OPINIÓN. El buen ciudadano. Por Rafael Yus Ramos
Coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía
22/05/18. Opinión. El coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía, Rafael Yus, hace la última entrega de su serie sobre la gestión de los incendios forestales en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com. En este artículo aborda la problemática de la “saca de madera”, lo que considera “una operación más de esa ‘operación limpieza’ del monte tras el incendio”, algo que explicaba en el artículo...
...anterior AQUÍ. A su juicio “la saca de la madera no es una práctica ecológicamente aceptable para la recuperación de un bosque quemado y a pesar de ello se sigue aplicando incluso desde los servicios técnicos de la Consejería de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía”.
Los incendios forestales: nefasta gestión antes y después (y III)
Sobre el “después”: la saca de la madera quemada
EN el artículo anterior criticábamos la práctica de la “limpieza” del monte quemado, especialmente grave cuando para hacerlo se tiene que abrir una red de carriles nuevos. Pero la cosa no acaba aquí, pues el problema ahora es que esa limpieza, consistente en la corta y retirada (saca) de la madera quemada (lo que en inglés se conoce como salvage logging), que se viene haciendo mecánicamente, pero que produce daños adicionales al incendio y provoca un notable retraso en la recuperación de los hábitats. Un ejemplo claro lo tenemos en las labores realizadas en la Sierra de Cómpeta tras el incendio del 2014, como bien documentara Martínez Murillo (2015) y como se aprecia en la Fig.1: toda la madera quemada tras el incendio fue talada, sacada del monte y posteriormente amontonada junta a los carriles abiertos para esta operación.
ESTA práctica de la corta y saca de madera quemada se ha justificado usando argumentos económicos (venta de la madera quemada) ecológicos (la retirada de madera quemada puede reducir el riesgo frente a otras perturbaciones como plagas o futuros incendios debido a la acumulación de combustible) o utilitarias (mejor accesibilidad en las labores de restauración), incluso por estética. Sin embargo, en los últimos 15 años ha aparecido una corriente contraria a la retirada de esta madera quemada en los bosques después de un incendio. Los críticos señalan una serie de impactos negativos de la retirada de la madera quemada, tales como la modificación del régimen hidrológico, la perturbación que provoca la propia retirada de la madera muerta, sus efectos negativos potenciales o demostrados sobre la biota que depende de la madera muerta o de las zonas quemadas y el aumento de la erosión. De especial importancia se considera el potencial efecto negativo que tiene la retirada de la madera quemada sobre la regeneración del bosque . Los partidarios de retener la madera quemada aducen que ello proporciona microhábitats adecuados para el reclutamiento de las plántulas. Resolver este debate es vital para plantear correctamente las políticas de gestión, ya que ello permitiría un gran ahorro de tiempo y dinero, de esfuerzo por parte de las Administraciones, y una mejora de los resultados de regeneración (en la supervivencia de las plántulas, germinación de semillas, densidad de plántulas, altura y grosor de la planta). Existe un número creciente de investigaciones que evalúan los efectos de la extracción de la madera quemada sobre el reclutamiento de plántulas, principalmente en sistemas forestales boreales de Europa y América, donde ya se han adoptado prácticas de gestión que incluyen la permanencia de los restos quemados.
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