Estamos presenciando un cambio radical en la forma de consumo de los medios; gran parte de las personas han abandonado los diarios y revistas en papel pero tampoco acceden a las noticias a través de las webs de esos medios. Se ha hecho habitual desplazarse a través de la red o “pedirle” aFacebook’ o a otros que nos las busque

OPINIÓN. ¿Me quieren oír? Por Dardo Gómez
Periodista

17/09/18. 
Opinión. El periodista Dardo Gómez reflexiona en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la nuevas forma de consumo de información en la que los gigantes Facebook y Google juegan un papel fundamental para el mantenimiento de los medios de comunicación tradicionales y advierte de los peligros. “Nadie discute ya que el mantenimiento de la producción analógica es...

...inviable. Además, su imposibilidad de una inmediatez a la cual el usuario de información ya está habituado hace de los recursos digitales el presente de la comunicación. Ocurre, sin embargo que estas nuevas herramientas -presuntamente liberadoras del ejercicio del derecho a saber- se hallan en manos de grandes empresas transnacionales y que éstas ocupan puestos de relevancia en campos tan estratégicos como la información o la educación. Todos ellas, en conjunto o por separado, son agentes de concentración; es decir, lo menos parecido a las libertades y lo más atentatorio contra la democracia”, señala Gómez.

Estos son los grandes “salvadores” del periodismo

GRANDES corporaciones como Facebook y fundaciones internacionales de oscura trastienda hacen fuertes inversiones para que los grandes medios de la prensa comercial no quiebren. Conviene preguntarse por qué lo hacen y cuál es su ganancia…

RESULTA de difícil comprensión que se siga invirtiendo en los medios de comunicación tradicionales privados, dado que ninguno de ellos da ni dará dinero. En las razones del debacle del negocio de la información se suman desde los cambios en el mundo de la publicidad, la insatisfacción de los usuarios, los nuevos tratamientos informativos debidos a las nuevas tecnologías y, también, la indecencia en el tratamiento de las informaciones.

ESTO último suele irritar a los colegas apalancados en el negacionismo y que no quieren ver en toda su dimensión fenómenos como el del empresario José Luis Ulibarri; capaz de crear un emporio de medios de comunicación que tenía como único objetivo el manejo de influencias o la simple extorsión para favorecer sus intereses. Esto era un secreto a voces pero ninguna organización profesional ni medio alguno se animó a denunciarlo; de la misma manera que siguen ajenos al riesgo de la concentración de medios o de la turbia conformación de los accionariados de los grandes medios españoles.

COMO todos estos medios, en todas las latitudes, pierden dinero pero siguen en el mercado, se ha hecho necesaria la pregunta de quiénes los financian. Una financiación que no parece dirigida a reflotarlos, ya que nadie cree en la recuperación del mercado. Lo que da pie a una nueva pregunta: ¿A quién le interesa financiarlos y para qué?

Fundaciones para la subvención y otras hierbas

¿DE dónde viene el dinero? Se ha publicado que “entre 2009 y 2011, un total de 1.012 fundaciones financiaron 12.040 subvenciones relacionadas con medios de comunicación y la educación universitaria en esta rama por valor de casi 2.000 millones de dólares, alrededor de un cuarto de este total fue destinado a apoyar concretamente el periodismo. Pero de los 527 millones de dólares asignados a ese fin, el 65% provino de tan solo diez fundaciones (entre ellas la Knight, Ford o MacArthur), de acuerdo a los datos del Foundation Center, centro que publica información sobre el mundo de la filantropía. Las fechas no son casuales, sino que coinciden con la crisis financiera y también con la del modelo de negocio a través del que se financiaban los medios.

SEGÚN estima el Pew Research Center, de 2005 a 2013, “los ingresos por publicidad de los periódicos cayeron de 49.000 millones de dólares a poco más de 20.000 millones”. Así mismo, señalan que “en total, las fundaciones donaron 13,4 millones de dólares al periodismo de investigación entre 2015 y 2016, según el Foundation Center. Un ejemplo concreto es el del fondo de Google para la innovación en noticias digitales, que desde 2015 ha otorgado más de 70 millones de euros a más de 350 proyectos en 29 países europeos”.

ESTAS generosas donaciones, que para nada tienen en cuenta a los medios públicos o los comunitarios, también se destinan a promover el desarrollo de sistemas pedagógicos destinados, bajo el paraguas de la modernidad y la eficiencia, a suplantar al profesorado tradicional por sistemas de inteligencia artificial.

UN proyecto de este tipo está dirigido por el Instituto Aspen que, en España, “recibe el patrocinio de la plana mayor del Ibex 35 (Repsol, Telefónica, Caixabank, Acciona, Iberdrola), cuenta con el apoyo de las fundaciones Carnegie, Ford, Rockefeller y Gates. Entre los comisionados que monitorizarán que las investigaciones encuentren la forma de recuperar la confianza en el periodismo, destacan dos altos cargos de Google y Facebook”.

La digitalización de la dominación cultural

NADIE discute ya que el mantenimiento de la producción analógica es inviable. Además, su imposibilidad de una inmediatez a la cual el usuario de información ya está habituado hace de los recursos digitales el presente de la comunicación. Ocurre, sin embargo que estas nuevas herramientas -presuntamente liberadoras del ejercicio del derecho a saber- se hallan en manos de grandes empresas transnacionales y que éstas ocupan puestos de relevancia en campos tan estratégicos como la información o la educación. Todos ellas, en conjunto o por separado, son agentes de concentración; es decir, lo menos parecido a las libertades y lo más atentatorio contra la democracia.

NO solo producen información pura o desinformación, si prefieren, también concentran los productos de ocio y los programas de educación escolar o universitaria. Es decir, dirigen un sistema integral de dominación cultural para construir una sociedad indiferenciada con los mismos paradigmas de desarrollo.

A pesar de su notable fuerza de penetración, estas potencias aún necesitan, para estar presentes en determinados franjas ciudadanas, de la prensa y de otros medios comerciales al uso. Su intención es mantener vigentes los paradigmas del sistema; por ello necesitan mantener vivas estas viejas estructuras informativas que están a su servicio y responden a sus planes de dominación de la cultura e, incluso, a su tutela de los gobiernos de los países y de las instituciones supranacionales.

ESTAMOS presenciando un cambio radical en la forma de consumo de los medios; gran parte de las personas han abandonado los diarios y revistas en papel pero tampoco acceden a las noticias a través de las webs de esos medios. Se ha hecho habitual desplazarse a través de la red o “pedirle” a Facebook o a otros que nos las busque.

ESTO podría darnos mayores oportunidades de saltarnos la concentración mediática, pero en la práctica no es así, ya que gran parte de la información existente solo aparece en el “repertorio” de esas plataformas si la empresa de comunicación paga para promover sus artículos con el fin de generarse lectores.

ASÍ, estos “liberadores” terminan de cerrar el círculo de la dependencia informativa y de la concentración de medios; solo suministran información para apuntalar el sistema. En el caso de Facebook, suma su oferta a las empresas para que paguen por la edición en sus páginas de “publicaciones sugeridas”, que no son otra cosa que contenidos publicitarios puros y duros de cuya veracidad no hay ninguna garantía.

Es mala gente y hay que intentar pararlos

COMO hemos visto, a estos “salvadores” del periodismo solo les interesan los grandes medios comerciales; descartan a los medios de titularidad pública y a los comunitarios sin fines de lucro. La razón es obvia, en los países donde los medios públicos están al servicio de la comunidad (no de los partidos políticos que gobiernan como en España), estos protegen el derecho a la información de la ciudadanía; mientras que los medios comunitarios facilitan la libre expresión de distintos colectivos, sin necesidad de intermediarios de escasa fiabilidad y con ejercicio de la plena libertad de información.

NADA de esto le interesa a Google, Facebook y otras redes de turbios intereses; aunque ya son muchos los que le han quitado la máscara a estos falsos liberadores y han revelado sus reales intenciones. Cada vez son más quienes reclaman la necesaria intervención de los estados para protegernos de un peligro real para los derechos humanos.

UN reciente análisis de la Harvard Business Review señala: “La batalla que se avecina no será sobre el control de los mercados en el sentido tradicional. Se tratará de la batalla por el control sobre la información de los consumidores. Los titanes tecnológicos están en una carrera para ver cuál de ellos puede construir una mejor réplica digital de sus consumidores, lo que significa encontrar una manera de no solo recoger datos de usuarios, sino también dificultar dicha labor en sus competidores. Los monopolios de mañana no podrán ser medidos solo por la publicidad que nos venden. Estarán basados en lo mucho que saben sobre nosotros y cuánto mejor pueden predecir nuestro comportamiento respecto a los competidores”.

ESTÁ demostrado a través de distintos estudios -el propio Mark Zuckerberg lo ha admitido- que Facebook ha colaborado de manera activa con partidos y otros dirigentes que han utilizado los servicios de su plataforma para desacreditar a sus opositores y que les han facilitado ayuda a través de un equipo propio especializado en generar troles para difundir fake news e ideologías que luego la prensa comercial contribuye a distribuir.

Si los estados quieren, se puede…

POR todas estas razones la Federación Internacional de Periodistas (FIP) ha apoyado con entusiasmo las iniciativas del líder del Partido Laborista del Reino Unido, Jeremy Corbyn, para apoyar a los medios de investigación y de servicio público mediante nuevos impuestos a las grandes empresas de tecnología.

JEREMY Corbyn ha criticado a las grandes compañías tecnológicas que “extraen gran riqueza de nuestro espacio digital compartido”, a las que ha tratado como “monopolios digitales que se benefician de cada búsqueda, comparten qué y cómo hacemos” y advirtió: “Unos pocos gigantes tecnológicos y multimillonarios irresponsables controlan enormes franjas de nuestro espacio público”.

EL político laborista propone un impuesto a tecnológicas como Facebook, Google, Amazon y Netflix, destinado a subsidiar los servicios de la BBC y garantizar su independencia; solventar el estado de precariedad de los medios sin fines de lucro y liberarlos de impuestos; establecer un fondo independiente para subsidiar el periodismo de servicio público y ayudar a financiar la producción de noticias locales, comunitarias y proyectos de investigación. Además de exigir a la BBC y otros medios públicos que informen sobre la identidad de los proveedores de sus contenidos informativos, ya sean internos o externos.

CORBYN argumentó que un impuesto sobre las grandes compañías digitales y tecnológicas podría usarse para proporcionar un ingreso garantizado para la BBC y permitirle a la emisora pública británica “competir con mayor eficacia con los gigantes digitales multinacionales privados como Amazon, Google, Netflix y Facebook”.

EN España, los medios tradicionales no se han ocupado casi de esta propuesta, seguramente para no dar ideas, pero en Gran Bretaña los dueños de los medios y de las plataformas ya han puesto el grito en el cielo y la consideran un atentado a la libertad. ¿Se podía esperar otra cosa?

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