Lutz Kinkel, director gerente del Centro Europeo para la Libertad de Prensa y Medios (ECPMF) ha asegurado: “En Francia, como en muchos países de Europa, el espacio de los medios se está reduciendo día a día a medida que los periodistas y los trabajadores de los medios se enfrentan la violencia de la policía. Debemos luchar para garantizar que esto no se convierta en una norma en Europa

OPINIÓN. ¿Me quieren oír? Por Dardo Gómez

Periodista

05/02/20. Opinión. El conocido periodista Dardo Gómez reflexiona en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre las agresiones a periodistas tanto por parte de manifestantes como por parte de la policía: “Casi siempre que las fuerzas de seguridad de las distintas administraciones se exceden en el celo profesional que descargan sobre los informadores, las asociaciones profesionales y...

...los sindicatos reclaman por esos excesos y en los comunicados de protesta difundidos hacia la nada casi siempre se señala que el o la golpeada iba debidamente identificada”.

Pegar a periodistas no puede tomarse como normal

El Centro Europeo para la Libertad de Prensa y Medios y la FIP promueve un Codigo de Libertad de Prensa de la Policía para poner a coto a la creciente represión de los informadores por parte de las fuerzas de seguridad de las distintas administraciones. Una violencia que va a más y que ya se toma como “normal”.


La televisión municipal de Barcelona, beteve.cat, informó en su web que simpatizantes de Vox, que se manifestaron en el centro de la ciudad en el fin de semana del 18 y 19 de enero último, habían actuado con “amenazas y coacciones, empujones, golpes a la cámara e insultos” contra los profesionales de ese canal que cubrían esos eventos.

Esto, sin duda, no es novedad ya que actos de esta naturaleza por parte de manifestantes o de las fuerzas de seguridad de las distintas administraciones se han convertido en una variante no deseada pero “normal” del trabajo de los informadores a pie de calle.

En cambio si es novedad la reacción de la dirección de “beteve” que ha anunciado que “emprenderá las acciones legales que sean necesarias para garantizar el derecho a la información de la ciudadanía y la integridad física y profesional de sus trabajadores.”

No es común que los medios de comunicación españoles salgan en defensa de sus trabajadores cuando estos sufren estas agresiones, ya sea por parte de la policía como por los alborotadores o fanáticos. Menos aún, que se animen a llevar a los responsables de esas agresiones ante los tribunales.

Puedo equivocarme y que alguna empresa lo haya hecho, pero durante los años que he asistido a compañeros que han sufrido este tipo de agresiones siempre he echado de menos que los empleadores de los agredidos no sintieran que era su deber defenderlos legalmente en estos casos.

Siempre me he inclinado a creer que la empresa que envía un periodista a cubrir cualquier tipo de evento debe considerar a ese informador su representante en ese espacio. Pues los hechos vienen demostrando que los medios no comparten mi criterio.

“Debidamente identificados”

Casi siempre que las fuerzas de seguridad de las distintas administraciones se exceden en el celo profesional que descargan sobre los informadores, las asociaciones profesionales y los sindicatos reclaman por esos excesos y en los comunicados de protesta difundidos hacia la nada casi siempre se señala que el o la golpeada iba debidamente identificada.

Quieren decir que además de las identificaciones legales que se suelen requerir a todo españolito, el o la golpeada, sacudida o detenida exhibía algún elemento (chaleco, brazal, casco, etc) con el cual quien informa demuestra que esta haciendo, precisamente, eso. Por lo general, esa identificación viene otorgada por una organización o sindicato de periodistas, que ha accedido a esa potestad alegal en negociaciones con los jefes de los que pegan.

Si nos ceñimos a los resultados, queda demostrado de forma palmaria que esas negociaciones no fueron serias y que esas coloridas prendas son ineficaces para menguar el celo policial; antes bien, conozco periodistas que han dejado de usarlas no solo por inocuas ante los bastonazos sino porque actúan como imán para los que van a por ellos.

Quizá hubiera contribuido a esa deseada protección que los patronos hubieran mostrado algún interés ante las autoridades por la protección de sus periodistas y participado en esas negociaciones que aspiraban a llegar a algún protocolo tipo “no peguen más”; pero nunca han participado ni pedido hacerlo.

Total, que a los patronos se la suda lo que les pase a sus enviados en la calle; aunque tampoco recuerdo que las organizaciones que los representan hayan reclamado nunca a los medios que se mojaran por la seguridad física de sus trabajadores en sus actuaciones en la vía pública.

Esto ha sido así hasta ahora y, si no se hace nada, irá a peor; porque mientras las empresas se desinteresan y las organizaciones de informadores lanzan brindis al sol, las fuerzas del orden o de la represión (a elegir) siguen aumentando su capacidad de agresión.

A París pongo por testigo…

Podría poner por ejemplo como las fuerzas de seguridad reprimen en Chile o en Turquía, pero la miopía ombliguista de algunos españoles no admitirá la comparación con países que estiman de segunda.

Puede ser mejor que miremos qué está pasando en Francia; allí la policía ha aprovechado las protestas contra las jubilaciones y las desfiladas sabatinas de los “chalecos amarillos” para estrenar recursos tan ingeniosos como las llamadas "bola de picadura".

Son unas granadas que contienen, dicen, unos 25 g de TNT y la metralla de pequeñas bolas de goma que con la explosión de lo primero, producen un fuerte estruendo, dispersan pequeñas bolas de goma que producen, a quienes alcanzan, un fuerte pinchazo en la zona que afecten, más una carga adicional de gases lacrimógenos.

Ante sus perversos efectos, la policía asegura que dejará de usarlas. Yo no me lo creo y un abogado francés que lleva varios casos de violencia policial tampoco: "Retirar un tipo de granada no cambia nada, otras granadas que todavía están en uso hacen lo mismo". Recuerdo que en España varias policías descartaron las bolas de goma, esas que han vaciado ojos, para reemplazarla por balas de foan que hacen lo mismo.

Me dirán que aquí no hemos llegado a los extremos de esas granadas, pero llegaremos si no les salimos al paso; puede que no sea este tipo de engendro, pera habrá otras artes de represión tanto o más temibles, porque esa es la tendencia: reprimir al que quiere informar.

Lutz Kinkel, director gerente del Centro Europeo para la Libertad de Prensa y Medios (ECPMF) ha asegurado: “En Francia, como en muchos países de Europa, el espacio de los medios se está reduciendo día a día a medida que los periodistas y los trabajadores de los medios se enfrentan la violencia de la policía. Debemos luchar para garantizar que esto no se convierta en una norma en Europa.

Creo que lleva razón; tan malo como que te peguen o te hagan tragar gas pimienta es que se haga carne en la sociedad de que esto de maltratar a los informadores es un deporte policial que viene con el periodismo.

Es por ello que distintas organizaciones europeas preocupadas por la libertad de información, la de expresión y el derecho democrático a la circulación de los informadores han tenido la idea de crear el Codex Police Freedom Press. Algo así como un Código de Libertad de Prensa de la Policía que pretende, dicen, “proporcionar pautas útiles y prácticas sobre cómo la policía y los periodistas deberían trabajar juntos”.

Esto se debería importar

El Codigo de Libertad de Prensa de la Policía fue desarrollado por ECPMF junto a otras organizaciones que han investigado en toda Europa la tendencia a maltratar periodistas, entre ellas la Federación Europea de Periodistas (EFJ), Index on Censorship, Osservatorio Balcani e Caucaso Transeuropa (OBCT), Ossigeno per I'informazione y la Organización de Medios del Sudeste de Europa (SEEMO).

Tras haber sido presentada en diciembre del año pasado en Bruselas, este código ha desembarcado este enero en París de la mano del Syndicat National des Journalistes (SNJ-CGT). El sitio es por demás apropiado ya que parece que la capital gala se ha convertido en campo de ensayo de las represiones.

En sus ocho cláusulas, el Codex aborda cuestiones de violencia policial, vigilancia, acreditación, protección de fuentes y confiscación de materiales periodísticos. Veamos qué dicen:
- Cualquier violencia del personal policial contra periodistas es inaceptable;
- Los periodistas tienen derecho a recopilar información y la policía debe protegerlos de cualquier interferencia ilegal, especialmente en manifestaciones;
- Los periodistas deben tener el derecho de identificar al personal policial individual y de documentar e informar sobre el trabajo de las fuerzas policiales;
- La policía no puede borrar imágenes ni confiscar el equipo de los periodistas sin una orden judicial adecuada;
- Los periodistas no deben ser criminalizados, discriminados ni puestos en una lista negra por su actitud política asumida;
- Los periodistas no deben ser blanco de la vigilancia policial;
- Si la policía daña, amenaza o acosa a periodistas, estas acciones deben ser condenadas, investigadas y publicadas por investigadores independientes;
- La policía debe recibir capacitación y actualizarse periódicamente sobre los derechos de los periodistas.

Emmanuel Vire, secretario general de SNJ-CGT, dijo en la presentación parisina del código: "Debemos reunir a los informadores para denunciar la violencia policial, en general, y para apoyar colectivamente a los periodistas que, a través de su trabajo de información en la primera línea, se arriesgan a denunciar estos abusos, que son inaceptables en una república y una democracia. Esto es la esencia del periodismo".

Creo que todas las organizaciones de periodistas españolas, sumadas a las patronales de la comunicación y al resto de medios de comunicación (públicos, privados y comunitarios), deberían emplazar al Ministerio del Interior para que convoque a todas las policías del territorio en torno a una mesa y que se ponga sobre la mesa esta propuesta.

Si hay responsabilidad y decencia, hay que hacer lo que se debe para poner coto a esta deriva creciente de la democracia.

Puede leer aquí anteriores artículos de Dardo Gómez:
- 15/01/20 Blanqueando a los obligados y falsos autónomos
- 18/12/19 La libertad de expresión no es para los cobardes
- 22/11/19 Siguen ocultando el “golpe de Estado militar” boliviano
- 17/10/19 Pablo Motos solo merece desprecio
- 25/09/19 Autorregulación, la vieja farsa…
- 04/06/19 El calvario de Julian Assange es el nuestro
- 06/05/19 Los de las cloacas del periodismo no son “los nuestros”

- 04/04/19 No solo los bancos pagan la desinformación
- 27/03/19 Debemos responder a los abusos de la prepotencia
- 11/02/19 Los “becarios” no existen, la desvergüenza, sí 
- 09/01/19 Es el derecho a la información, idiotas…
- 14/12/18 Las perversiones de la prensa eufemística     
- 23/11/18 ¿Por qué decimos “fake news”?, cuando son mentiras… 
- 05/10/18 ¿Adónde van los colegios de periodistas?
- 17/09/18 Estos son los grandes “salvadores” del periodismo
- 09/07/18 Los colaboradores solos murieron y entre todos los mataron…
- 13/06/18 ¡Horror! El Consejo de Europa se ha vuelto podemita

- 01/06/18 El monopolio de la comunicación sigue engordando
- 23/04/18 No tropecemos, siempre, en la misma piedra
- 06/04/18Los medios degradarán la información las veces que haga falta