Mientras instituciones de derechos humanos y figuras mundiales condenan el golpe de Estado en Bolivia, la mayoría de los “grandes” medios españoles siguen admitiendo las presiones que no le permiten decir la verdad sobre lo que sucede

OPINIÓN. ¿Me quieren oír? Por Dardo Gómez

Periodista

22/11/19. Opinión. El conocido periodista Dardo Gómez reflexiona en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre el golpe de Estado en Bolivia y su tratamiento por parte de los medios de comunicación europeos: “Aunque los daños colaterales son igualmente nefastos, estos golpes institucionales son más fáciles de disfrazar que los golpes militares de viejo cuño. Quizá por eso, a la...

...gran prensa comercial española le está costando tanto llamar al golpe de Estado militar de Bolivia con todas sus letras. Algunos, para disimular el mal olor que producen con sus eufemismos, se han inventado justificaciones”.

Siguen ocultando el “golpe de Estado militar” boliviano

Habría que comenzar por decir que los grandes medios de comunicación europeos ya no tienen remedio; su casi total dependencia de las grandes transnacionales las amordazan hasta el ridículo de no atreverse a llamar a las cosas por su nombre.


En Francia, tal como ocurre en España, los grandes medios se niegan a decir que el presidente Evo Morales fue derrocado por un golpe de Estado militar dispuesto a llegar al genocidio de la población originaria, si se dan las cosas.

Como no pueden negar el cataclismo que está destrozando el país andino, allí como aquí se apela a los eufemismos más cobardes para explicar los hechos. Por eso los dos mayores sindicatos de los periodistas franceses (SNJ y SNJ-CGT) han difundido un comunicado conjunto en el que sostienen: “Lo que está sucediendo en Bolivia es un golpe sangriento. Llamamos a todos las y los periodistas franceses a no tener miedo a las palabras y a llamar a las cosas por su nombre”.

En los últimos años el afán de los poderes fácticos por alterar la voluntad de los pueblos se ha puesto creativo; ya no desembarcan “marines” en las costas sudamericanas. Basta con corromper a la justicia, los parlamentos ya lo habían sido, para que entre ambos poderes fueran capaces de pergeñar iniciativas pseudos legales destinadas a terminar con los gobiernos progresistas o inhabilitar a los candidatos de los partidos populares.

Con esta nueva argucia fueron cayendo los gobiernos de Fernando Lugo en Paraguay, Dilma Roussef en Brasil, se desestabilizó el de Nicolás Maduro en Venezuela y se pretendió reemplazarlo en el poder por el golpista Juan Guaidó. De la misma manera se diseñó un juicio a medida para terminar con Inácio “Lula” da Silva en la cárcel, donde ha pasado 580 días sin que existieran acusación sólida ni pruebas firmes contra él.

Estas formas de interrupción forzada de los mandatos de presidentes electos por sufragio universal se han bautizado como “golpe institucional”. Ya no se sacan los tanques a las calles, pero se subvierten las leyes, las normas y la misma constitución. Previamente, se apaña que medios del poder establecido como “The New York Times” o “El País” den reconocimiento mediático al golpe y difundan el relato necesario para hacer creíble su legitimidad.

Aunque los daños colaterales son igualmente nefastos, estos golpes institucionales son más fáciles de disfrazar que los golpes militares de viejo cuño.

Quizá por eso, a la gran prensa comercial española le está costando tanto llamar al golpe de Estado militar de Bolivia con todas sus letras. Algunos, para disimular el mal olor que producen con sus eufemismos, se han inventado justificaciones.

Cómo hace el ridículo la prensa dependiente

El diario “La Vanguardia”, de Barcelona, tituló “La comunidad internacional debate si es un golpe”. Aunque en el mismo texto se dice que así lo han calificado figuras tan relevantes como el presidente López Obrador, el electo mandatario argentino Alberto Fernández, los políticos brasileños Lula da Silva y Dilma Rousseff, el ex presidente uruguayo José Mújica, el primer ministro griego Alexis Tsipras, el portavoz del Kremlin y el propio Donald Trump, que en su apoyo al golpe congratula al ejército boliviano por esa acción.

En los últimos días se ha sumado a esta tesis José Miguel Insulza, ex secretario de la OEA, que explicó en una entrevista con ‘eldiario.es’: "No hay duda de que ha habido un golpe de Estado en Bolivia. Esto no requiere ningún razonamiento político a favor o en contra. Cuando se saca a un gobernante anticipadamente de su cargo es un golpe de Estado. Unos podrán decir que era necesario y otros que no lo era, pero de que hubo un golpe no hay duda. El presidente Morales fue requerido por las Fuerzas Armadas para renunciar y el golpe fue exitoso porque renunció".

Con él ha coincidido el aspirante a la Casa Blanca Bernie Sanders que así ha respondido al periodista Jorge Ramos en ‘Univisión’: “Pienso que Morales hizo un muy buen trabajo aliviando la pobreza y dando a los indígenas de Bolivia una voz que no habían tenido antes. Podemos discutir sobre si iba a por su cuatro periodo y si eso era algo acertado […] Pero al final fueron los militares los que intervinieron en el proceso y le pidieron que se marchase. Cuando los militares intervienen, en mi opinión, eso se llama golpe de Estado”.

Por aquí… no se enteran

Los sociólogos de prestigio internacional como Andrés Malamud y Leiv Marsteinredet coinciden en que se califica golpe de Estado a la acción de interrumpir por medios no constitucionales el mandato de un jefe de gobierno por parte de otro agente del mismo Estado. Si ese agente es la fuerza armada es de uso y rigor hablar de “golpe de Estado militar”.

Las distintas infamias incoadas en los cuarteles por encargo de poderes fácticos como las empresas transnacionales del petróleo, la alimentación o farmacéuticas, por citar algunas, a lo largo del siglo pasado siempre han sido definidas como golpe de Estado. Bolivia es un caso más.

Aunque, también es cierto que los golpes de este tipo necesitan del apoyo de las fuerzas mediáticas que, siempre, siempre están al servicio de esas empresas que azuzan a los militares.

Según la agencia France Presse, la autoproclamada presidenta Jeanine Añez piensa cerrar el Parlamento y gobernar por decretos presidenciales. Varios de los muertos por la policía han aparecido con un disparo en la nuca, periodistas extranjeros han sido expulsados del país, se han roto lazos de hermandad con naciones vecinas.

Por si esto no fuera suficiente, un primer decreto de esta presidenta exime de "responsabilidad penal al personal de las fuerzas armadas de Bolivia que participe en los operativos de restablecimiento y estabilidad del orden interno", y se dictan normas para iniciar la caza de los parlamentarios del MAS bajo el supuesto de sedición. Un golpe de libro…

Los cómplices necesarios en España

Por lo mismo, no tengo ningún empacho en decir que medios de comunicación españoles como La Sexta, Telecinco, TVE, El País, El Mundo, ABC, El Español, El Periódico, La Vanguardia y programas como “Hoy por hoy” de la Cadena SER se han manifestado como cómplices de un hecho delictivo que ya ha costado decenas de muertos y que lo han hecho por miedo a sus amos del IBEX35.

En esta gran y vergonzosa complicidad con los golpistas bolivianos destacan personajes como la pseudo periodista Ana Rosa Quintana que, en su programa de Telecinco, ha afirmado: “No hay un golpe de Estado en Bolivia. Lo que ha habido es un pucherazo del que era presidente de Bolivia”.

Por otro lado, su colaboradora Pilar Gómez respondía al tertuliano Juan Carlos Monedero que hablaba de golpe: “Acaba de decir que hay un golpe de Estado en Bolivia y nos lo tenemos que tragar.”

La señora Quintana acudió presurosa y proclamó: “Monedero no va a decidir de lo que hablamos. No le des bolilla. Es muy interesante lo que está ocurriendo en Bolivia”. Y abortó el debate.

En dos minutos dio muestra de hasta dónde le interesaba el tema y también dio cuenta de su profunda ignorancia sobre los valores de la democracia y de sus herramientas de autodefensa.

Si las autoridades electorales bolivianas vulneraron la transparencia electoral -lo que está en duda, ya que no fue como dice la controvertida recomendación de la OEA- toda constitución, la boliviana también, dispone de las herramientas legales necesarias para corregir el entuerto y penalizar a los responsables. Lo que no dice ninguna constitución es que un conflicto de este tipo faculte a las fuerzas armadas para “recomendar” la salida de un presidente.

Quién está detrás de esta miseria

Entre los múltiples mensajes que circularon en las redes sociales, en torno a esta desvergüenza de nuestros medios de “prestigio”, rescato uno: “Las grandes multinacionales, que tienen a muchos medios comprados, deben de estar de celebración ya que podrán saquear de nuevo el país siguiendo los dictados de las élites financieras”. Así de claro y sencillo.

Dice el profesor Alberto Montero Soler: “La llegada de las empresas transnacionales españolas a Bolivia a partir de la década de los noventa se orientó, esencialmente, hacia los sectores estratégicos de su economía y la compra, total o parcial, de las empresas públicas que operaban en los mismos. Unos sectores en los que la capacidad instalada era suficiente como para no requerir de unos excesivos niveles de inversión para la continuidad de la provisión del bien o servicio público en cuestión y que, al eliminarse la regulación sobre los precios públicos, ofrecían perspectivas de obtención de una elevada rentabilidad”.

Esas transnacionales españolas, que vieron limitadas sus privilegios fiscales y sus desmanes laborales en Bolivia con la llegada de Evo Morales al Gobierno, mandan mucho y todas ellas están interesadas en que esta censura de los medios españoles no se disipe.

Empresas como Unión Fenosa, ACEX, Banco Central Hispano, Grupo Red Eléctrica de España, Grupo Iberdrola, Abertis, AENA Internacional, Grupo PRISA, Abengoa, Aguas de Barcelona (Agbar), La Caixa, Grupo Previsión BBVA, Repsol-YPF están en el DNI del expolio de estos señores del IBEX35 al pueblo del Altiplano.

Recomiendo, a quien quiera saber más sobre esta canallada, la lectura de Transnacionales españolas en Bolivia: crónica de un saqueo, de Montero Soler, profesor de Economía Aplicada de la Universidad de Málaga UMA y colaborador habitual de ‘Rebelión’, que aporta datos muy importantes que pueden llevar a deducir quiénes compran las voluntades de nuestros medios y de algunos de sus trabajadores.

Dejo el enlace AQUÍ.

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