OPINIÓN. El buen ciudadano. Por Rafael Yus Ramos
Coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía


07/05/19. 
Opinión. El coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía, Rafael Yus, realiza en su nueva colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com una reseña del libro La simbiosis. Una tendencia universal en el mundo de la vida. La cosmovisión de Lynn Margulis, escrito por el ecologista y librero Paco Puche, también colaborador de esta revista. Yus aprovecha para...

...reflexionar sobre “los aspectos polémicos que se han construido en torno a las teorías biológicas de Margulis”. “Su lectura proporciona no pocas reflexiones y sugerencias, no sólo de tipo biológico, sino, fundamentalmente, de tipo humano o sociológico, con derivaciones políticas. Es un ensayo difícil de urdir, a la vez que atrevido, pues intenta combinar teorías biológicas con teorías sociológicas, políticas y filosóficas, que enlazan con el ecologismo que él mismo siempre ha defendido, pero su atractivo, especialmente en estos tiempos de postmodernidad, atrapa desde las primeras líneas. Llenando de ilusión ese poso de escepticismo que cada vez pesa más sobre nuestras sociedades tras el amargo regusto de las utopías devaluadas. Con todo, y con independencia de recomendar la lectura de este libro, me gustaría comentar, sin agotarlos, algunos aspectos polémicos que se han construido en torno a las teorías biológicas de Lynn Margulis”, indica Yus.

Entre la simbiosis y la cooperación. El pensamiento de Lynn Margulis

HACE un año se presentó en Málaga el libro: La simbiosis. Una tendencia universal en el mundo de la vida, subtitulado como “La cosmovisión de Lynn Margulis” (Fig.1), escrito por el famoso librero malagueño, eco-nomista y eco-logista, Francisco Puche Vergara, conocido familiarmente como “Paco Puche”, amigo y compañero de la lucha ecologista en Málaga. Su lectura proporciona no pocas reflexiones y sugerencias, no sólo de tipo biológico, sino, fundamentalmente, de tipo humano o sociológico, con derivaciones políticas.


COMO biólogo, mi conocimiento de la teoría de Gaia y del origen de la célula eucariota por endosimbiosis de Lynn Margulis, ha sido siempre estrictamente científico, como una importante contribución a la teoría de la evolución y la ecología planetaria. Pero Paco Puche, con esa mente interdisciplinar que le caracteriza, ha querido ver en esta teoría una clara inspiración en su pensamiento político y ecologista, en el que la cooperación, la simbiosis entre seres humanos, constituye un eje principal. Se ha valido, para ello, de la conjunción de la teoría de la simbiogénesis de Lynn Margulis (esencialmente científica) con las tesis mutualistas de la politóloga estadounidense Elinor Ostrom en las sociedades humanas. Se da la circunstancia de que ambas autoras son mujeres, con lo cual Paco Puche pone de relieve también otro ambicioso eje de su pensamiento: los valores femeninos de cooperación, de ayuda mutua, frente a los valores masculinos de individualismo, exclusión y violencia, todo ello en el marco de la teoría organicista de la tierra, denominada Gaia por Lovelock, en el que estas relaciones cobran aún mayor significado.

UN manojo de referencias científicas y filosóficas con las que Paco Puche ha urdido un decálogo gaiano, en el que resalta los valores de la simbiosis, la inserción, la vuelta a la tierra, la simplicidad de la vida, el cultivo de la resilencia, el sentido de la vida, la igualdad básica, el reflejo del paradigma del Gaiaceno, la mirada gaiana sobre la muerte y, finalmente, la religión o religación panteísta. Paco Puche se vale de diversa documentación, que incluye las obras básicas de estas dos autoras, entrevistas e incluso conversaciones personales con Lynn Margulis cuando estuvo un tiempo en la Universidad de Barcelona (Fig.2), donde se comunicaba perfectamente gracias a su dominio del idioma español.


ES un ensayo difícil de urdir, a la vez que atrevido, pues intenta combinar teorías biológicas con teorías sociológicas, políticas y filosóficas, que enlazan con el ecologismo que él mismo siempre ha defendido, pero su atractivo, especialmente en estos tiempos de postmodernidad, atrapa desde las primeras líneas. Llenando de ilusión ese poso de escepticismo que cada vez pesa más sobre nuestras sociedades tras el amargo regusto de las utopías devaluadas. Con todo, y con independencia de recomendar la lectura de este libro, me gustaría comentar, sin agotarlos, algunos aspectos polémicos que se han construido en torno a las teorías biológicas de Lynn Margulis.

1. Lynn Margulis no es anti-darwinista

EN algunos medios, especialmente periodísticos, se ha querido mostrar la teoría de la simbiogénesis de Lynn Margulis como un ataque frontal contra el darwinismo y su versión moderna (neodarwinismo). Esto no es cierto, como tampoco lo es que el neodarwinismo sustituye al darwinismo. Darwin (y Wallace, no olvidemos que son dos autores) esbozaron una teoría de la evolución de los seres vivos alternativa a la de un autor precedente, Jean Baptiste Lamarck, que fue el primero en intuir que los seres vivos no se creaban de golpe o por una “creación” (como defendían las teorías  creacionistas o fijistas), sino a través de una serie de transformaciones que se producían en vida y las heredaban sus hijos. Esta primera teoría evolucionista, llamada lamarckismo, fue destronada por la pura evidencia y por la formulación de otra teoría que estaba mejor documentada entonces, elaborada por Darwin y Wallace, que se basaba en la selección natural de los caracteres mejor adaptados, llamándose darwinismo. Los intentos de ridiculización del darwinismo por parte de sus detractores, ha llevado a reducirla con la falsa imagen de una evolución a base de una “lucha por la existencia”, en la que prevalecían los caracteres “del más fuerte”, cuando en realidad el darwinismo enfatizaba la selección de los más aptos (que no tienen por qué ser los más fuertes).

ESTA visión reduccionista podría ser parcial y temporalmente válida para animales que entran en competencia por un mismo recurso, pero en la práctica los animales evolucionan hasta llegar a “evitar la competencia”, es decir, en lugar de “luchar” en el sentido literal de la palabra, lo que hacen, a lo largo del tiempo, es separar el espacio o recursos en los que dos especies competían. El darwinismo decimonónico de Darwin y Wallace, que descansaba todavía en una visión “gradual” de la evolución, tenía lógicas lagunas, pues por ejemplo, no podía explicar la aparición “brusca” de determinados seres vivos, e incluso estructuras como la célula animal. Pero fue sucesivamente enriquecido con nuevas aportaciones de la genética, bioquímica, etc., dando lugar al neodarwinismo y la llamada Teoría Sintética. La teoría de Lynn Margulis sobre el origen de la célula eucariota (de las plantas y de los animales) a partir de la reunión simbiótica de células más pequeñas o procariotas (de microbios) de distinta especialidad (Fig.3), no supuso una antítesis del neodarwinismo, sino un nuevo e importante enriquecimiento del mismo, en el que se mostraba nuevas formas de evolución mediante simbiosis (que por otra parte ya se conocían en algunos casos, como en los líquenes, asociación simbiótica entre algas y hongos).


LYNN Margulis era evolucionista, como lo somos todos los biólogos actuales, y admitía abiertamente el legado de Darwin, pero consideraba que había aspectos que no se podían explicar simplemente por la “selección natural”. Ella aportó algo novedoso que enriquecía ese paquete heredado, cada vez más pesado, de aportaciones evolucionistas que formaban el neodarwinismo. Por ejemplo, dio una explicación plausible a la aparición “brusca” de la célula eucariota (la que formaría los tejidos de animales y plantas) a partir de la asociación de células más primitivas, tipo bacterias (procariotas) (Fig.3), algo que muy recientemente se ha demostrado genéticamente en el núcleo de estas células,  y que seguro que, de no haber fallecido, le hubiera valido la concesión del Premio Nobel. Pero, en contra de lo que se cree, la visión de Margulis de la simbiogénesis no invalida la selección natural como mecanismo evolutivo del darwinismo. De hecho, el éxito de una especie surgida por simbiogénesis no sólo se debe a esa simbiosis de dos especies previas (que como tales ya desaparecen) sino porque el resultado de esa simbiosis, al ser óptimo, ha sido seleccionado por la selección natural.

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