiente.”

Y señala Armengou, más adelante, que “políticos demócratas, centenares de periodistas independientes, intelectuales que no se han puesto al servicio del poder y buena parte de la sociedad civil en la antigua Yugoslavia creen que lo que ha pasado en Bosnia es un ejemplo de como los medios de comunicación han sido el instrumento a través del cual los políticos ultranacionalistas, no importa el signo del que provengan, han arrastrado a su pueblo a una guerra que no quería. En la antigua Yugoslavia la manipulación de los medios ha contribuido decisivamente a romper la convivencia de una sociedad multiétnica, pluricultural y plurireligiosa.”

Y por casa, ¿cómo estamos?

EN la crónica mencionada más arriba también se señalaba que la mayor tarea de propaganda y destrucción informativa fue realizada, sobre todo, por las televisiones públicas: mintiendo y exaltando los más bajas sentimientos, al tiempo que generaban un lenguaje bélico y adoptaban vocablos para minusvalorar o denigrar al distinto del otro lado.


DIRÍA que nuestras televisiones, incluso algunas privadas, están haciendo lo mismo. Creo que aún no hemos llegado a aquellos horrores, pero no estamos bien; me basta con la lectura de algunas columnas en los diarios madrileños y catalanes para reiterarme en ello y en que hay mucho plumilla inflamando ardor guerrero que con sacra cobardía e irresponsabilidad agita los vientos del odio.

SI me estuviera equivocando en esta denuncia no hubiera sido necesario el Manifiesto por un periodismo responsable ante el conflicto catalán que el pasado 9 de octubre han difundido la Plataforma en Defensa de la Libertad de Información (PDLI) y que ya ha recibido las adhesiones de informadores responsables.

ESTE reflexivo documento dirigido a los periodistas que disparan sus barbaridades desde las trincheras del odio, les recuerda que ante el llamado “conflicto catalán” deben ser conscientes del alcance de los contenidos de sus presuntas informaciones y “de las repercusiones políticas y sociales que de los mismos se pueden derivar”.

CON idéntica claridad les señala que es inherente al oficio de periodista “oponerse a la violencia y al lenguaje del odio y del enfrentamiento”, tanto como “favorecer la comprensión mutua en situaciones de conflicto” y, tal como señala el Código Deontológico Europeo de la Profesión Periodística, señala a los escribas que las opiniones, no deben “negar u ocultar la realidad de los hechos o de los datos y deben expresarse desde planteamientos honestos y responsables”.

que estamos llegando tarde, porque todas estas perversiones ya están enquistadas en la prensa española y que han crecido al amparo de la hipocresía corporativista que ha presentado como libertad de expresión las bajezas editoriales más pudendas y lo ha hecho, incluso, desde las cúpulas de muchas organizaciones profesionalistas.

SIN embargo, valoro que la PDLI condene “la reiterada vulneración de estos principios -que no son nuevos sino, al contrario, consustanciales al ejercicio del periodismo- en relación con el conflicto catalán. Es por ello, que instamos a editores, directores y profesionales de los medios de comunicación a reconducir la situación y a mantenerse dentro de las obligaciones éticas (y, en su caso, jurídicas) de las que el periodismo nunca debe apartarse, y menos aún en momentos de tensión o conflicto.”

QUIERO creer con todos mis deseos, que algunos atenderán este llamado y entenderán que están jugando con un fuego que puede quemar a sus seres queridos; espero que, abriendo los ojos, vean que son muy pocos los seres humanos vacunados contra las tentaciones de la xenofobia y de los nacionalismos y que sus consecuencias suelen ser imprevisibles.

ES bueno hacer carne lo que señalara Samuel Johnson "el patriotismo es el último refugio de los canallas"; una canalla plurinacional que agita banderas y sentimientos ingenuos para ocultar sus intereses particulares.

PUEDE ver aquí anteriores artículos de Dardo Gómez:
- 29/09/17 Los medios públicos no deben ser “neutrales”
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