“Hay una evidencia abrumadora sobre los efectos perjudiciales de las cremas protectoras en los ecosistemas acuáticos, amenazando a su biodiversidad”

OPINIÓN. El buen ciudadano. Por Rafael Yus Ramos
Coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía GENA

25/10/21. Opinión. El coordinador del Gabinete de Estudios de la Naturaleza de la Axarquía (GENA), Rafael Yus, analiza en una serie de artículos el impacto de las cremas solares en los ecosistemas marinos, en concreto en los acantilados de Maro: “Por comprensible que pueda ser este deseo de los veraneantes y turistas, no se puede perder de vista que estas playas no son turísticas, sino que son espacios protegidos,...

...no sólo porque están incluidos en un Paraje Natural, que forma para de la Red Europea Natura 2000, sino porque en sí misma son hábitats de interés prioritario”. Informa EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com.

El ecocidio y suicidio de los baños de sol. [y 6] Los filtros solares en los Acantilados de Maro-Cerro Gordo

Llegados a este punto, retomamos el problema que nos ha estimulado a realizar esta revisión inédita sobre el impacto ambiental de los filtros UV de las cremas solares en el hábitat marino. Con independencia del impacto general que generan estas sustancias en la vida marina, planteamos el caso particular de aquellas franjas marítimo-terrestres de nuestro litoral en donde este tipo de impactos supone una mayor preocupación por dos razones:

a.-Por su mayor cantidad de hábitats de interés prioritario y de biodiversidad de interés
b.-Por ser zonas de baño relativamente confinadas, donde se concentran los contaminantes

Estas dos circunstancias se dan en mucho puntos del Mediterráneo español (ej.Mallorca), que incluye el andaluz (ej. Cabo de Gata) y malagueño (ej. Calaburra, Cabo Pino, etc.) y, sobre todo, la joya de los espacios naturales protegidos de naturaleza marítimo-terrestre: el Paraje Natural de los Acantilados de Maro-Cerro Gordo en la costa oriental. Como su nombre indica, este paraje se caracteriza por tener una costa rocosa que el mar ha recortado formando pequeñas calas donde se depositan sedimentos de grano medio a grueso. Como suele suceder en costas acantiladas, estas calas son unos espacios semicerrados por la presencia, a levante y poniente, de entrantes. Este carácter semicerrado de las calas, donde la corriente de deriva (paralela a la costa) se ve reducida por esta protección natural de los entrantes, hace que sus aguas tengan una lenta remoción, máxime en periodos de tiempo calmo, como suele ser en el verano, por lo que podemos considerarlo como recintos marinos semiconfinados (Fig.1).

Durante los meses de verano estas calas son altamente apreciadas por un público turista amante de espacios singulares, de belleza paisajística, enteramente naturales, sin elementos artificiales, como sucede con las playas urbanas, cuyo paisaje dominante en el hinterland es netamente urbano.

Por comprensible que pueda ser este deseo de los veraneantes y turistas, no se puede perder de vista que estas playas no son turísticas, sino que son espacios protegidos, no sólo porque están incluidos en un Paraje Natural, que forma para de la Red Europea Natura 2000, sino porque en sí misma son hábitats de interés prioritario, que incluye no sólo las aguas marinas (hasta 1 milla de distancia de la costa) sino que la propia playa tiene dos o tres hábitats de interés prioritario, donde se desarrolla una fauna y flora especifica de este tipo de hábitats.

Durante los tres meses de la temporada turística veraniega, estos espacios son visitados por decenas de miles de personas de todas las procedencias, que en calas como la del Cañuelo y la de Cantarriján han de ser transportados con microbuses, con colas inmensas (Fig.2).

Dado que es un espacio protegido, la prioridad en su gestión debería ser la protección, procurar que su uso turístico no perturbe los hábitats naturales y su biodiversidad. En este sentido, dejando a un lado el impacto ambiental que supone los vertidos de basura, junto a los coches y en la propia playa, la polución por la polvareda que levanta los microbuses (que afecta a las plantas, que están protegidas), las deyecciones que niños (y también mayores) hacen en el mar, para enviar una voz de alarma, como hemos hecho en reiteradas ocasiones a las autoridades medioambientales. Hay un problema mucho mayor, pero no visible y por ello hemos considerado pertinente escribir los artículos precedentes, que tratan monográficamente sobre el problema que nos concierne: las cremas protectoras solares.

Puede leer el artículo completo en formato PDF pinchando AQUÍ.

Puede leer AQUÍ otros artículos de Rafael Yus