OPINIÓN. Colaboración.
Por Carlos Taibo
Profesor
de Ciencias Políticas de la Universidad Autónoma de Madrid (UAM)
20/07/12. Opinión. “Aunque, como el personaje de Melville, hubiera preferido no hacerlo, vuelvo sobre la disputa que, a los ojos de algunos, habría enfrentado al 15-M y al movimiento minero. Lo hago para salir al paso de un puñado de opiniones -unas aparentemente tranquilas, otras manifiestamente agresivas- que en sustancia vienen a decirnos lo que sigue: como quiera que el 15-M era un movimiento que no estaba mal pero que, al cabo, resultaba
blandito y
posmoderno, han tenido que llegar los mineros para poner las cosas en su sitio
y recordarnos que no puede ser sino la clase obrera de siempre la que señale el
camino de la emancipación. Si lo primero, lo del 15-M, me parece una dramática
distorsión de una realidad afortunadamente más compleja, lo segundo, lo de los
mineros, tiene todos los elementos de un genuino cuento de hadas”. Carlos Taibo
lanza un claro mensaje en esta colaboración con EL
OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com:
“Nadie sobra
en la tarea de contestar unas agresiones que, con certeza, van a ir crudamente
a más”.
Los mineros y el 15-M
AUNQUE,
como el personaje de Melville, hubiera preferido no hacerlo, vuelvo sobre la
disputa que, a los ojos de algunos, habría enfrentado al 15-M y al movimiento minero.
Lo hago para salir al paso de un puñado de opiniones -unas aparentemente
tranquilas, otras manifiestamente agresivas- que en sustancia vienen a decirnos
lo que sigue: como quiera que el 15-M era un movimiento que no estaba mal pero
que, al cabo, resultaba blandito y posmoderno, han tenido que llegar los
mineros para poner las cosas en su sitio y recordarnos que no puede ser sino la
clase obrera de siempre la que señale el camino de la emancipación. Si lo
primero, lo del 15-M, me parece una dramática distorsión de una realidad
afortunadamente más compleja, lo segundo, lo de los mineros, tiene todos los
elementos de un genuino cuento de hadas.
EMPEZARÉ, claro, por lo del 15-M. Y lo haré
subrayando que muchos de quienes entienden que se trata de un movimiento blando
y posmoderno parecen extraer su información de los medios de incomunicación del
sistema. Bueno sería que dedicasen una mañana a visitar asambleas populares,
porque -sospecho- tendrían que cambiar pronto de opinión. Lo primero que debo
señalar al respecto es que en la mayoría de los lugares, y a lo largo del
último año, el 15-M ha experimentado un rápido y afortunado tránsito desde un
proyecto que en origen era con frecuencia meramente ciudadanista a otro
orgullosamente anticapitalista. No sé que hay de posmoderno en uno de los lemas
más coreados en las manifestaciones del movimiento: el que reza ‘se va a acabar, se va a acabar, se va a
acabar la paz social’. Tampoco sé, por cierto, que hay de posmoderno en la
defensa de los derechos de las generaciones venideras y en la contestación de
una economía de cuidados que cae en exclusiva a hombros de las mujeres.
LO
anterior no significa en modo alguno que falten los problemas en el 15-M. Uno
de ellos, principal, es su muy precaria presencia en el mundo del trabajo. Pero
ojo que aquí la realidad es, de nuevo, más compleja que lo que retratan los
fustigadores, destapados o encubiertos, del movimiento. Si en el momento
inicial del 15-M había una franca mayoría de jóvenes parados o precarios, la
realidad que ha emergido al calor de las asambleas populares es muy distinta,
con muchos trabajadores asalariados de por medio. Repito lo que ya sé que a
algunos compañeros no les gusta que diga: lo que ocurre a menudo es que esos
trabajadores son quincemayistas de fin de semana o, lo que es lo mismo, se
suman a las iniciativas del 15-M pero a duras penas trasladan la perspectiva de
éste a los centros de trabajo. Estoy obligado a precisar, con todo, por qué
percibo esto como una realidad nada afortunada: en el movimiento hay una
asentada y extendida conciencia de que las cosas no discurren como debieran en
el mundo del trabajo, y se considera, en paralelo, que éste no puede quedar al
margen de la contestación. Ojalá, y en otras condiciones, el 15-M pudiese no tener
que plantearse estos problemas: querría decir que los sindicatos que tenemos
-que padecemos, dirá alguno, y hablo ahora de los mayoritarios- están a la
altura de las circunstancias. Las disputas correspondientes no han dejado de
provocar heridas en el movimiento, en la forma ante todo de una colisión entre
posiciones adanistas, que con argumentos tan respetables como cándidos estiman
que el 15-M debe moverse en solitario en ese cenagoso terreno, y quienes
piensan -me cuento entre ellos- que hay que anudar lazos con el sindicalismo
alternativo y resistente. Si se me permite aquí un comentario personal,
agregaré que el mundo sindical que considero, sin dogmatismos, que es el mío,
el que configuran organizaciones como la
CGT y la CNT,
no se caracteriza precisamente ni por su blandura ni por sus guiños
posmodernos: a diferencia de otros, y sin ir más lejos, ha dicho siempre no a
todas las reformas laborales y a todos los pensionazos.
VOY ahora a por lo de los mineros. Lo
primero que me siento obligado a recordar es que el 15-M ha estado, con
claridad, a la altura de sus deberes. No
creo equivocarme cuando afirmo que ha sido la primera instancia de cuantas se
han entregado, sin cautelas, al apoyo y a la acogida de las marchas. En unos
casos -intuyo- porque los activistas pensaban que el movimiento minero bien
puede ser un fermento de cambio radical en el mundo del trabajo; en otros
porque desde hace un año han decidido apoyar, sin dobleces, a quienes resisten
frente a los recortes. Una vez certificado lo anterior, no negaré que la
protesta minera ha provocado disputas dentro del 15-M. Días atrás señalé cuáles
eran, a mi entender, los requisitos que debe satisfacer una lucha para que la
hagamos nuestra en plenitud: 1. Contestar la lógica de fondo del capitalismo
(no se trata de remendar, sin más, uno u otro descosido); 2. Promover horizontes de autogestión que
rechacen el orden de la propiedad, y de la exclusión, vigente; 3. Colocar en su
núcleo los derechos de las generaciones venideras, y respetar en paralelo los
delicados equilibrios del medio natural; 4. Encarar con radicalidad la
marginación material y simbólica que, en todos los órdenes, padecen las
mujeres; 5. Asumir un carácter internacionalista y solidario, con conciencia
clara de lo que ocurre en los países del Sur, y 6. Tener capacidad de expansión
y atracción hacia otros.
ME temo que si juzgamos la lucha de
los mineros sobre la base de esos requisitos, el balance no es muy halagüeño.
Nos hallamos tal vez ante una paradoja. Si en el pasado han menudeado los
ejemplos de movimientos en los que la ambición de los objetivos se veía
lastrada por la cortedad de los medios, en el caso de los mineros nos hallamos
justamente ante lo contrario: el coraje desplegado en los medios se ha visto
contrarrestado por unos objetivos que en sustancia eran, llamativamente, los de
la patronal del sector -que se preserven las subvenciones al carbón- en
ausencia dramática de proyectos de autogestión -¿no será un remedo de lo que
han hecho en los últimos treinta años CCOO y UGT, que con recursos notables no
han sido capaces de perfilar otra cosa que una agencia de viajes?- con
permanente desatención de la cuestión ecológica y con perspectivas muy
reducidas de expansión a otros sectores. A los ojos de quienes dilapidan
argumentos contra el 15-M, ¿no significa nada, en este contexto, que la marcha
que remató en Madrid la cerrasen esos dos tragarreformas laborales llamados
Fernández Toxo y Méndez? Creo que en estas condiciones el ejemplo redentor que
algunos creen apreciar en la respuesta minera a las agresiones tiene un alcance
limitado. Y no lo digo, en modo alguno, con contento. Ojalá pudiese afirmar
orgullosamente lo contrario.
PUEDE ver aquí anteriores artículos de Carlos Taibo:
- 03/07/12 Por la autogestión y la desmercantilización
-20/06/12 Mineros, ecología, 15-M
- 22/05/12 Recortes, crecimiento, Syriza
- 08//05/12 Que no se apague la luz: Con el 15-M
- 07/03/12 PP-PSOE: obispos y sindicatos
- 02/03/12 Los retos del movimiento del 15 de mayo
- 23/02/12 La deriva del 15-M: almas, corrimientos, apoyo mutuo
- 08/02/12 15-M: Contra el pesimismo
- 28/11/11 El 15-M: falsos amigos, enemigos externos
- 16/11/11 Por una izquierda de los movimientos: el 15-M como espejo y modelo
- 07/11/11 Las elecciones generales desde el 15-M
- 31/10/11 Después del 15-O
- 18/10/11 Sindicalismo y 15-M
- 15/09/11 Déficits y trampas: gobernantes culpables
- 08/07/11 La progresía y el movimiento 15-M
- 28/06/11 El otoño del movimiento 15-M
- 22/06/11 Acoso sobre el movimiento 15-M
- 15/06/11 Los medios y el movimiento 15-M
- 07/06/11 Sobre el programa del movimiento 15-M
- 01/06/11 El futuro del movimiento 15-M
- 19/05/11 Palabras del 15 de mayo
- 19/05/11 Palabras del 15 de mayo
- 11/05/11 En homenaje a Ramón
- 22/02/11 Mesas de convergencia: por qué no he firmado
- 03/02/11 Una farsa con cuatro actores
- 26/01/11 Dos diagnósticos sobre la crisis
- 12/01/11 El AVE de Blanco
- 10/12/10 Estado de alarma
- 11/11/10 La CNT cumple 100 años
- 05/11/10 Marcelino Camacho: un café, dos madalenas
- 21/09/10 Con la huelga, sí, pero
- 22/07/10 169 diputados
- 15/07/10 ¿Todos con ‘la roja’? Sobre un momento histérico
- 22/06/10 Crisis energética, intereses privados, decrecimiento
- 15/06/10 Menos mal que nos queda el AVE
- 27/05/10 Sobre el programa de ajuste de los socialistas españoles
- 22/04/10 Garzón, ¿un héroe antifascista?
- 25/03/10 Gracias, Pepín
- 25/02/10 Ojo con las renovables
- 25/11/09 Detractores del decrecimiento
PUEDE ver aquí otras noticias relacionadas con Carlos Taibo:
- 17/11/09 Paco Puche entrevista a Carlos Taibo: “O decrecemos por las buenas o lo haremos por las malas: el capitalismo se hunde”
- 30/10/09 El experto en política internacional Carlos Taibo encabeza el programa de las II Jornadas sobre Decrecimiento de Ecologistas en Acción