OPINIÓN. El buen ciudadano. Por Rafael Yus Ramos
Coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía
29/01/20. Opinión. El coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía (GENA), Rafael Yus, habla en esta colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la sociedad mascotizada: “Las personas desarrollan una relación psicoafectiva con determinados animales (zoofilia), principalmente domesticados, como el perro y el gato, alrededor de lo cual se...
...ha ido creando todo un entramado socio-económico dirigido específicamente a ese nuevo consumidor que demanda servicios para su mascota, resultado de lo cual la mascota aparece en el centro de una sociedad, paradójicamente sin niños”.
Fitofilia versus zoofilia
Por qué las nuevas mascotas deben ser plantas
Las mascotas, esos animales que cuidamos en nuestras casas como si fueran bebés, pero que también maltratamos para que se amolden a nuestras necesidades, constituyen un elemento casi imprescindible en la vida de las personas en la ciudad, como lo demuestran las cifras crecientes de tenencia de mascotas que se vienen publicando cada año. En anteriores artículos en esta misma revista hemos ido anticipando una obra que publicamos no hace mucho, cuyo título era La sociedad mascotizada. (Fig.1).Utilizábamos el neologismo “mascotización”, a un proceso por el cual las personas desarrollan una relación psicoafectiva con determinados animales (zoofilia), principalmente domesticados, como el perro y el gato, alrededor de lo cual se ha ido creando todo un entramado socio-económico dirigido específicamente a ese nuevo consumidor que demanda servicios para su mascota, resultado de lo cual la mascota aparece en el centro de una sociedad, paradójicamente sin niños, hecho por el cual denominamos a este fenómeno “sociedad mascotizada”.
Ni que decir tiene que esta tendencia la suscribe el sector animalista, que encumbra al animal (superior o “sintiente”) en un grado elevado de la escala de valores, incluso por encima de las necesidades de las personas, los ecosistemas, el medio ambiente, etc. Pero los animalistas no constituyen el único, ni el principal sector de la sociedad mascotizada, sino que en ésta se incluye una impresionante variedad de comportamientos y actitudes que están muy lejos de los valores morales del animalismo, ya que abarca tanto a personas que usan los animales para matar (sea a otros animales o a personas, si es necesario), como aquéllas que los usan para descargar sus frustraciones diarias, mitigar su soledad, etc., con independencia de que su dieta sea el alimento animal, o use prendas de vestir elaboradas a partir de animales. De hecho, la inmensa mayoría de las personas mascotizadas no se plantean ningún tipo problema moral en comer carne o vestir prendas de piel, sus motivaciones no son animalistas, sino de otro orden.
Los problemas de la mascota animal
Los problemas ambientales, sociales y económicos del mascotismo ya han sido analizados en otros artículos de esta revista y, más extensamente en la obra mencionada anteriormente, La sociedad mascotizada. Pero para el objeto de este nuevo tema que planteamos en este artículo, baste recordar unos pocos datos significativos. Se ha afirmado que el mantenimiento de un perro mediano puede dejar un impacto ambiental en la atmósfera (y su consiguiente efecto sobre el cambio climático), superior al de un gran vehículo 4x4, y la de un gato, a la de un turismo, por la huella de carbono que deja su alimentación. Por otra parte, no se puede ignorar que estos animales domésticos, cuando están en libertad, se comportan como lo que son, depredadores que pueden amenazar a especies autóctonas en la mayor parte del globo. Y otros aspectos, como la contaminación de sus heces, y en el mejor de los casos, la recogida de las mismas en las calles (si es que se recogen) suponen un impacto ambiental adicional además del gasto de millones de bolsas de plástico diarias que no se podrán reciclar, sumándose a las que ya utilizamos en las compras, un componente más a la nefasta moda de la bolsa de plástico en nuestra cultura actual.
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