El proyecto del Gobierno para que se cotice a la Seguridad Social por las “prácticas curriculares universitarias” -con las cuales las universidades españolas regalan mano de obra gratuita a las empresas y fomentan la explotación laboral- ha mostrado a rectores y empresarios con todas sus vergüenzas al desnudo

OPINIÓN. ¿Me quieren oír? Por Dardo Gómez
Periodista

11/02/19. 
Opinión. El conocido periodista Dardo Gómez reflexiona en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el proyecto del Gobierno central para que miles de estudiantes coticen a la Seguridad Social al realizar las “prácticas curriculares universitarias”, una de las asignaturas de los grados universitarios. Estas “prácticas obligatorias en las empresas lleva a las universidades...

...salvo honrosas pero infrecuentes excepciones, a convertirse en las mayores agencias de trabajo regalado y en infames usinas de explotación”, asegura Gómez. Que explica que “el hedor y la reiterada denuncia y comprobación de que las empresas dejan de cotizar millones de euros a la Seguridad Social con esta franquicia que les regalan nuestros rectores, llevó al actual Gobierno a finales del año pasado a decretar que se debía cotizar a la Seguridad Social por todas las prácticas que se realicen: sean remuneradas o no. Está claro que el Gobierno parece no haber tenido en cuenta los bueyes con los que le tocaría arar, ni previó el concierto de desvergüenzas e indignidad que despertaría ya que, al unísono, empresarios y universidades han puesto el grito en el cielo”.

Los “becarios” no existen, la desvergüenza, sí

EL proyecto del Gobierno para que se cotice a la Seguridad Social por las “prácticas curriculares universitarias” -con las cuales las universidades españolas regalan mano de obra gratuita a las empresas y fomentan la explotación laboral- ha mostrado a rectores y empresarios con todas sus vergüenzas al desnudo.

EL
maltrato intelectual y la explotación laboral de los estudiantes bajo el supuesto de unas prácticas formativas ha llegado a tal desvergüenza que llevó a un estudiante de la Universidad Complutense de Madrid a crear una cuenta de petición en el portal Change.org que ya cuenta con cerca de cien mil adhesiones.

ESTOS
miles de adherentes denuncian lo que toda la profesión periodística sabe: que la inmensa mayoría de las supuestas becas que se ofrecen son la tapadera de trabajo no remunerado que reemplaza puestos estructurales de las empresas. La responsabilidad de estas fórmulas infames que engordan las arcas de las empresas de medios -en nuestro caso- es compartida por los empresarios explotadores, las universidades que aceptan ofertas de prácticas a jornada completa o no hacen ningún seguimiento de sus estudiantes. Los comités de empresa que hacen la vista gorda (que no son todos) y los miembros de las redacciones que creen encontrar en los nuevos explotados el alivio a su propia explotación.

POR
supuesto, esto no comenzó con la mal llamada “crisis”, pero sin duda creció con ella. En 2003, la desaparecida Conferencia de Decanos propuso a las empresas un documento conjunto que garantizara a los estudiantes algunos puntos como que el período de prácticas en una misma empresa no excediera de los cuatro meses, que el máximo de estudiantes en prácticas en cada departamento no supere el 10% del personal del mismo, que no trabajen en fines de semana, festivos, ni en horario nocturno... Por supuesto, no se firmó.

MIENTRAS
tanto, algunas asociaciones profesionistas apelaban a fórmulas tan penosas como firmar convenios con entidades financieras para que estas subvencionaran a los medios las ayudas a los estudiantes que realizaban esas prácticas. Este contubernio indecente se vendía como un avance y los estudiantes lo recibían como un beneficio. Vaya pobreza moral.


Más madera…

CON
la mal llamada crisis (plan internacional de estafa, queda mejor) y el vaciamiento de las redacciones se incrementó la necesidad de mano de obra gratuita y creció la explotación laboral de los estudiantes.

DURANTE
la segunda legislatura de Zapatero entró en vigor, bajo un barniz de falsa “excelencia” y supuesta modernidad, el Plan Bolonia. Este requiere a los estudiantes europeos que realicen 180 horas de prácticas en empresas a modo de formación. Como corresponde al signo de los tiempos, este plan ha significado la mercantilización a tope de la universidad y las reformas impuestas se han hecho no pensando en el saber, ni en la formación universal, ni en el desarrollo humano. Es decir, generar profesionales al gusto y medida de las necesidades de los grandes grupos empresariales. Una cantera para empresas.


LOS más críticos con “Bolonia” entendemos que el supuesto objetivo de crear un espacio común educativo esconde la idea de convertir la universidad europea en una cantera para las grandes empresas, dejando a un lado la universidad como lugar de formación y desarrollo humanos, y convertirla en una mera fábrica de individuos válidos para el mercado laboral.

POR
otro lado, se suman -para la obtención de créditos- las horas de estudio que se convierten en prácticas obligatorias en las empresas. Lo que lleva a las universidades, salvo honrosas pero infrecuentes excepciones, a convertirse en las mayores agencias de trabajo regalado y en infames usinas de explotación.

SEGÚN
datos aportados por la Secretaría de Empleo, Cualificación Profesional y Migraciones de CCOO, cada curso escolar se realizan más de 400.000 prácticas curriculares, que son obligatorias para los estudiantes. Lo que en un tiempo conocíamos como “becas” formativas por contrato con los centros, casi no existen y prima el gratis total.

ESTAS
prácticas, reguladas por decreto, no tienen remuneración y, por tanto, no cotizan a la Seguridad Social; y es justo que sea así ya que el mismo decreto marca con precisión que en ningún caso los alumnos que entren en una empresa para “prácticas curriculares universitarias” podrán sustituir puestos de trabajo estructurales de esa corporación.

MENTIRA
podrida, digo yo…

Cuando el hedor llega al asco

EL
hedor y la reiterada denuncia y comprobación de que las empresas dejan de cotizar millones de euros a la Seguridad Social con esta franquicia que les regalan nuestros rectores, llevó al actual Gobierno a finales del año pasado a decretar que se debía cotizar a la Seguridad Social por todas las prácticas que se realicen: sean remuneradas o no.

ESTÁ
claro que el Gobierno parece no haber tenido en cuenta los bueyes con los que le tocaría arar, ni previó el concierto de desvergüenzas e indignidad que despertaría ya que, al unísono, empresarios y universidades han puesto el grito en el cielo.


EN un primer momento, el Gobierno había propuesto que la carga de la cotización se repartiera entre la universidad y la empresa (alcahuete y proxeneta de esta tragicomedia). Como era de esperar, ya que el discurso lo conocemos por repetido, los primeros alegaron que no lo podrían soportar.

LAS universidades, por su parte, cayeron en la falta de dignidad de alegar que si se sumaba esa carga a las empresas, los empresarios podrían negarse a pedirles más carnaza. Muy lamentable…

AHORA, el Gobierno (acojonado) ha abierto un periodo de negociaciones entre universidades y empresas para ver quién asume esa carga.

EL secretario general de Universidades, José Manuel Pingarrón, ha prometido que se reunirá con el Ministerio de Trabajo, la CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas) y estudiantes para tratar de llegar a una fórmula de prácticas cotizables a la Seguridad Social que “no supongan un coste inasumible”. Mientras, PP y Cs se han sumado al coro de la infamia y la defensa de los intereses de sus parroquianos.

AHORA, se abre un periodo de seis meses para desarrollar el reglamento de este decreto o, dicho de otra manera, hacer que el Gobierno salga del jardín en que se ha metido y “hacer algo” sin molestar a patronos y rectores.

NO tengo dotes de adivino, para nada, pero todo me huele mal y me lleva a pensar que, si se llega a algo, será que el Estado asuma esos costes, que supongo serán miserables. Y a los estudiantes, que les den… Todo muy penoso.

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