OPINIÓN. Pasados presentes. Por Fernando Wulff Alonso
Catedrático de Historia Antigua de la Universidad de Málaga


27/03/15. Opinión. “Naturalmente que es motivo de escándalo que el PSOE andaluz se muestre como un partido tan lleno de todo tipo de ladrones, estafadores y comisionistas en todos sus niveles y que hayan trasladado todo ello a las estructuras que controlan, pero todo esto no es sino la punta del iceberg de una degradación estructural en lo cotidiano, quizás menos penal, pero mucho más honda y mucho más...

...grave, incompatible por sí misma con cualquier valor democrático”. Esta es una de las reflexiones que hace el catedrático de Historia Antigua de la UMA Fernando Wulff en su último artículo enEL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com. En el texto analiza los motivos de los resultados de las últimas elecciones autonómicas en Andalucía para PSOE e IU.

Sobre el PSOE e IU tras las elecciones andaluzas y otras desgracias para la democracia

VISTA desde la perspectiva de un demócrata, ni siquiera de una persona de izquierdas, las elecciones andaluzas ofrecen muy buenas razones para la tristeza. Es cierto que hay datos para el optimismo, por ejemplo el hecho de que el PSOE haya perdido votos, o que el alto componente rural de su electorado haga concebir esperanzas para el futuro, pero basta la mayoría que ha conseguido para justificar el desánimo.

NO se trata, claro está, de hacer ningún reproche al PSOE. Como señalaba en esta misma columna hace algún tiempo (Otro 1974: el PSOE como precursor y adelantado), cuando con maniobras casi obscenas Felipe González y Alfonso Guerra se hicieron con el poder en el PSOE en los años setenta e iniciaron un proceso de construcción de un partido dirigido exclusivamente a conseguir el poder del Estado, sus presupuestos eran muy simples y todos excluían por principio cualquier posicionamiento verdaderamente de izquierdas, en tanto que, entre otras cosas, sabían que la única manera de conseguir y mantener el poder era precisamente desarmar a la izquierda y, a la vez, beneficiarse de la sed de cambio y de democracia que ésta había contribuido a crear desde una oposición antifranquista de la que ni ellos ni los suyos formaron realmente parte.

NUNCA se propusieron que la gente sintiera que la realidad social fuera suya o generar formas para que participaran, aprendieran o se hicieran cargo de ella, defendieran lo que es colectivo y estuvieran en condiciones de exigir a quienes mandaban, de valorar la decencia o la limpieza en lo público, de desarrollar, en síntesis, una cultura democrática. En lugares como Andalucía el crecimiento del organismo que crearon fue unido al propio crecimiento del sistema público, del Estado autonómico. Toda estructura burocrática se desarrolla tan infinitamente como se lo permita su financiación y organismos tan dudosos como los partidos no son una excepción. Su crecimiento cancerígeno iba unido a sus metástasis en un Estado engordado para ello.

EL tránsito de las tres generaciones del PSOE –a las que yo he definido como los falsos resistentes antifranquistas, los falsos socialdemócratas y los hijos e hijas del Aparato, (ver Mis divisiones del PSOE y otros asuntos carcelarios)- no ha cambiado ni su realidad, ni su patrimonialización de lo público, ni tiene por qué. Cuando participar de la Honorable Sociedad es la precondición para llegar a lo más alto en la sociedad misma que se parasita, y los caminos para ello no son, por supuesto, ni el valor, ni la ideología, ni la honradez, ni la brillantez, sino los espacios que median entre sus dos componentes esenciales, la llevada de maletas y el navajerismo certero, ¿qué tipo de personas o de políticos se espera que se produzcan y con qué comportamientos?

NATURALMENTE que es motivo de escándalo que el PSOE andaluz se muestre como un partido tan lleno de todo tipo de ladrones, estafadores y comisionistas en todos sus niveles y que hayan trasladado todo ello a las estructuras que controlan, pero todo esto no es sino la punta del iceberg de una degradación estructural en lo cotidiano, quizás menos penal, pero mucho más honda y mucho más grave, incompatible por sí misma con cualquier valor democrático.

LO que ignoro es por qué ha de ser motivo de extrañeza. Cuando a nadie se le ocurre en el PSOE proclamar públicamente que las inmensas corrupciones bajo la presidencia de Chaves, hacen de él, el máximo responsable del PSOE y del Gobierno Andaluz, o un corrupto, o un irresponsable o un imbécil incompetente que no debiera estar en política, es obvio que no hay nada que rascar en esa cueva de destructores activos y pasivos de valores democráticos. Lo único extraño, y maravilloso, es que en la función pública andaluza, en medio de sus delegados y de gerentes post-gerentes y proto-gerentes procedentes de tal mina, en medio de altos funcionarios frutos de plazas y oposiciones ad hoc, empresas familiares a las que se les derivan tareas y otros, quede tanta gente decente que siga haciendo que las cosas funcionen.

NO se trata de negarles, entonces, sus méritos propios, pero es risible incluir entre ellos que Andalucía haya mejorado en ciertos aspectos en sus treinta años en el poder: estaría bueno que no con los miles de millones de euros que han pasado por sus manos. Leo estupefacto a algunos comentaristas y me recuerdan las grandes verdades Lapalicianas: El Señor de La Palice ha muerto / Murió cerca de Pavía / Si no estuviese ya muerto / Estaría todavía con vida. A tales comentarios, tales méritos y, ya veremos, tales ambiciones. Como si eso legitimara algo, y menos en una Andalucía que cogieron en muchos aspectos en la cola de Europa y han dejado en muchos aspectos en la cola de Europa. Es un argumento vergonzante y de la finura de los franquistas: los pantanos, e incluso la Seguridad Social, no justificaron la barbarie del Generalote.

SU mérito real es que, ciertamente, han sabido jugar su juego. Pienso, por ejemplo, en su capacidad de ahondar en el target de su obra más característica, Canal Sur: las personas de edad avanzada y escasos recursos educativos del mundo rural, por ejemplo, y la exageración de sus temores ante la pérdida del PER y sus pensiones, es decir, la retirada de esos ingresos que sienten que les han dado con carácter casi personal quienes han hecho de su monopolio de lo público un escenario de supuestas generosas dádivas y donaciones. Se dibujan, como corresponde con todo lo anterior, como graciosos donantes, no como instrumentos de la función pública.

Y en la misma línea cabe analizar la fácil demagogia de mujer preñada y trianera de ese producto perfecto del PSOE-A que es Susana Díaz. Pero insisto, tampoco a ella hay nada que reprocharle: es quien es, hija del aparato en el que ha desarrollado las habilidades que corresponde para medrar en él y a las que ya me he referido antes,  e hizo lo que tenía que hacer de acuerdo con ello. Susana Díaz, su campaña y su éxito –relativo, pero éxito-, sus verdaderos méritos, representan como nada el discurso político inane y reaccionario que cabe esperar.

LO triste, y volvemos al principio, es que responda a un tipo de votante cuya existencia y valores representa como nada y por sí mismo no ya la obvia imposibilidad de considerar al PSOE-A un partido de izquierdas o sencillamente democrático, sino la degradación política e ideológica que ha generado en treinta años de poder, dignos herederos en esa tarea destructiva de valores e inteligencia de cuarenta años de franquismo. Eso es triste.

¿ES triste la falta de éxito de Izquierda Unida? Sin duda alguna, pero no deja de ser también algo merecido. Izquierda Unida cometió un error histórico: Andalucía y España hubieran sido otros si no hubieran entrado a formar parte del Gobierno del PSOE en Andalucía. Izquierda Unida es una organización en gran medida tradicional, no ha llegado a ella aún ni una suficiente reflexión crítica sobre la necesidad de luchar contra la burocratización y profesionalización de las organizaciones políticas y sindicales, y de sus elites en el poder, ni una crítica suficientemente honda de las elefantiasis de los aparatos estatales, pero es una organización llena de gentes decentes, críticas y luchadoras, que esperan muchas más cosas con su acción política que acceder a cargos y prebendas.

NO tengo la menor duda de que están en las antípodas del PSOE, por historia, por ideología y por decencia. No cabe imaginarlos vaciando de contenido los mecanismos de representación, potenciando empresas privadas preparadas para su explotación de lo colectivo, organizando empresas públicas descontroladas –por decir lo mínimo-, pergeñando financiaciones legales e ilegales, pervirtiendo sindicalistas,  manteniendo organismos innecesarios como el Senado o las Diputaciones, creando órganos supralocales incalificables para dirigir a los lugares convenientes los fondos europeos, y blindando todo con normas y maniobras para asegurarse la impunidad política y administrativa e impedir a los ciudadanos defenderse y defender lo público.

PERO precisamente por eso su entrada en el gobierno andaluz fue un error. Cabe preguntarse si el precio que hubieran pagado por no hacerlo, hubiera sido peor que el que han pagado por hacerlo, y si, en todo caso, no hubiera sido un precio a pagar gustosamente a cambio de la posibilidad de contribuir a eliminar al PSOE–A y su nefasta monopolización de la función pública andaluza. Se perdió una oportunidad y eso es en gran medida imperdonable.

ENTIENDO en parte el argumento de que en momentos de recortes el PSOE era un mal menor para poder defender el Estado del Bienestar en Andalucía, y estoy seguro de que su trabajo ha sido cualitativa y cuantitativamente muy superior al de sus homólogos del PRI andaluz, pero, por otro lado, es evidente que pactar con ellos implicó aceptar y potenciar el vacío discurso con el que venden su Sociedad Limitada para la Explotación de lo Público y la diferencian del PP, que son de izquierdas, y, con ello, han apoyado una continuidad gravosa para Andalucía, para España y, ya puestos, para la Humanidad.

HAN sido los comparsas en una farsa mayúscula con un colectivo que como tal solo merece la denuncia y el desprecio. Y nos han dejado no ya sin podernos liberar de esa fuerza del fingimiento y la degeneración política, sino sin poder experimentar lo que hubiera podido ser la pasada crisis del PSOE sin tal baluarte andaluz de cargos, fondos y prebendas. Si alguien en el interior del PSOE hubiera podido soñar con un PSOE sencillamente decente y democrático –y estoy seguro que hay casos porque los caminos del error son infinitos-  hubiera podido quizás entreverlo después de una crisis en la que el PSOE Andaluz hubiera podido ser concebido y pensado como lo que es: uno de los representantes más decisivos del problema, no de la solución.

EL final de ese gobierno común ha sido todo un ejemplo, con traca final en toda regla, del error cometido. Y es que, en eso, llegó Susana y tuvo un PSOE. Y en unos días pasó de recriminar a Podemos el que, en boca de uno de sus representantes, no estuvieran dispuestos a gobernar en coalición con ellos, a rescindir unilateralmente su gobierno con Izquierda Unida. Sus mentiras volvieron todo del revés: lo único que le impedía de verdad IU era el despliegue ilimitado de un inflado ego crecido en medio del llevamaletismo y el navajeo de su organización y el de las características más señeras de la misma. Dejadme sola, dijo ella a ese público que tanto la ha de querer.

E IU quedó perpleja, absurdamente perpleja, como si hubiera ocurrido algo extraño entre tales gentes que vienen de tal mundo. Y sorprendidos, ellos -que, entre otras cosas, cometieron el insigne error de dejar en manos del PSOE esa Televisión Andaluza que no llega ni a casposa, hecha a la imagen y semejanza de tales señores- notan que no hay recompensa para su buen trabajo en las oficinas que les cedieron a regañadientes quienes se creen los dueños de la finca, que los votantes que han sido convencidos de que el PSOE es ese dadivoso dueño quieren que siga con lo suyo, y que quienes reclaman la finca para sus verdaderos dueños y denuncian el tinglado de la ya antigua y cansina farsa, ni les perdonan el mejunje, ni les creen en condiciones de acabar con él.

DICHO lo cual, de IU depende que su tristeza y su sorpresa den lugar a tiempos mejores para ellos y para todos. Porque se trata de ayudar a hacer esos tiempos mejores con quien puede ayudar a construirlos: los que han corporeizado la denuncia, los que quieren que la gente sienta que la realidad social es suya, los que buscan generar formas para que esa gente participe, aprenda y se haga cargo de ella, que defienden lo que es colectivo y están en condiciones de exigir a quienes mandan o de mandar ellos mismos en nombre, de verdad, de todos, los que son capaces de valorar la decencia y la limpieza en lo público, esto es, de desarrollar, en síntesis, una cultura democrática. Mejores compañías, en suma, que están en el lugar al que jamás y de ninguna manera ningún grupo ligado al PSOE-A podría ser asociado, no importa su buena voluntad.

LA mala noticia para IU es que les han desbordado a la vez por la izquierda y por la democracia. La buena para todos es que quienes lo han hecho existen y marcan el camino a seguir, un camino por el que no debería costar a IU seguir adelante, porque muchos en su interior llevan mucho tiempo siguiéndolo y soñándolo.

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