“Ante la incompetencia y/o falta de voluntad democrática de nuestros legisladores, os digo que nadie nos protegerá de los medios de comunicación dañinos. Solo cabe organizarnos y defendemos por las nuestras. Como ya hacen en otros países”
OPINIÓN. ¿Me quieren oír? Por Dardo Gómez
Periodista
13/07/22. Opinión. El conocido periodista Dardo Gómez reflexiona en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre los medios de comunicación manipuladores: “Y lo seguirán haciendo porque muchos dan por supuesto que mentir es parte de su oficio, creen que les es legítimo lanzar una campaña para desprestigiar a las personas y disfrazarlo de ‘libertad de expresión’”...
Nadie nos protege de los medios de comunicación dañinos
“Hace cuatro años intentamos evitar desde El País el pacto de Sánchez con populistas y separatistas porque creíamos que eso era malo para la izquierda y para España. No nos creyeron”. Con este tuit, Antonio Caño, exdirector del diario El País entre 2014 y 2018, ha dado difusión -sin rubor alguno- a una de las veces que el diario de Prisa ha interferido en las decisiones de la ciudadanía.
Esto produjo apenas un pequeño escarceo en algunos medios tradicionales; al fin y al cabo, todos y cada uno de ellos tienen cadáveres como éste en sus armarios. Ellos igual que Caño no sólo no han pedido perdón por sus prevaricaciones (recordemos el “sindicato del crimen”, del cual ya hemos hablado) sino que han sacado pecho ante la ciudadanía por haber cumplido con su supuesta misión de “controlar el poder”. Esto último es un invento más de la prensa corrupta para justificar su intromisión en un derecho de la ciudadanía; somos nosotros los que decidimos a quién damos el poder de gobernar y los únicos a quienes corresponde ese control.
Pregúntense en qué momento cualquiera de vosotros le ha otorgado a los directores de los medios esa capacidad... Antes bien, es a la ciudadanía a la que le corresponde controlar a esos medios, ya que es ella la dueña de la información y puede exigir veracidad, lealtad y decencia en la información que difunden y de la cual son meros intermediarios.
En una reciente entrevista el papa Bergoglio ha vuelto a referirse a los cuatro "pecados de la comunicación" como él llama a las grandes indecencias que se publican a diario en muchos medios.
En primer lugar, menciona, «la desinformación: decir lo que me conviene y callarme el resto. No, dilo todo, no se puede desinformar». En segundo lugar, «la calumnia. Inventan cosas y, a veces, destrozan a una persona con una comunicación».
En tercer lugar, “la difamación, que no es calumnia, sino que es atribuir a una persona un pensamiento que tuvo en otro tiempo y que ahora ha cambiado. Y para el cuarto pecado utilicé la palabra técnica 'coprofilia', es decir, el amor a la caca, el amor a la suciedad. Es decir, intentar enturbiar, buscar el escándalo por el escándalo”. Y advertía: “Debemos tener cuidado de que la comunicación no cambie la esencia de la realidad”.
Por qué no nos sorprende
Sabemos que el Papa no es un experto en comunicación y tampoco infalible en aspectos ajenos a su ministerio, pero una inmensa mayoría ciudadana creo que coincide con sus apreciaciones. Por lo menos, aquellos que nos sentimos víctimas de las mentiras que divulgan los medios por sus intereses y, más aún, los que son víctimas directas de los daños colaterales de estos impunes bombardeos de desinformación.
Y lo seguirán haciendo porque muchos dan por supuesto que mentir es parte de su oficio, creen que les es legítimo lanzar una campaña para desprestigiar a las personas y disfrazarlo de “libertad de expresión”. Sepan que nadie desde las administraciones moverá un dedo para defendernos de esta canalla que ha usurpado los espacios más visibles de la industria de la comunicación.
Una parte no pequeña de la profesión periodística sufre por estas prácticas deleznables y se revuelven en la impotencia al ver como su trabajo es despreciado por sus patronos y cómo son colocados por su conciudadanía en un nivel muy bajo de respeto.
Los repetidos intentos de corregir esta corrupción han siso abortados desde los poderes públicos, entre ellos el legislativo; la inmensa mayoría de nuestros legisladores se revuelven en su ignorancia de los valores básicos de la democracia.
Tampoco ayudan los discursos vacíos de las organizaciones profesionalistas y sus actuaciones para la galería de supuestas defensas de la ética periodística [Sí, hablo de asociaciones y colegios de periodistas]. A la hora de la verdad se sientan a la mesa de los empresarios y se hinchan de arengar -junto con ellos- sobre los falsos beneficios de los códigos dentológicos y de la eficacia de la autorregulación de los medios. Brindis al sol para marear a los tontos.
Por todo ello no nos sorprende que los peores de la clase se pavoneen en los canales de televisión de sus amos para engañarnos con impunidad; pero en algunos otros lares la ciudadanía y algunos comunicadores se han organizado para sacarles los colores, acusarlos públicamente y si cabe llevarlos ante los tribunales.
Organizarse contra la inmundicia es necesario
Durante muchos años las asociaciones profesionalistas españolas han tenido como luminaria de la profesión al consejo de aurorregulación de los medios británicos. Un engendro pergeñado por los dueños de la prensa de ese país. Nuestros profesionalistas alguna vez los pasearon por Madrid para que nos dieran lecciones de ética y autorregulación. El globo se les deshinchó cuando tras los escándalos de la prensa del magnate Murdock, más de un periodista fue a parar a la trena, y ese consejo ejemplar se autodisolvió ante las denuncias de connivencia en la protección de los corruptos, cosa que había sido denunciada casi a diario por el sindicato de periodistas británico. Nuestros profesionalistas nunca hablaron de esto, pero siguen haciendo el paripé como si les importaran de verdad las cosas de comer.
Ante tanta incompetencia y/o falta de voluntad cívica debemos decir con todas las letras que nadie nos protegerá de los medios de comunicación dañinos si no nos defendemos nosotros y por las nuestras.
Esa es la iniciativa que hace ya algunos años llevó a la constitución en Londres de la ONG Hacked Off, que se ha dedicada desde su fundación a una campaña continua por una reforma significativa de la autorregulación de la prensa en el Reino Unido. El objetivo es que esa reforma asegure que las víctimas del abuso de la prensa puedan hacer oír su voz y a que reciban protección contra las continuas intrusiones de la prensa en sus vidas. La organización manifiesta: “Creemos que la prensa debe estar sujeta a estándares que protejan al público, fortalezcan la democracia y salvaguarden la libertad de expresión”.
Sus actividades incluyen la edición de un boletín electrónico donde denuncian semanalmente los casos de acoso de la prensa a la ciudadanía, la incompetencia y falsedad del nuevo órgano regulador creado por la patronal de prensa que adolece de los mismos valores del anterior, manifestaciones frente a los medios y conferencias/debates públicos.
Ahora anuncian que a partir de este 12 de julio difundirán el video El dolor vende periódicos. El título corresponde a la respuesta que un reportero le dio a una mujer que le reprochaba el implacable acoso y la intrusión a que la prensa la sometía tras la pérdida de su hija.
Este cortometraje de Hacked Off, cuenta las historias de tres personas que se enfrentaron a la intrusión y acoso de la prensa después del duelo por un ser querido. Después de la película, un panel de periodistas y expertos analiza el impacto de esas actitudes en los afectados y cómo los grandes periódicos actúan con impunidad. Les dejo el enlace por si quieren acceder a ese contenido: https://hackinginquiry.org/.
El reclamo de estas personas decentes y responsables es que se regule por ley su derecho a la información; desgraciadamente, en España casi nadie habla así de claro.
Pablo Iglesias, por entonces líder de Podemos y aparente heredero de los reclamos del 15M, en el libro Conversación con Pablo Iglesias del periodista Jacobo Rivero, respondía: "El poder mediático es un poder. Entonces, todo poder necesita regulación social y eso se hace a través de leyes. ¿Dónde está el problema?". Iglesias opinaba allí que esa regulación de los medios es necesaria porque "la gestión de la información no puede depender únicamente de hombres de negocios y su voluntad por permitir la libertad de expresión". ¿Alguien aún recuerda esto entre los podemitas?
La prevaricación informativa que no cesa
Mientras cierro este artículo no deja de admirarme la violenta y virulenta campaña desatada contra la ministra de Igualdad, Irene Montero; sostengo que a tod@ polític@ las críticas, hasta las más acerbas, le van en el sueldo. Sin embargo, también toca decir que no hay código profesional que apruebe esas campañas y, menos aún, que para darles fuerza los personajes que conducen programas como AR y Espejo Público manipulen los contenidos de un vídeo para hacer decir a las personas lo que no han dicho. Más corrupción informativa.
Casi al tiempo, el catedrático y periodista canario Manuel Toledano nos ha anunciado que abandona su colaboración con la emisora de la SER en Tenerife; nos explica en su cuenta de Twitter que no le han dejado leer su columna frente al micrófono de esa emisora.
Como una reivindicación del periodismo decente, pero escaso, cierro con la colaboración silenciada:
“Hace ya tiempo que el mito del 'cuarto poder' se rompió en pedazos. Lejos queda ya la idea de que el periodismo debe velar por el funcionamiento de los tres poderes. Lejos, porque hay otros poderes que no son democráticos, y que tienen conexión directa con los otros tres.
Es el llamado 'stablishment', el sistema, el conjunto de actores que, gracias a su control de los medios de comunicación, han convertido el periodismo en un excelente órgano de propaganda. En cierta medida es el nuevo primer poder, los llamados mercados financieros, como ente abstracto que esconde detrás a multinacionales tecnológicas, energéticas, alimentarias, textiles, de transporte y un largo etcétera. Y el cuarto poder. No sólo se rinde a ellas, sino que forma parte de ellas.
Por eso no debe extrañar que el perro guardián que era 'El País' se haya convertido en este perrito, mitad peluche, mitad plástico, que balancea afirmativamente su cabecita en la parte trasera de los coches. Lo dijo uno de sus últimos directores, afirmando que su misión era evitar un pacto del centro con la izquierda. Por el bien de España. Y con la excusa de una línea ideológica neoliberal, escondida, muy escondida, debajo de su lema: El diario independiente de la mañana. Todo liberal, neo, y todo legal, muy legal. No hay delito que un periódico tenga como misión fundamental defender unos intereses políticos... con un matiz: Eso no es periodismo, eso es propaganda”.
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