OPINIÓN. Pasados presentes. Por Fernando Wulff Alonso
Catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Málaga


03/02/14. Opinión. El catedrático recuerda en EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com que pronto tendrá lugar el Congreso de la CUT-BAI, donde afirmarán una postura sobre la que Wulff opina: “Andalucía no es España”. El experto en Historia Antigua lo tiene claro, y acude al grupo Tabletom para explicar que “semos moros, semos más que moros”.

GoraTartessosaskatu!

NI más ni menos que doscientos delegados representando a tres mil militantes participarán en breve en un Congreso de la organización Colectivo de Unidad de los Trabajadores-Bloque Andaluz de Izquierdas (CUT-BAI) liderada (según declaraciones suyas como “líder espiritual”) porJuan Manuel Sánchez Gordillo. Y en un documento preparatorio se aprestan a reivindicar la  independencia de Andalucía, sobre la base no ya sólo de que “Andalucía no es España”, sino de que “existió antes de que se configurara el Estado español y seguirá existiendo tras su caída”. Para quien no lo sepa, y a pesar de los engaños españoles y castellanistas, Andalucía es para este avezado colectivo “una de las naciones europeas más antiguas”, se señala que “se configuró como estado independiente en varias ocasiones, destacando las etapas de Tartessos y Al-Andalus”. Por supuesto que tanta “singularidad, historia y cultura común de muchos siglos legitiman al pueblo andaluz para ser sujeto político de su propia soberanía”.

PUEDE que no parezca siquiera posible imaginarse qué podría haber sido de aquella auténtica Andalucía tartésica sin los malvados invasores que eliminaron sus posibilidades, pero basta ver lo que sucede hoy en día para que los autores del documento nos permitan imaginarlo por contraste: estamos ante los efectos ni más ni menos que de una “conquista española que duró ocho siglos” y que “truncó el renacimiento cultural andaluz y generalizó el latifundismo, que sigue representando hoy una de las grandes trabas para el progreso de Andalucía” y del apaño de la transición que ahogó lo que había, pero no lo que habrá. Ahí llegan ellos portadores de la renovación de aquella vieja esencia andaluza, incólume a pesar de invasores, ignorantes, latifundistas –siempre ajenos- y traidores.

QUÉ recuerdos aquellos. Pienso en los años setenta y en aquel hermano de un viejo amigo mío, al que yo literalmente había visto crecer, bastante, además, y que me aconsejó no sin cierta mirada torva que tuviera cuidado con lo que decía cuando yo le hice una innovadora propuesta en un contexto nada exento de crítica al nacionalismo andaluz y a cualquier otro. Me hizo cierta gracia la reacción amenazadora, casi tanta como el otro compañero de universidad que me había contado la estupefacción, de un camarada suyo vasco en un encuentro de su partido ante el hecho de que él, andaluz, era universitario y el vasco en cuestión no, una sorpresa que le llevó a repetírselo unas veinte veces antes ya de los txiquitos. Lo curioso fue que años después me contaban su defensa, en no sé qué ocasión, de Sabino Arana o de su uso en alguna de las demostraciones de desvergüenza al respecto del nacionalismo Vasco –recuérdese que la Fundación Sabino Arana se propone entre otras cosas la defensa de los derechos humanos-  cuando nadie ha considerado a los andaluces tanto una raza inferior, un desecho de impurezas acumuladas por los siglos, como ese trueno nacional católico y prefascista. Me parece recordar también que mi viejo condiscípulo había sido un pionero en un componente nuclear del aprendizaje colectivo del pueblo andaluz respecto al andalucismo: había sido un adelantado en saber que la bandera verde y blanca no era la del Betis, y puedo atestiguarlo con total certeza porque se lo había contado yo personalmente. ¿Perteneció después al grupo de maestros y pedagogos que rechazó un texto escolar porque no hablaba de babuchas, sino de zapatillas, siendo la primera denominación la que consideraban decididamente andaluza y, por tanto, destinada a no generar traumas culturales irrecuperables a los escolares andaluces? Me lo he imaginado siempre emigrando a Canarias e integrándose rápidamente en los colectivos de maestros y pedagogos que se negaban a explicar los ríos en clase porque en Canarias no había ríos y era obligado integrar a los alumnos (al imaginado “alumno”) en el conocimiento de su medio inmediato y alejarlos de cualquier conocimiento del mundo exterior que les alejara del imaginado guanchismo, esto es, mantenerlos a salvo de una perspectiva peligrosamente culta, es decir, universal.

RECUERDO también mi estupor y puntual participación en un debate que me fascinaba, como todos los debates con un punto zen-taoísta: los que se refieren a una inexistencia. ¿Qué pasaba, se preguntaban tantos pensadores (o así) en plena efervescencia-invenciónde identidades políticas para que no hubiera cuajado el andalucismo como opción identitaria, política y patriótica al nivel de otros lugares del llamado “Estado español”? Creo recordar que este debate era bien general, se sentía como una carencia, una limitación frente a otros lugares donde cabalgaban sueltos los corceles de una Identidad Una, Única, Unitaria, Exclusiva, Excluyente, Inalterable, Impoluta, Irredenta. Entiéndase (en la medida de lo posible): era más que una carencia, un defecto, una prueba de limitación el poder sentirse múltiple. Recuerdo a uno de los Padres de la Patria andaluza-constitucional apuntando que su causa era la oportunidad perdida de una capitalidad en Antequera. No sé si tenía propiedades allí. Honestamente, no estoy seguro de que su amor a la tierra se llevara hasta el extremo de la pasión de tantos concejales del Partido Andalucista por las Concejalías de Urbanismo en los años posteriores.  

SEA como fuere, es tiempo de dejar al lado falsas modestias y reivindicar mi innovador aporte al tema de entonces, puntual pero innovador, innovador pero puntual, donde yo señalaba una posible solución para empezar a recuperar tanto tiempo perdido. Advierto que va de lenguas, pero siempre dentro de lo honesto. Por entonces ya Carlos Cano había dicho una de sus más insignes tonterías: que su lengua se la había arrebatado cinco siglos antes los invasores castellanos. Eso de cantar en el idioma de los invasores debió dar mucha distancia brechtiana a su trasmutación desde cantar aquello de “Te conozco bien, andaluz, que te conozco bien, la que no te parió te escupió, que te conozco bien, andaluz, mucho sol y sol y poca luz” de cuando protestaba granadinamente, a renovar la copla y hablar, siempre luchando con las limitaciones de la lengua impuesta, de negritos, Cádiz, La Habana o Marías portuguesas.

VOLVIENDO al tema y en esa línea, y a falta de andalusí más o menos arabizante, yo proponía la declaración como lengua oficial de Andalucía –nada de co-oficial: basta ya de concesiones- del motrileño, al fin y al cabo granaíno, con la formación de la correspondiente academia de la lengua que incluyere no sólo expresiones específicas como “salta-balates”, “pilla-tigres”, “atélite” o “corcuño”, sino, en particular, estudios fonéticos que profundizaran en los mismos principios que, explícitamente, iluminaron los caminos lingüísticos del gran purificador de la lengua catalana, el ingeniero industrial Pompeu Fabra, esto es, separarla de la nefanda y destructora influencia del español y profundizar en el camino de su mutua ininteligibilidad. Como los precedentes sobre doblaje de películas y otro material audiovisual están bien asentados –ver en particular la serie de doblajes de Pulp Fiction inaugurados con “Pillando purpos” en http://www.youtube.com/watch?v=N9_nZ3HxVRw- no necesito insistir en las potencialidades de la cuestión y la necesidad de su aggiormento en la línea de lo audiovisual, en el caso de que mis consejos puedan servir para volver a iluminar caminos imperial-tartésicos e islamo-andalusíes después de tanto tiempo perdido, entre otras muchas cosas, por no aprovechar tales iniciativas.

PERO la pregunta zen-taoísta sigue ahí y no hay respuesta fácil. Algo falta, algo falla. La propuesta histórico-nacionalista que desentierra la CUT-BAI y su eminente proto-historiador espiritual no es nada original, y es lo suficientemente simplona, falsa, paranoica y falta de originalidad como para haber triunfado. ¿Qué les pasó a los andaluces para no aceptarla hasta la raíz?

EL hecho de que se parezca tanto al viejo y efectivo modelo de España que se inventó en tiempo de los Reyes Católicos -y que nos ha acompañado desde entonces hasta el franquismo- como un calcetín doblado del revés a sí mismo podría haber contribuido, como en los casos catalán y, especialmente, vasco, a su triunfo. El viejo modelo español hablaba de cómo los españoles desde los orígenes de los tiempos tenían una bien clara identidad, muy cargada de virtudes bélicas y no bélicas, pero marcada por el defecto de la división, lo que había  llevado a una historia de invasores crueles y ávidos de las riquezas patrias (cartagineses, romanos y musulmanes en particular), hasta la llegada de los Reyes Católicos que la habrían finalmente unificado. La unidad política acompañaba a la esencia patria finalmente. El norte se privilegiaba: como los romanos conquistaron en último lugar a astures y cántabros, y como desde el norte se habría iniciado la lucha cristiana contra los invasores musulmanes, era allí donde se ubicaba el reducto de los auténticos españoles. Sabino Arana a finales del XIX se beneficiaba de ello y recogía una vieja retahíla de usos vascongados de este modelo desde el XVI para concluir que en realidad los únicos incontaminados eran sus antepasados vascos, y casi todos los demás chusmerío moruno y judaizante, que se habrían dejado invadir, que, a su vez, eran invasores permanentes, y continuaban su invasión con la llegada del trabajador maketo, inferior en raza, decencia, y hasta en la falta de cualidades raciales para rechazar el socialismo y las malas costumbres. Adiós España, hola vieja esencia perdida, en síntesis.

LO que hace el nacionalismo andaluz, y Blas Infante en particular, a comienzos del XX es retomar el modelo desde abajo: aquellos que habían sido conquistados por los romanos más fácilmente, eran los cultísimos andaluces herederos de Tartessos, los mismos que luego florecerían en época islámica, no tanto débiles conquistados, sino cultos y avanzados. Naturalmente que todo esto dejaba un lugar bien amplio para relecturas excluyentes y victimistas que él no desarrolló, pero que en los setenta se pusieron totalmente a tiro del muy ignorante teórico anti-imperialista andaluz residente en Barcelona José Acosta Sánchez, propuestas que llegan hasta la CUT-BAI y hasta donde haga falta. Nada de ocho siglos de Reconquista que, por otra parte, no existen, sino ocho siglos de ser conquistados, que tampoco existen. Y la esencia andaluza venga a abrirse camino hasta ser vista por los nuevos profetas.

CON tanto a favor, ¿Qué ha fallado, qué ocurre? Seguramente apunta en esta dirección la brillante afirmación de CUT-BAI de que ese “territorio subdesarrollado en lo económico, sometido a los poderes políticos de la UE y del Estado español”, además, ojo al parche antropológico-identitario, está también “alienado en lo simbólico-cultural”.

ME pregunto si, mutatis mutandis, no pone el dedo en la misma llaga el médico y cirujano Jordi Pujol, ese otro gran fabulador, cuando hablaba de carencias y alienaciones del “hombre andaluz” y escribía (La inmigració, problema i esperanza de Catalunya, 1976) aquello de que:

EL hombre andaluz no es un hombre coherente. Es un hombre anárquico. Es un hombre destruido. Es, generalmente, un hombre poco hecho, un hombre que vive en un estado de ignorancia y de miseria cultural, mental y espiritual. Es un hombre desarraigado, incapaz de tener un sentido un poco amplio de comunidad. De entrada, constituye la muestra de menor valor social y espiritual de España. Ya lo he dicho antes. Es un hombre destruido y anárquico. Si por la fuerza del número llegase a dominar sin haber superado su propia perplejidad, destruiría Cataluña.

BUENO, pues será eso: ignorantes, perplejos, míseros, anárquicos, desarraigados, sin sentido de comunidad, ellos, ese peligro para nosotros… Es cierto que a Pujol, como a su correligionario nacionalista Sabino Arana y a Prat de la Riba, estos conceptos sobre los charnegos andaluces le resultaban bien útiles –como las propias imágenes de España y los españoles del conocido estadista- para apuntalar por contraste la esencia sabia, precisa, llena de sentido de comunidad, de los catalanes, y los terribles peligros de destrucción que conllevaban, y que todo ello es inseparable de una historia en la que esa misma esencia catalana iba haciendo regates a tanto inferior amenazador hasta renacer impoluta tras mil años (hasta se le otorgó fecha de nacimiento). Pero, con todo, ¿no hablan él y los militantes del CUT-BAI, todos ellos, de lo mismo, de una carencia de ese colectivo anárquico-alienado, llámese como se llame?

¿SERÁ Tartessos el comienzo de la solución? ¿Servirá Tartessos, efectivamente una de las civilizaciones urbanas más antiguas de Europa, para guiar a los andaluces en el camino de su renovación y des-alienarlos y desanarquizarlos? Uno se pregunta, no sin terror, lo que podrían haber hecho Prat de la Riba o el propio Pujol de haberse ubicado en Cataluña y cuántos historiadores y otros intelectuales de servicio (literalmente) de las universidades catalanas se habrían puesto a exaltar ese Estado tan independiente y tan poderoso ya antes de que existiese la propia España. Además, ellos no se verían afectados por la curiosa contradicción de que marxistas que identifican estado y dominación de clase, y que es fácil que crean adicionalmente, a la manera de Schulten, en un imperio tartésico, usen imperios y Estados como legitimadores de sus posiciones políticas.

¿ESPERA a Tartessos, repito y a la par insisto, y a su exaltación la gloria de ser la campanada que tanto se echa de menos para el despertar? Miles de años de esencias y nación andaluzas nos contemplan y llaman a la renovación. Basta de postración. Basta de sentirse múltiple. Basta de ser jayuyos, maocas, cermeños y cirolos. Ya lo cantaba el grupo malagueño Tabletom: “Semos moros, semos más que moros”. Semos más que Tartessos. GoraTartessosaskatu!!!

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