Los titulares sobre Caparrós se suceden con motivo del 40 aniversario de su muerte. Ofrecen datos que no se corresponden con lo ocurrido. Unos datos leídos en un libro que editó EL OBSERVADOR hace diez años pero mal interpretados
EL OBSERVADOR publicó en 2007 el libro ‘La muerte de García Caparrós en la transición política’, de Rosa Burgos. A finales de este mes edita uno nuevo de la misma autora: ‘Las muertes de García Caparrós’. Contendrá más de 500 originales inéditos con la documentación íntegra del sumario judicial y las actas de la Comisión de Investigación que el Congreso realizó entre 1977 y 197821/11/17. Opinión. ‘Caso García Caparrós’ (II). Periodismo y posverdad. El ‘imaginativo’ e inadecuado tratamiento que los medios de comunicación realizan sobre la muerte del joven malagueño en el transcurso de la manifestación por la autonomía andaluza el 4 de diciembre de 1977. Los titulares sobre Caparrós se suceden con motivo del 40 aniversario de su muerte. Ofrecen datos que no se corresponden con lo que...
...ocurrió realmente aquel fatídico día. Unos datos en su mayoría recogidos del libro que EL OBSERVADOR editó en 2007, La muerte de García Caparrós en la transición política, de la escritora Rosa Burgos, pero mal interpretados. Un ejemplo ampliamente repetido es el artículo publicado en el diario La Opinión de Málaga el pasado día 4 de noviembre firmado por José Antonio Sau: Quién mató a García Caparrós (AQUÍ. A finales de este mes de noviembre EL OBSERVADOR publica un nuevo libro también de la mano de Burgos titulado Las muertes de García Caparrós. El volumen contendrá cerca de 300 originales inéditos con la documentación íntegra del sumario judicial 161/1977 que se abrió y cerró en los juzgados de instrucción de Málaga “Sobre el homicidio de Manuel José García Caparrós”. Es una información de EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com.
ASÍ mismo, se adjuntan en el volumen las actas de la Comisión de Investigación que el Congreso realizó entre 1977 y 1978 tras la muerte en Málaga, el 4 de diciembre de 1977, de Manuel José de un disparo de pistola como las que utilizó la Policía Armada, en el transcurso de la manifestación que pedía la autonomía para Andalucía este diciembre hará 40 años. En la página web www.revistaelobservador.com se colgarán así mismo con acceso libre otros cerca de 250 documentos. Lo que hace un total de unos 550 originales inéditos sobre el ‘caso García Caparrós’. Estas actas están estos días muy de moda porque el Congreso ha dejado que la diputada de IU Eva García Sempere les eche un solo ojo a algunas de las que previamente han borrado los nombres de los declarantes. Ya que están consideradas ‘secretas’. La revista EL OBSERVADOR ofrece estas actas en ‘abierto’ en este libro y en la web junto con el sumario judicial integro.
La posverdad y los errores que comenten los periodistas
EL artículo que sirve de ejemplo para mostrar la ‘literaturización’ del ‘caso’ es el publicado en el diario La Opinión de Málaga el pasado 4 de noviembre firmado por José Antonio Sau: Quién mató a García Caparrós (AQUÍ). En él se ofrecen datos que, digamos, no se ajustan a la realidad. O que se podían haber investigado. O simplemente haber interpretado mejor el libro publicado por este revista en 2007 titulado La muerte de García Caparrós en la transición política. No se contribuye a descubrir la verdad sin usarla.
EL artículo de Sau empieza diciendo lo siguiente: “Aquel día, una bala de la policía armada acabó con la vida del joven de 18 años Manuel José García Caparrós”. En realidad se refiere a la Policía Armada con mayúscula, porque así se llamaba entonces lo que hoy se conoce como el Cuerpo de la Policía Nacional. Antes se llamaba Cuerpo de la Policía Armada y de Tráfico. Es sólo un detalle pero es sintomático de lo que te vas a encontrar.
CONTINÚA el artículo así: “La lluvia no acabó con las ilusiones de los manifestantes: un millón según algunas crónicas, medio millón o trescientos mil, según otras. Pero esa marea blanquiverde que agitaba su futuro con ilusión pronto vio que habría problemas para conquistar la libertad”. Sin juzgar la literatura, la fiabilidad cero. En Málaga capital, en 1977, según el padrón de 1975 (se realiza cada cinco años), vivían 408.458 habitantes en total, incluidos los niños de todas las edades. En toda la provincia había 915.705 habitantes. ¿Se imaginan de dónde se podía sacar un millón de personas a la calle? De ningún sitio conocido, claro. Y es que parece que la gente vino de otras provincias andaluzas a Málaga. No, porque, lo que parece que no se sabe, es que en cada capital de provincia se celebró su propia manifestación, nadie vino excepto los que se acercaron de los pueblos de Málaga. Es difícil pensar hasta en los 300.000. Pero da igual. No hay que engordar nada para saber que fue la concentración más grande que hubo en años. En el libro de Rosa Burgos La muerte de García Caparrós en la transición política, se recoge que aquel 4 de diciembre “en Málaga, 200.000 personas salieron a la calle”. Y ya son muchas.
“HOY, cuarenta años después de su asesinato, su familia no sabe quién dio la orden a los policías armados de que dispararan para dispersar a la muchedumbre; tampoco se sabe, o no se ha querido saber, de qué arma partió aquella bala. Ni parece fácil que se sepa en un futuro próximo”, continúa Sau. No se disparó a la muchedumbre. Se efectuaron disparos ‘al aire’ y, como resulta evidente, hacia los que estaban acosando el cuartel de la Policía Armada, sito en la Alameda de Colón. El arma que contenía la bala de nueve milímetros que alcanzó a García Caparrós era una pistola marca STAR, según figura en el informe pericial que aparece en el sumario del caso. Un informe que se publicó en el libro de Burgos editado por EL OBSERVADOR en 2007.
SAU dice que “los disturbios comenzaron en la Diputación Provincial de Málaga, cuando otro joven trató de hacer ondear una bandera blanquiverde. Los grises tuvieron que intervenir. El ambiente festivo quedó pulverizado en cuestión de minutos y, poco después, García Caparrós cayó abatido por el disparo. Algún amigo que lo acompañaba lo llevó al hospital y desapareció sin que nunca se haya conocido su nombre”. Vayamos por partes. El joven que subió a poner la bandera se llamaba Trinidad Berlanga y murió muchos años después de una sobredosis. La llevaba guardada en el pecho. Escaló la fachada de la Diputación. Cuando llegó al balcón central en el que ondeaba la bandera de España en su mástil hizo ademan de cogerla y la gente se creyó que iba a quitarla y le gritó que no. “¡No, no!”. Ese era el ‘fiero’ espíritu autonomista de entonces, algo que no ha variado mucho. El joven no tenía intención de quitarla, sólo quería apartarla un poco para poder poner la andaluza en el mismo soporte. Fue entonces cuando desde dentro del edificio, que estaba lleno de policías, mintieron a los de fuera diciendo que estaban asaltando la Diputación y avisaron a las ‘lecheras’ llenas de antidisturbios que se encontraban en la calle posterior, de la que salieron disparando pelotas de goma y dando palos.
LA muchedumbre salió corriendo hacia la Alameda. Y la cabeza de la manifestación, que había escuchado un manifiesto en el Puente de las Américas, bajaba hacia la Diputación encontrándose los dos. Unos huyendo de la policía y otros que llegaban tranquilos pues no se habían enterado de lo que pasaba en la Plaza de la Marina.
“EL joven fue abatido a tiros en la intersección entre la Alameda de Colón y la calle Vendeja”, indica el periodista de La Opinión. ¿De dónde ha sacado este dato ya que no lo dice? ¿Tal vez del único libro que lo demuestra? García Caparrós se encontraba en el momento en el que recibió el disparo, uno solo, en la Alameda de Colón a la altura de la esquina con Vendeja, porque enfrente se encontraba el cuartel de la Policía Armada y allí acudieron muchos manifestantes a gritar y a apedrear. Y el que estaba al lado de Caparrós no era un amigo, como dice Sau. No se conocían de nada. Se llamaba A.I.R., y en el sumario judicial del caso se le conoce como ‘el testigo principal’. Además, otros testigos también sitúan al joven en ese lugar y el general de zona lo incluye en uno de los tres posibles escenarios donde recibió el disparo, según aparece en el libro La muerte de García Caparrós en la transición política de Rosa Burgos. A.I.R se fue de Málaga y en la actualidad se encuentra en la Comunidad de Madrid.
“ES muy probable que los hechos ocurrieran de la siguiente forma: Manuel José García Caparrós recibió el disparo en la esquina de la calle Vendeja con la Alameda de Colón cerca de un kiosco de prensa pues A.I.R le oyó gritar ‘hijos de puta, asesinos, me han dado’. Pero es más, no deja ningún atisbo de duda sobre el lugar donde recibió el disparo García Caparrós, como se desprende de la breve conversación que mantuvo con él, pues le preguntó al joven que qué le pasaba y le contestó que le habían dado un tiro”, recoge el libro basándose en la declaración de A.I.R. del propio sumario.
ADEMÁS, Burgos explica el trayecto que realizó Caparrós desde que recibe el disparo, en la esquina de Alameda de Colón número 5 con calle Vendeja, hasta que se sube al coche modelo Simca 1.000 de color blanco en donde perdió la vida camino al hospital Carlos Haya. Durante el trayecto lo acompañan y ayudan varios testigos que describen los hechos en el sumario. “Allí, donde hoy está la placa, [esquina de la avenida Comandante Benítez y Alameda de Colón según se recoge en el sumario] estuvo desde luego, solo o acompañado, desangrándose. También lo confirma E.A.G pues dice que vio como lo recogían del suelo y coincide plenamente la descripción con este sitio. Los que lo recogieron del suelo, esta última vez, fueron J.R.P y otro muchacho que no se identifica. Inmediatamente lo suben por las escalerillas que daban al puente de Tetuán posiblemente con la finalidad de que un coche lo transportara a un centro sanitario”. Es decir, en el artículo en cuestión se afirma: “Algún amigo que lo acompañaba lo llevó al hospital y desapareció sin que nunca se haya conocido su nombre”. Ningún amigo estuvo con él ese día y el hombre que lo acompañó, y que no lo conocía de nada, se llama Carlos Carmona.
GARCÍA Caparrós viaja en el coche camino al hospital con Carlos Carmona, la última persona que vio al joven con vida, junto con el conductor del vehículo, que se desconoce quién fue. Carmona ha explicado lo que vivió aquel día en numerosas entrevistas después de que Burgos sacase a la luz sus datos en 2007. El dueño del coche fue a quitarlo de donde lo tenía aparcado y es cuando coincide que un grupo de gente está trasladando a Caparrós. Por lo que lo meten de inmediato en el vehículo, el primero que ven. Nada más se supo del coche ni de su conductor, que no se identificó.
“POR tanto, se deduce que falleció en el trayecto que media entre el puente de Tetuán y el hospital Carlos Haya, cuando era trasladado en su Simca blanco, acompañado de Carlos Carmona y del conductor del vehículo”. “Desde luego la hora exacta es imposible determinarla, sin embargo, del conjunto de pruebas del sumario, sí se puede deducir que, como media temporal aproximada, falleció entre las dos y media y las tres menos veinte del día 4 de diciembre de 1977”, se recoge en el libro de Burgos.
ESTE relato no se parece mucho al escrito por Sau. Tal vez la diferencia sea la de tener información o no tenerla. Algo que parece ser cada vez menos necesario en esta ‘curiosa’ profesión periodística acunada cada vez estrechamente en los brazos amorosos de la posverdad.
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