Las paredes del Ensanche siguen dialogando. Ahora, las obras de D*face u Obey financiadas con fondos europeos y gestionadas a dedo a través del gestor del CAC, Fernando Francés, se enfrentan a la crudeza de los ‘taggers’ de siempre
23/06/16. Opinión. Como una declaración de intenciones. Como un desafío. Así es el nuevo ‘tag’ que preside la Alameda y que sorprende a los viandantes aún más que los propios murales del Ensanche Heredia, el fallido intento del Ayuntamiento de Málaga por convertir este barrio en una zona gentrificada bajo el nombre de ‘Soho’ o ‘barrio de las artes’, a base de dinero público con contratos a dedos y...
...arte urbano poco contestatario. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com retrata esta nueva obra de ‘Trol’, conocido en Málaga por su presencia en las pantallas acústicas de la autovía y de la ronda oeste de entrada a la capital, y ahora por esta obra colosal en una medianera de la Alameda.
FRENTE al discurso grafitero que impulsó el Ayuntamiento de Málaga, y que se puede equiparar mediante un símil a alguna novela de Paulo Coelho, aparece la crudeza del grafiti perseguido y no autorizado. No hay mayor pretensión artística que la del simple desafío a las autoridades. ‘Trol’, un anónimo y una incógnita para el Ayuntamiento malagueño, ha dejado su impronta en una medianera de la Alameda, y el trazo de su ‘tag’ (firma) ahora se puede apreciar sin complicaciones desde las obras de la Avenida Andalucía. Frente a los murales ñoños y los discursos ‘happy’ y efectistas de colectivos como BoaMistura u Obey (Sephard Fairey, el artista paracaidista para Rogelio López Cuenca, el yankee gentrificador para activistas daneses), la crudeza de unas letras cuadriculadas. Cuatro, para ser más concretos. T-R-O-L. Trol.
EN el argot internauta un trol es aquel que desata la polémica por el placer de hacerlo, y que para ello recurre con asiduidad al anonimato y al insulto. En este caso el grafitero solo ha necesitado el anonimato para poner en jaque un Ayuntamiento de Málaga que ya evidencia la fachada (valga la ironía) de su política cultural. Entre 2013 y 2014 se intentó que el Ensanche Heredia fuese un Soho con un festival de arte urbano sobre el que siempre pesó la losa del nepotismo y del dinero público adjudicado a dedo, en primera instancia; y en un concurso polémico, en su segunda edición. Se pagaron a artistas como ROA, BoaMistura, Obey, D*face, entre otros, para decorar los entornos de este barrio deprimido y revitalizarlo.
AHORA, apenas hace unas semanas, se supo que el Ayuntamiento de Málaga pretendía borrar precisamente las creaciones de D*face y Obey en la fachada de un negocio particular del barrio. A pesar de que estos mismos artistas fueron contratados para el Ayuntamiento en otros emplazamientos. A pesar de que los vecinos se quejaron desde la primera edición (“si quiere ratas, que el alcalde se las pinte en su casa”, clamaron algunos). Toda esta iniciativa que se orquestó a través de agencias de comunicación, de fondos europeos y de la presencia del omnímodo Fernando Francés cae en saco roto, porque lo real siempre emerge en las paredes de la ciudad.
Y la realidad a veces es así. ‘Trol’.
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