El texto está falto de ambición y peca de ambiguo. Es un discurso fácil de vender. El texto no incluye ni una mención al fenómeno del desarrollo de programas abiertos o libres (open software)19/10/15.Opinión. La semana pasada se dio a conocer un manifiesto secundado por empresarios solventes del mundo de la tecnología en Málaga. Málaga Code, como así se titula, pide a las administraciones que aborden la posibilidad de educar a los niños en programación. La idea recuerda a planteamientos similares como Code Madrid, que acaban...
...siendo cuestionados por sus resultados. El texto ha sido firmado, al cierre de esta edición de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com, por unas 270 personas. Entre las rúbricas iniciales se encuentran las del grupo municipal de C’s en el Ayuntamiento de la capital. ¿Por qué es necesario educar a los más jóvenes en la comunicación con las máquinas? ¿Es suficiente ‘rogar’ a las instituciones que se impliquen en el proyecto? ¿Cómo debe ser la enseñanza en las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC)? ¿Han funcionado experiencias previas? Estas preguntas abren nuevos interrogantes que nadie responde, y la propuesta de momento solo ha servido para que el partido de Albert Rivera enarbole una bandera más contra la ya de por sí insuficiente política de la Casona del Parque al respecto.
LO primero que hace falta saber es que la iniciativa de Málaga Code no es inédita, aunque la ‘nueva política’ de Ciudadanos pretenda vender así ‘nuevas propuestas’ (?). A los pocos días de que el manifiesto (AQUÍ) se diera a conocer, el portavoz del partido naranja en la Casona, Juan Cassá, se lanzó a los medios para advertir que son “este tipo de iniciativas, que parten desde abajo, por parte de la gente que realmente sabe de esto y lucha en el día a día por sacar adelante sus empresas, son las que tenemos que saludar desde el Ayuntamiento”. Y, por supuesto, “frente al humo del Málaga Valley y del Polo Digital, apoyamos a este tipo de empresario”. La política del equipo de Gobierno que lidera Francisco de la Torre (PP) al respecto está cada vez más cuestionada, hasta el punto de que el jueves pasado hubo un debate sobre este asunto entre periodistas y empresarios en los que se llegó a denunciar que ponerle “ese nombre” a la iniciativa ‘Málaga Valley” fue una “catetada”. Claro que lo fue. Sin embargo, el manifiesto de Málaga Code por el momento son unas líneas generales ambiguas que incluso pecan de falta de ambición. En boca de Ciudadanos, es un “quítate tú que ya me pongo yo” de órdago para el actual regidor.
¿POR qué es fundamental comenzar a enseñar a los niños a programar? El propio manifiesto lo llega a explicar de una forma obtusa. “Programar se presenta como una habilidad básica para el siglo XXI al margen de la actividad profesional que se desarrolle. Aprender a programar abriría muchas posibilidades a nuestros niños y niñas que, además, pasarían a ser creadores digitales, no meros consumidores de tecnología. El reto ahora mismo es hacer posible que elijan entre ser espectadores o protagonistas de los avances tecnológicos”. Pero, ¿qué posibilidades? En el siguiente párrafo la idea que arroja suena a mofa. “Los niños que aprendan a programar, además de jugar, podrán desarrollar sus propios juegos; podrán diseñar aplicaciones y no sólo usarlas”.
MUCHOS expertos han señalado que hoy día consumir nuevas tecnologías y no programar es como saber leer pero no saber escribir. Es cierto. Y también es cierto que el propio manifiesto Málaga Code puede servir para despertar un cambio de rol en los más jóvenes y así fomentar “la curiosidad, la creatividad y el espíritu emprendedor”. Pero a estas alturas de la película, eso de “el espíritu del emprendedor” también empieza a sonar a broma.
LO cierto es que abrir el melón de la tecnología y la programación vende. “Suena bien y ayuda a recoger aplausos, quién sabe si votos”, explica Antonio Ortiz, redactor de Xataka, un blog especializado en tecnología (AQUÍ). “¿Quién no está a favor de aumentar las competencias digitales, preparar para el futuro y conseguir que nuestros niños sean creadores y no meros espectadores de la gran revolución a la que debemos adaptarnos?”.
EL propio Ortiz recoge en su artículo antes enlazado una experiencia “pionera” (sic) que tuvo lugar hace justo un año en la Comunidad de Madrid de la mano de Telefónica. Se trata de Code Madrid, por lo que las semejanzas al proyecto que se comienza a debatir en Málaga arranca en su mismo título. Sin embargo, Ortiz ya cuestiona, de entrada, el proyecto madrileño, que pretende formar a docentes para que puedan a su vez enseñar a programar. El método elegido es una MOOC. Las MOOCs son una forma nueva de aprender a través de un ordenador conectado a internet, lo que en lenguas modernas se empieza a denominar como ‘elearning’ (de la misma forma que se emplea crowdfunding para hablar del tradicional mocho o de coworking para referirse a una oficina compartida).
MOOC son las siglas de Massive Open Online Courses, o lo que es lo mismo, cursos masivos en línea y en abierto. O lo que es lo mismo, de nuevo; videotutoriales y otros recursos digitales acompañados de tareas y deberes para el alumno, que tendrán que ser completados a fin de obtener el rédito de haber terminado la clase. No hace falta adentrarse en detalles. Un MOOC, aunque sea de 40 horas, es insuficiente para aprender a programar. Es completamente inviable que una persona formada a través de un MOOC tenga la capacidad, de forma casi mágica, de comenzar a enseñar a niños a programar.
CODE Madrid no es la única experiencia nacida al abrigo de los discursos fáciles a favor de la educación digital. No es ni mucho menos la primera. Sin embargo, en otras iniciativas hubo la suficiente ambición. Así, en el Reino Unido ya se anunció hace dos años que se comenzarían a enseñar a los alumnos de cortas edades a programar. Para ello simplemente es necesario romper el tabú de que la clase obligatoria de informática sirve para algo más que para aprender a manejar herramientas privadas de ofimática como Microsoft Word o Microsoft Excel, como viene sucediendo en institutos españoles desde hace lustros. En algunas escuelas, sin ir más lejos, algunos profesores insisten en enseñar Microsoft Frontpage, la herramienta para crear páginas web en código HTML que ya cayó en desuso y no se incluye en la suite actual de Microsoft Office.
EL manifiesto de Málaga Code pide que las instituciones aborden la enseñanza en los más pequeños de programación, ¿pero con qué modelo? ¿Con el modelo de Code Madrid o con el modelo de una enseñanza reglada que llegue a todos y que de verdad abogue por romper de una vez la brecha digital? Solo un apunte más. En el texto que se puede firmar en la red no hay ni una sola mención al desarrollo de software libre, o lo que es lo mismo, de programas en abierto basados en la idea de que internet debe ser libre y se debe compartir. Esta ideología que existe en la informática desde hace años es la principal punta de lanza contra los enormes oligopolios que tienen empresas como Microsoft en sistemas operativos o programas. Y es que la docencia de programación se puede poner al servicio o del común y de su comunidad, o al servicio de las empresas. Algo de concreción en el manifiesto de Málaga Code ayudaría a dilucidar mejor qué es lo que pretenden estos empresarios y los políticos que lo apoyen.
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