El último Informe de la Profesión Periodística insiste en blanquear la precariedad impuesta por el terrorismo empresarial hablando de periodistas “autónomos”; da así un barniz de legitimidad a un cruel abuso laboral conocido por toda la profesión
OPINIÓN. ¿Me quieren oír? Por Dardo Gómez
Periodista
15/01/20. Opinión. El conocido periodista Dardo Gómez reflexiona en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los falsos autónomos en la profesión periodística: “Como lo han reconocido numerosos fallos judiciales estos periodistas disfrazados como “autónomos” desarrollan su actividad bajo los parámetros típicos del trabajo subordinado: dependencia, ajenidad, y remuneración periódica...
...Sin que sea exigible la simultaneidad de las tres para demostrar su pertenencia a la plantilla de la empresa”.
Blanqueando a los obligados y falsos autónomos
Aunque aseguren que las casualidades no existen, certifico que “haberlas, hailas” y también que las carga el diablo; sobre todo, si algunos como yo son tentados a hurgar en ellas.
A mediados del pasado diciembre fue presentada la decimosexta edición del Informe de la Profesión Periodística, que edita anualmente la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) con la colaboración de la Federación de Asociaciones de la Prensa de España (FAPE), la Federación de Sindicatos de Periodistas (FeSP), el Sindicat de Periodistes de Catalunya (SPC) y de las secciones de periodistas de la Unión General de Trabajadores (UGT) y de la Confederación Nacional del Trabajo (CNT).
Este informe es, de momento y no hay otro, lo más parecido a una radiografía de la profesión en España, si confiamos en que los 1.216 periodistas consultados -todos miembros de esas organizaciones- responden con acierto y verdad a la encuesta en que se basa el informe.
Volviendo a las casualidades. El 20 de diciembre conocimos -a través de un tuit de la propia afectada- que la directora y presentadora del programa “A vivir Madrid”, de la cadena SER había sido despedida por esa empresa.
Esto, no tiene nada de sorprendente ante la constante sangría laboral en nuestros medios; pero, no dejó de sorprender que la periodista Purificación “Puri” Beltrán, que es la despedida, señalara: “Después de unos meses difíciles de acoso y derribo, os comunico que, a 4 días de la Nochebuena y con el programa preparado de este fin de semana y grabados los programas de fin de año, me han echado después de 15 años en la empresa de falsa autónoma.”
La afectada en esos tres lustros ha trabajado casi a diario en la SER y el programa que dirigía era de emisión semanal; por lo tanto, resulta harto sorprendente que la empresa no supiera que estaba incumpliendo cada día la normativa laboral.
Si esto venía sucediendo con “Puri” Beltrán, que es una voz conocida y directora de un programa en franja de gran audiencia, todo me hace suponer que su situación laboral irregular debe ser solo una entre muchas.
Una colega me preguntaba hacia donde miraba el comité de empresa de la SER; otro, se horrorizaba ante el silencio de quince años de la despedida o, dicho de otra manera, que no se explica porqué aceptada esa situación, no reclamaba su regulación o, en última circunstancia, porque no lo había denunciado ante la autoridad laboral correspondiente.
Una respuesta complicada…
La respuesta es una sola: el miedo a perder el empleo que viene derivado de la precariedad laboral impuesta por el terrorismo empresarial y la suma desprotección fijada por la reforma laboral del Gobierno del Partido Popular.
Un combinado perfecto que permite a las empresas periodísticas cometer todos los abusos posibles e imposibles en materia de contrataciones; aprovechando que los trabajadores no se atreven a reclamar sus derechos, suponiendo que todos ellos los conozcan. Lo que no es cierto en absoluto.
Fíjense que en este último Informe de la Profesión Periodística se señala de forma repetida la existencia de periodistas “autónomos” y ya que se trata de resultados de una encuesta a esos profesionales habrá que suponer que ellos mismos se han definido de esa manera.
Clama al cielo o al infierno que una organización vinculada a los trabajadores de la información de fe de bautismo a una situación que todos sabemos que es ilegal. No nos engañemos, hablamos de falsos autónomos y, por lo tanto, de periodistas contratados en fraude de ley por los empresarios de medios.
Vaya por delante que no conozco más detalles del caso de “Puri” Beltrán; pero sí que he conocido de primera mano centenares de casos de trabajadores en plantilla encubierta o de falsos autónomos que durante años han cubierto puestos estructurales en sus medios.
Puedo hablar tanto de empresas de propiedad privada como de medios públicos ya que durante varios años estuve a cargo de la secretaría de “colaboradores” del Sindicat de Periodistes de Catalunya y lo he vivido de primera mano.
Las demandas ante la autoridad laboral de las que he sido partícipe por este tipo de abusos me permite afirmar que las posibilidades de existencia de trabajadores “autónomos” en el periodismo son minimo minimorum. Salvo los casos de algunos columnistas, la disciplina de producción de los medios de comunicación hacen casi imposible ese régimen laboral.
Como lo han reconocido numerosos fallos judiciales estos periodistas disfrazados como “autónomos” desarrollan su actividad bajo los parámetros típicos del trabajo subordinado: dependencia, ajenidad, y remuneración periódica. Sin que sea exigible la simultaneidad de las tres para demostrar su pertenencia a la plantilla de la empresa.
Aunque puede parecer que existe autonomía en el contenido y desarrollo de la prestación, el trabajador se encuentra en una relación de absoluta subordinación técnica, organizativa y económica respecto de la empresa para la que presta sus servicios.
Es así aunque se hagan los sordos
Estos supuestos “autónomos” que se mencionan en el informe de la APM son informadores que elaboran información por encargo expreso del medio y, de forma habitual, elaboran material convenido con la empresa tanto en su contenido, como en su forma y en su extensión.
Un material que suele estar previsto en el sumario o la programación del medio y preparado con el tratamiento exigido por la empresa según su criterio editorial y, por lo tanto, de muy difícil publicación o emisión por otro medio. Es decir, hecho en exclusividad.
Además, muchos de ellos concurren a diario a la empresa -aunque esto ya no es relevante- o tienen a su cargo secciones específicas o cubren de manera habitual o permanente un determinado tipo de tarea o información. Esto ocurría, sobre todo, en la prensa no diaria y en los medios audiovisuales; pero ahora, según señala el mismo informe, es de plena vigencia en los medios digitales.
Creo que es preciso tener plena conciencia de lo que estamos diciendo si no queremos facilitar con un lenguaje equívoco la tarea de los depredadores de la profesión.
Estos falsos autónomos, aunque coticen por la presión que reciben al Régimen Especial de Trabajadores Autónomos, trabajan para una empresa como trabajadores por cuenta ajena; ya que no poseen autonomía en su trabajo, sino que dependen de las directrices que les impone la dirección de la empresa.
No poseen ningún tipo de contrato laboral con esa empresa, no tienen nómina, cobran su trabajo a través de facturas; aunque cumplen la misma tarea que sus colegas. Eso sí, cornudos y apaleados, deberán pagar su cuota mensual de autónomos y cumplir con sus declaraciones de IRPF e IVA como si fueran empresarios; mientras que la empresa defrauda a la Administración todo los gastos de su cotización a la Seguridad Social.
Disculpen mi mala fe, pero no me creo que los padres de este informe desconozcan todo esto y, por lo mismo, son colaboracionistas de esta situación.
Tengo la esperanza que este nuevo Gobierno tenga la dignidad que no tuvo el del anterior presidente socialista, José Luis Rodríguez Zapatero, que no supo responder a las promesas que había hecho a los informadores.
Ahora, Pedro Sánchez tiene la oportunidad de lavar aquella afrenta del PSOE y con el coraje que les faltó entonces hacer que la nueva reforma laboral debe alcanzar al artículo 42 del Estatuto de los Trabajadores para evitar que esta iniquidad se eternice.
Ya se sabe que no hay nada más largo que la esperanza del pobre…
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