“Son sustancias químicas capaces de alterar el sistema hormonal de un animal, generando una disfunción, y por tanto trastornos derivados del mal funcionamiento de órganos y metabolismo”

OPINIÓN. El buen ciudadano. Por Rafael Yus Ramos
Coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía GENA

22/09/21. Opinión. El coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía (GENA), Rafael Yus, analiza en una serie de artículos el impacto de las cremas solares en los ecosistemas marinos: “Dado el amplio y creciente uso de protectores solares y la creciente incidencia de melanoma maligno, a pesar de que se supone que los filtros UV protegen frente al mismo, parece pertinente cuestionar que el uso de protector...

...solar en humanos sea beneficioso para la salud humana y, todo lo contrario, sea más perjudicial que beneficioso, ingresando en el cocktail de disruptores endocrinos que ingresamos diariamente en nuestro cuerpo”. Informa EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com.

El ecocidio y suicidio de los baños de sol. [2] Los filtros solares como disruptores endocrinos

Tras unas primeras décadas de la era del turismo, y más específicamente su modalidad más exitosa, el “turismo de sol y playa” en las que la moda del bronceado cautivó a todo el mundo de raza blanca, sin más protección que una sombrilla, primero, la aplicación de ungüentos de fabricación casera con aceite de oliva y vinagre, las cremas hidratantes tipo “Nivea” y finalmente la irrupción de los llamados “bronceadores”, ninguno de los cuales protegían la piel de los intrépidos bañistas, saldándose en toda una generación de pieles quemadas en grado diverso, cuando no el temible melanoma, se empezó a usar las cremas protectoras o “cremas solares”, que lograban proteger, de forma desigual y desorganizada, la piel frente a la dañina radiación ultravioleta, de modo que hoy día ya constituyen un producto de consumo común en las playas y piscinas de todo el mundo.

El uso generalizado de las cremas con filtros solares UV no resistió la curiosidad científica, que partía de la necesidad de comprender mejor cómo actuaban estas sustancias y si tenían efectos secundarios en las  personas. En el mundo científico, una sustancia orgánica siempre es sospechosa de provocar algún efecto, bueno o malo sobre los seres vivos y la máxima preocupación se centró, desde el principio, en la propia especie humana, consumidora de enormes cantidades de estos nuevos productos destinados a impedir los efectos dañinos de la radiación solar. Fueron las primeras evidencias de que estos filtros solares no son inocuos para los seres vivos, empezando por la especie humana, y por su relevancia lo indicamos en este apartado, mostrándonos que en cierto modo su uso es un suicidio.

Los disruptores endocrinos

En los años 1990 ya se sabía que estábamos consumiendo sustancias orgánicas que podían afectar a nuestro sistema hormonal o endocrino, denominándose disruptores endocrinos. Su nombre alude a sustancias químicas capaces de alterar el sistema hormonal de un animal, generando una disfunción, y por tanto trastornos derivados del mal funcionamiento de órganos y metabolismo.

Por entonces la atención estaba centrada en los plaguicidas. Por ejemplo Osuna et al. (1998) estudiaron la actividad de los plaguicidas organofosforados y organoclorados en el mar. Para ello se ha realizó un análisis de residuos de dichos plaguicidas, en agua superficial, sedimento y en camarones del género Penaeus sp., que se tomaron como experimento vivo. Tras una serie de tratamientos agudos y subagudos con dichos compuestos, se evaluaron los efectos toxicológicos a través de algunos parámetros bioquímicos, como el porcentaje relativo de proteinas totales, glucógeno y triglicéridos en el tejido muscular de camarones expuestos a plaguicidas organofosforados diversos (clorpirifós, Diazinón, Metamidofós, Metil-azinfós y Metil-paratión), el grado de alteración del DNA  en crustáceos Pleópodos, y la actividad de los enzimas acetilcolinesterasa y transaminasas (Glutamato- Oxalacetato-Transaminasa y Glutamato-Oxalacetato- Piruvato) en la hemolinfa de camarones expuestos a plaguicidas organofosforados señalados con anterioridad y organoclorados Clordano, DDT y Lindano. El resultado fue demoledor: Los plaguicidas organofosforados (Clorpirifos y Metil paratión) y organoclorados (DDT y Lindano), cuyas incidencias y concentraciones se presentan entre las más importantes encontradas en el mar, han mostrado que alteran el sistema metabólico de los camarones peneidos de dicha zona. Los organismos expuestos a dichos plaguicidas se ven afectados y de manera general sufren reducciones e incrementos en las concentraciones de proteínas totales, glucógeno, y triglicéridos en músculo y en el nivel de DNA mitocondrial en el tejido, así como en los niveles de actividad de las enzimas acetil-colinesterasa, Glutamato-Oxalacetato-Trancaminasa y Glutamato-Piruvato- Transaminasa, lo cual pudiera estar relacionado con mecanismos de compensación metabólica de los organismos en respuesta a factores estresantes o disruptores endocrinos. Muchos de estos efectos se demostraron también en seres humanos. Es sólo un ejemplo, de los muchos realizados en aquella época, que ponían de relieve el peligro que estábamos creando sobre la salud humana y ecológica con el uso de aquellos pesticidas.

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