Las tesis neoliberales se han apropiado de la mayoría de las tertulias televisivas y la cobardía o falta de rigor intelectual de sus conductores han puesto las cámaras al servicio de mensajes de lesa humanidad totalmente inadmisibles

OPINIÓN. ¿Me quieren oír? Por Dardo Gómez

Periodista

18/12/19. Opinión. El conocido periodista Dardo Gómez reflexiona en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la diferencia entre libertad de expresión y permitir que se mienta impunemente: “Un medio de comunicación no puede cometer la prevaricación informativa de permitir que un tertuliano, invitado o columnista mienta a sus lectores u oyentes sin hacer nada por evitarlo. Cuando el conductor...

...de un programa escucha que el entrevistado está mintiendo al referirse a hechos inexistentes que afectan a los derechos de las personas, no tiene excusa alguna para permitirlo”.

La libertad de expresión no es para los cobardes

En España las tesis neoliberales se han apropiado de la mayorías de las tertulias televisivas y los medios papel siguen sin informar de que en Bolivia hubo un golpe de Estado militar; además ambas plataformas coinciden en su intención de blanquear los discursos supremacistas y/o discriminatorios más repugnantes. Además, lo hacen con el falso pretexto de que esa es su contribución a la libertad de expresión.


Así es como cada día nos atiborran de opiniones que transgreden la decencia, que ofenden la inteligencia y que hace algunos años los periodistas honestos no hubieran admitido sin darles cumplida respuesta. Aunque también puede ser que sean gente decente que, por simples o incultos, no saben que hay temas como los de la discriminación de los seres humanos o la negación de la emergencia climática, que no son debatibles.

Esta cobardía de los medios o de sus periodistas a estos mensajes de lesa humanidad es un patrimonio de las prensa española ya que en otras latitudes la responsabilidad de los informadores con la ciudadanía no lo permite.

Una enfermedad española

Hace un tiempo, ya os comenté que la cadena pública británica BBC había pedido disculpas a su audiencia y advertido al conductor del programa ‘Today’ por haber permitido que un negacionista del cambio climático dijera en pantalla, sin que se le desmintiera, que “las temperturas globales no han aumentado en la útlima década”. La cadena entendió que contradecía su línea editorial mentir impunemente a su audiencia.

Hace un par de semanas varios medios españoles han publicado con perplejidad o fingido asombro que la periodista chilena Tonka Tomicic echó de su programa, estando en pantalla, a un negacionista de la dictadura de Pinochet.

El individuo estaba invitado al programa “Bienvenidos" del Canal 13 trasandino y allí se puso a largar su reivindicación de aquella feroz dictadura y negar que se hubieran violado los derechos humanos en ese periodo, al tiempo que aseguraba que “en este momento los derechos humanos no son lo más importante”.

La conductora no dudó ante las palabras de esta bestia y le pidió que se retirara del plató. Tonka Tomicic explicó a la audiencia: “Discúlpenme si cometí un exabrupto, pero creo que esto es muy doloroso para Chile. Yo no viví la dictadura como ustedes, pero es parte de la historia del país. No podemos permitir que se niegue nuestra historia, tenemos que hacerla viva día a día, porque no podemos caer en los errores del pasado”.

Confieso que nunca he visto ni escuchado tal expresión de dignidad de un informador en las televisiones españolas; sí los he oído excusarse, ante barbaridades como estas, diciendo que no las comparten pero que deben respetar la libertad de expresión del invitado.

Mentira podrida…

No saben qué es libertad de expresión

Me tienen que disculpar si, una vez más, debo recurrir al Código Europeo de Deontología del Periodismo, pero es que algunos de mis colegas padecen de una ignorancia supina y pertinaz de esta materia.

En sus puntos cinco y seis este código señala:
5. La expresión de opiniones puede versar sobre reflexiones en relación con ideas generales o referirse a comentarios sobre noticias relacionadas con acontecimientos concretos. Si bien es cierto que en la expresión de opiniones por ser subjetivas, no debe ni es posible exigirse la veracidad, sin embargo se debe exigir que la emisión de opiniones se realice desde planteamientos honestos y éticos.
6. La opinión referente a comentarios sobre acontecimientos o acciones de personas o instituciones, no debe intentar negar u ocultar la realidad de los hechos o de los datos.

Por si no queda claro, dice que un medio de comunicación no puede cometer la prevaricación informativa de permitir que un tertuliano, invitado o columnista mienta a sus lectores u oyentes sin hacer nada por evitarlo.

Cuando el conductor de un programa escucha que el entrevistado está mintiendo al referirse a hechos inexistentes que afectan a los derechos de las personas, no tiene excusa alguna para permitirlo.

Es su obligación como persona y como profesional hacer evidente a su audiencia que lo que dice su invitado o colaborador es falso. Salvo que no tenga idea del tema o sea un rematado cobarde.

También podría ser que esté de acuerdo con las teorías del interlocutor y se declare en contra de los derechos humanos; lo cual no debería admitirse por la dirección del medio.

Los derechos humanos no son debatibles

En los últimos años, todo el espectro neoliberal se está esforzando por hacer creer que los derechos humanos son un exceso imaginativo de las izquierdas que ha sido consentido por los gobiernos de la derecha europea.

Sus aberraciones llegan a afirmar que la lucha por los derechos de los individuos a transitar o migrar son un despropósito que atenta contra los Estados occidentales y contra sus culturas.

Nada de todo esto tiene sentido ni es verosímil en un mundo global donde solo mentes cerriles y cerradas pueden imaginar que la humanidad puede desandar el camino hacia un pasado de horrores que, si aún sigue presente, es precisamente por la vulneración de los principios consagrados en la Declaración Universal de Derechos Humanos.

Esos derechos fueron fijados al final de la II Guerra Mundial, precisamente, ante el espanto en el que podíamos volver a caer en un concierto universal que no respetara la integridad de los individuos.

Este negacionismo ultramontano parece que no es percibido por los periodistas españoles que contribuyen a abrir debate sobre temas que ya no admiten ser debatidos; menos aún cuando se intenta hacer falseando los hechos o mediante mentiras inmundas.

Ya en 2013 cuando estos mismos neoliberales presentaban el recorte de los derechos laborales como una necesidad vital ante la crisis inventada por ellos mismos, el entonces comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Nils Muiznieks, presentó un informe en el que apuntaba a la desprotección de los derechos fundamentales en Europa desde el comienzo de la crisis y los recortes. Allí advertía: “la protección de los derechos humanos no es algo relativo o debatible, sino que tienen un marco normativo y líneas rojas que los Gobiernos deben respetar.”

En sus fundamentos, la organización Amnistía Internacional apunta: “Los derechos humanos engloban derechos y obligaciones inherentes a todos los seres humanos que nadie, ni el más poderoso de los Gobiernos, tiene autoridad para negarnos. No hacen distinción de sexo, nacionalidad, lugar de residencia, origen nacional o étnico, color, religión, lengua, edad, partido político o condición social, cultural o económica. Son universales, indivisibles e interdependientes.”

A ver si nos aclaramos y dejamos de hacer el memo…

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