OPINIÓN. Bienestar Ciudadano. Por Antonio Villanueva
Realizador audiovisual

08/04/14. Opinión. Antonio Villanueva recorre la Media Maratón de Nueva York bajo la curiosa perspectiva del expresidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com ofrece a sus lectores esta nueva colaboración de este realizador audiovisual que a su vez facilita una serie de impresiones de Zapatero y algunos de sus años de gobierno desde la primera persona.

La izquierda exquisita

ACABO de recoger mi dorsal para la Media Maratón de Nueva York (NYC ½). El número que tengo es bonito, con dos 13: el 13137. Estiro junto a mis dos guardaespaldas y a un par de amigos de toda la vida: Javier y Pablo. Javier fue secretario general de las Juventudes Socialistas y Pablo fue director general de Prisiones.

CUANDO eres un novato en la media maratón, me dicen, lo mejor es disminuir progresivamente el ritmo de entrenamiento en las semanas previas y controlar bien el jet lag en bussines.

ANDA todo el mundo inquieto en la salida. Sobre todo Javier. Quiere hacer un buen tiempo. Por debajo de la hora y 45 minutos. A cinco minutos el kilómetro. Javier de Paz es un amigo de los buenos. Cuando perdimos las elecciones del año 2001, él fue el que me estuvo consolando en el coche oficial en la rueda de prensa de la derrota. Me decía; “José Luis, has puesto por encima de los intereses de partido los intereses de tu país”. Gracias a él no me volví loco en aquellos días.

COMIENZA la carrera. Los atletas de élite han salido antes que nosotros. En el primer kilómetro vamos parados. Javier no para de mirar su crono. Encuentra un hueco y empieza a trotar como un loco. Intento seguirle, pero Pablo me hace un gesto. “Tranquilo, deja a Javier a su bola, quedan más de veinte kilómetros”. Es cierto. Todos llevamos idéntica vestimenta: gorro de lana, gafas de sol, mallas largas y zapatillas reforzadas.

ME gusta correr. Y encima en Nueva York.  Entramos por el mítico Central Park. Aquí todo es mítico, me decían antes de ayer en la cena Bibiana Aído y Leire Pajín. Ambas viven en Nueva York  y trabajan en Naciones Unidas. Si alguna vez tenemos una presidenta socialista nadie podrá decir que no hablan inglés. Bibiana ha sido la ministra más joven de la democracia y Leire la parlamentaria más joven. Algún día volverán a España como ha vuelto Bachelet a Chile. 

CENTRAL Park es tremendo. Interminable. Me encanta la naturaleza. Y andar y correr entre árboles. Me ha parecido ver a lo lejos a Leire. ¿Era Leire? Le he preguntado a mi escolta. Ha gritado ¡Presidente! Siendo presidente es cuando me tomé en serio el atletismo. Me equilibra y me da buen rollo. Mi escolta me confirma que era Leire. Buena gente, mis escoltas. Me he tenido que acostumbrar a trotar con ellos. “El Carnegie Hall, presidente”, me aclara uno de ellos.

HACE tiempo que perdí de vista a Javier de Paz. Castellano-leonés, como yo.  “Realismo, presidente”, me decía siempre. Es curioso como corriendo me vienen las historias. Me comentaba Javier cómo le convenció Felipe González cuando era secretario general de las Juventudes para que no hicieran campaña contra la OTAN. Entendió que en aquel momento histórico las Juventudes no se podían plegar a la labor de acoso al gobierno socialista por parte de la derecha y del Partido Comunista. Después de aquello, recibió por todos lados y decidió dejar la política para dedicarse al mundo de la empresa. Felipe lo nombró director general de Comercio Interior y yo lo nombré director de MERCASA, hasta que le pedí que entrara en Telefónica y limara asperezas con César Alierta. Somos vecinos en Las Rozas. Sí, gana una pasta, quizás demasiado. No sé.

DESDE hace un rato tengo enfrente la Torres de la Libertad. Son bonitas pero no son las Torres Gemelas. Forman parte del imaginario colectivo, el skyline de Nueva York.  Ahora corro recreándome en los detalles. Cuando era presidente iba acelerado. Como sin tiempo. Ahora disfruto cuando corro de los árboles, de los pájaros y, aquí, de esta impresionante ciudad. En la Moncloa, correr era un termómetro de la disciplina. En cada viaje oficial he salido a correr.

NOS han metido por un subterráneo. Tengo la sensación de haber adelantado varias veces al corredor ese de las zapatillas fucsias, pero no recuerdo que él me haya adelantado. Los corredores gritan para escuchar su eco en el túnel. Me da apuro pegar un grito. Este paso subterráneo se me está haciendo incómodo. Empiezo a notar la fatiga. Mi tiempo no es bueno. No tengo las mismas sensaciones que en Edimburgo. Aquella fue mi primera media maratón. Allí me quedó fuelle para picarme un poco al final. Me faltan sensaciones. Otro día vendré a Nueva York y haré el recorrido yo solo. Vaya tontería acabo de pensar. Con la cantidad de semáforos. Y es que correr otra vez de forma anónima con inscripción oficial es un imposible. Esta será mi última Media Maratón de Nueva York. Si se sabe que soy un expresidente de Gobierno menudo problema de seguridad. Sobre todo después del atentado de la Maratón de Boston de hace un año. Lo que faltaba José Luis Rodríguez Zapatero, el que sacó a las tropas de Irak, corriendo por las calles de Nueva York.

AQUELLO verde que se ve al fondo debe ser el cartel de la meta. Por fin los brotes verdes.

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