OPINIÓN. Bienestar Ciudadano. Por Antonio Villanueva
Realizador audiovisual
02/05/13. Opinión. “Hace décadas, un letrista de tango, Dante Gilardoni, escribió para una milonga un texto que en su principal estribillo dice: “Igual que baldosa floja salpico si alguien me pone el pie”. Cada vez que la escucho, me parece que esa frase describe con exactitud la reacción de la gente normal que está tomando la calle. Algunos de los políticos señalados con el dedo por su inutilidad o su complicidad se escandalizan de la reacción de la gente, de toda la gente. Los preferentistas, los desahuciados o los enfermos .De toda esa gente que simplemente salpica cuando el pie se le pone encima”. Nueva colaboración de Antonio Villanueva con EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com.
Igual que baldosa floja salpico si alguien me pone el pie
ME gusta pasear bajo la lluvia y también me gusta ver la vida cuando la lluvia interrumpe su normalidad. Ver a los guiris, inalterables, buscando una bolsa de supermercado para protegerse el peinado o a los niños pisar charcos imitando furiosos a Gene Kelly con sus botas de agua de colorines.
AHORA la lluvia nos tiene demasiado acostumbrada su presencia pero hay acciones que me remontan al pasado. Por ejemplo, mojarme las zapatillas tras pisar una baldosa floja. Pisas la baldosa floja y te salpica el agua que está estancada debajo de la misma. No sé si es que hay ahora menos baldosas flojas que en mi infancia pero se me antoja como un lejano recuerdo.
HACE décadas, un letrista de tango, Dante Gilardoni, escribió para una milonga un texto que en su principal estribillo dice: “Igual que baldosa floja salpico si alguien me pone el pie”. Cada vez que la escucho, me parece que esa frase describe con exactitud la reacción de la gente normal que está tomando la calle. Algunos de los políticos señalados con el dedo por su inutilidad o su complicidad se escandalizan de la reacción de la gente, de toda la gente. Los preferentistas, los desahuciados o los enfermos .De toda esa gente que simplemente salpica cuando el pie se le pone encima.
ESTE es un país acostumbrado a que nos pongan el pie encima. Son incontables los tiranos ante los que nos hemos plegado: José Luis Baltar, Jesús Gil y Gil, Carlos Fabra... Los hemos soportado y reído sus chistes malos. Ahora salpicamos porque hay agua debajo de la baldosa y porque la baldosa flojea.
EN la crisis del 29 los banqueros saltaban desde sus ventanas. Ésta, en cambio, es una crisis sin muertos entre los financieros ni entre los tiranos. Supieron dotarse de primas, comisiones y planes de pensiones a prueba de los trompicones del capitalismo. Relajaron la moral, y con ello, soportan mejor la mala conciencia. A ninguno de ellos parece importarle que restrieguen su nombre por el fango. Ninguno buscó una ventana en las inclinadas Torres KIO para lanzarse al vacío. Ahora solo hay víctimas en uno de los bandos. El desahucio no solo te deja sin casa, sin dinero y con deudas. Te deja marcado como el ganado en los registros de morosos. Tanta infamia y tanta desesperación ha llevado a demasiada gente a buscar la muerte. En esta crisis el suicidio es patrimonio de uno de los bandos: el activista de Stop Desahucios de Córdoba, el hombre de Deusto que se tira desde el cuarto piso, el malagueño que se quema a lo bonzo frente al hospital. Las estadísticas no cuentan la verdad. Son más. Las estadísticas olvidan además sus nombres.
ALGUIEN debió pensar que la asimetría en el número de víctimas en esta guerra tenía mucho de matanza, de genocidio. Quizás por eso, para compensar, han empezado a perseguir a políticos.
ME temo que los principales culpables de la guerra viven apartados del mundanal ruido, en zonas residenciales laberínticas inaccesibles para el común de los mortales. Son ese tipo de sitios a los que solo se puede llegar con el Google Earth. Ese tipo de sitio en los que solo se puede entrar a través de las puertas giratorias que te llevan desde Goldman Sach hasta Banco Central Europeo o desde el Fondo Monetario Internacional a Caja Madrid. Supongo que por eso, el gobierno quiere crear zonas opacas a las vistas aéreas. Porque con el Google Earth todavía podemos soñar con infiltrarnos en sus guaridas. Latitud, longitud, altitud. Y zas, estás dentro del laberinto. Y ya dentro del laberinto soñar con que la puerta giratoria esta vez te lleva desde la CAM a la prisión de Picassent y de Bankia a la prisión de Alcalá Meco.
Y zas pisas la baldosa floja y te despierta del dulce sueño el agua salpicada. Y empapados por este tsunami maldices tu suerte: No irán a prisión. El sistema acaba burlándose del Estado de Derecho. Esa es la triste realidad. Y no es que cuestione ni la profesionalidad ni la honestidad de jueces y fiscales. Es solo que el laberinto de la justicia con los recovecos del tiempo y las encrucijadas del proceso hace en la práctica que la justicia al poderoso desemboque en la vía muerta de la politización cuando no en la desmesura del indulto.
LOS tiranos del laberinto parecen haber olvidado algo. Si el aparato judicial no funciona y la pena no está a la altura del daño moral y económico producido lo que estarán proponiendo es una apología de la venganza privada. O como dice el tango: Igual que baldosa floja salpico si alguien me pone el pie.
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