Los colegios de periodistas, reunidos en una Red de Colegios Profesionales de Periodistas, llevan ya unos tres meses metidos en una peligrosa deriva que va más allá del puro corporativismo cerril y ha entrado en discursos que atentan contra principios elementales de la democracia e, incluso, ignoran fallos históricos de los tribunales internacionales de derechos humanos

OPINIÓN. ¿Me quieren oír? Por Dardo Gómez
Periodista

05/10/18. 
Opinión. El periodista Dardo Gómez reflexiona en su colaboración para EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com sobre la “deriva” de los colegios de periodistas del país. “En su declaración de intenciones esta nueva red se declara beligerante contra el inexistente ‘intrusismo’, que es una de sus monomanías, y esta vez también contra los ‘portales digitales que se revisten de la apariencia de medios...

...de comunicación sin serlo’. Es decir que se atribuyen la capacidad de decidir cuándo un medio de comunicación lo es (¿?). A aquellos a quienes niegan esa condición, además, les atribuyen ‘la proliferación de noticias falsas’. Un cargo que podría atribuirse a más de uno de los medios de comunicación que, me parece, consideran reales”, recoge Gómez.

EL periodista, que ofrece datos extraídos de un informe de la UNESCO sobre libertad de expresión y desarrollo de los medios, indica que  “somos colegas y da vergüenza ajena que se ignoren fundamentos elementales como la Declaración Universal de Derechos Humanos o el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que lo han dejado sentado: “el periodista profesional no es otra cosa que una persona que ha decidido ejercer la libertad de expresión de modo continuo, estable y remunerado. Por tanto, la colegiación obligatoria conduce a limitar en forma permanente, en perjuicio de los no colegiados, el derecho de hacer uso pleno de las facultades que reconoce a todo ser humano el artículo 13 de la Convención Americana”.

GÓMEZ ofrece las recomendaciones del Código Europeo de Deontología del Periodismo de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa para que los colegios de periodistas “digan cuál de nuestros medios ‘respetables’ supera esta prueba del algodón”.

¿Adónde van los colegios de periodistas?

LOS colegios de periodistas, reunidos en una Red de Colegios Profesionales de Periodistas, llevan ya unos tres meses metidos en una peligrosa deriva que va más allá del puro corporativismo cerril y ha entrado en discursos que atentan contra principios elementales de la democracia e, incluso, ignoran fallos históricos de los tribunales internacionales de derechos humanos.

EN algunos de estos, herederos de las asociaciones de la prensa y criados a la sombra de la FAPE (Federación de Asociaciones de Periodistas de España), este discurso poco documentado no resulta extraño. Sin embargo, no deja de sorprender que hayan arrastrado en este tobogán hacia la nada a organizaciones como el Colegio de Periodistas de Cataluña o el de Galicia.

ESTOS, que fueron los primeros y únicos durante muchos años, se habían ganado cierto prestigio por la defensa de las libertades y por haber sido pioneros en inaugurar un discurso progresista que parecía destinado a superar las nostálgicas por “La hoja del lunes” o las aún residuales corridas de la prensa.

EN su declaración de intenciones esta nueva red se declara beligerante contra el inexistente “intrusismo”, que es una de sus monomanías, y esta vez también contra los “portales digitales que se revisten de la apariencia de medios de comunicación sin serlo”. Es decir que se atribuyen la capacidad de decidir cuándo un medio de comunicación lo es (¿?).

A aquellos a quienes niegan esa condición, además, les atribuyen “la proliferación de noticias falsas”. Un cargo que podría atribuirse a más de uno de los medios de comunicación que, me parece, consideran reales.

SIN querer ofender, me parece que hay falta de información ya que este peligro de los nuevos medios no es intuido por organizaciones como la UNESCO que en su informe Tendencias Mundiales en Libertad de Expresión y Desarrollo de los Medios (2014) considera: “la principal tendencia que se registra en cuanto al pluralismo es la ampliación del acceso a los medios de comunicación en todo el mundo, lo que ha resultado en un enorme avance en la producción, consumo y distribución de los medios, extremadamente beneficioso para el pluralismo. Gracias a la mayor diversidad de los contenidos de los medios de información, a Internet, la digitalización y las capacidades de búsqueda en línea, cada vez más personas participan del proceso de producción de información y de los flujos de noticias”.

PARECE que los colegios de periodistas españoles no lo ven así, ya que sostienen que estos nuevos medios “confunden deliberadamente a la sociedad” mientras que los expertos de la UNESCO (que suelen ser gente documentada) sostienen que esta proliferación “ha estimulado un incremento de la cantidad de plataformas mediáticas y del acceso a ellas, además del potencial para la expresión. Asimismo, también ha facilitado el surgimiento del periodismo ciudadano y de nuevos espacios para la prensa independiente, al tiempo que las prácticas periodísticas y el negocio de las noticias se reconfiguran de manera fundamental”.

HABRÍA que aclarar que estos expertos internacionales consideran que “la libertad de prensa abarca la libertad de todos los individuos o instituciones para expresarse a través de cualquier plataforma de medios a fin de llegar al público”.

LOS expertos de la UNESCO no parecen preocupados por los riesgos del supuesto “intrusismo” que tanto inquieta a los colegios.

Registro unificado y a por el carné

OTRA preocupación y devoción de estas nueve organizaciones es “la creación de un carné conjunto” para establecer un “registro unificado de la profesión”; que sería uno de los pasos para alcanzar el siguiente objetivo: “la exigencia de la titulación para el ejercicio profesional”.

YA metidos en el delirio, incursionan en temas como el intento actual de desgubernamentalizar la cúpula de RTVE y afirman que este ente debe estar presidido por “un periodista acreditado”.

NO creo que desconozcan que los periodistas son solo una parte y no la mayor de esa corporación, pero son ganados por la misma prepotencia que les llevó a sostener durante años que los cámaras no eran periodistas.

NO sé si vale la pena reiterarlo ante tanta obsecuencia, pero cuando la penosa intervención del Colegio Profesional de Periodistas de Andalucía ante los parlamentarios de esa comunidad durante el trámite de estudio de la actual Ley Audiovisual de Andalucía ya traté de informarlos al respecto.

SOMOS colegas y da vergüenza ajena que se ignoren fundamentos elementales como la Declaración Universal de Derechos Humanos o el fallo de la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), que lo han dejado sentado: “el periodista profesional no es otra cosa que una persona que ha decidido ejercer la libertad de expresión de modo continuo, estable y remunerado. Por tanto, la colegiación obligatoria conduce a limitar en forma permanente, en perjuicio de los no colegiados, el derecho de hacer uso pleno de las facultades que reconoce a todo ser humano el artículo 13 de la Convención Americana y el principio aquí analizado, lo cual infringe principios primarios del orden público democrático sobre el que la misma se fundamenta”.

ALGO en lo que abunda la “Declaración de principios sobre la libertad de expresión” de la OEA en su artículo 6: “Toda persona tiene derecho a comunicar sus opiniones por cualquier medio y forma. La colegiación obligatoria o la exigencia de títulos para el ejercicio de la actividad periodística, constituyen una restricción ilegítima a la libertad de expresión”.

SI no quieren oír, que no oigan y si quieren insistir en confundir al personal con discursos demagógicos de dudosa ética, allá ellos.

Carmen Calvo cayó en el jardín

ESTOS colegios de periodistas que años atrás estaban de uñas con sus colegas catalanes y gallegos, porque estos ya entonces pretendían la regulación de la profesión y habían participado en la elaboración de un estatuto de la profesión que los otros acusaban de intervencionista, por fin han llegado a un acuerdo para “autorregular” la profesión. Otro disparate jurídico reiteradamente demostrado.

CON esa intención ya venían sobando el lomo de los parlamentarios y haciendo guiños al Gobierno de Pedro Sánchez, pero la ministra Carmen Calvo se les ha desmandado y ha expresado que “la libertad de expresión no lo resiste todo, no lo acoge todo y que la UE tendrá que empezar a revisar de forma conjunta la legislación sobre este asunto porque los países miembros necesitan seguridad”.

AHÍ partieron peras, ya que los colegios entienden que “el único control que debe tener un periodista es el código deontológico de la profesión y la autorregulación”; con esto ya se ha sobrepasado el límite del disparate. Aunque a mí tampoco me gusten este tipo de declaraciones ministeriales, que las carga el diablo y no se sabe para qué lado pueden descargar, es absolutamente peregrino decir que esto supondría un “intento de injerencia gubernamental en la labor informativa”.

EL Comité de Derechos Humanos en su 117º período de sesiones celebrado del 20 de junio a 15 de julio de 2016 entiende que sí es competencia de los Estados, como no podía ser de otra manera, el garantizar las libertades de la ciudadanía.

DE forma expresa señala: “El Estado parte debe adoptar todas las medidas necesarias y asegurar que su legislación esté plenamente compatible con el artículo 19 del Pacto, con miras a garantizar el pleno y efectivo ejercicio del derecho a la libertad de expresión y la libertad de prensa. En particular, debe revisar las recientes reformas en el servicio de comunicaciones audiovisuales e impedir la concentración de los medios de comunicación de manera que no menoscaben la diversidad de fuentes y opiniones, como determina la Observación general núm. 34 (2011) sobre libertad de opinión y libertad de expresión”. (Apartado 365).

No me fío de vosotros y razones tengo

QUÉ quieren que les diga, tiendo a fiarme más de algo bendecido por la inteligencia de los organismos internacionales y de las garantías que puede ofrecer un parlamento que las supuestas garantías que podría dar a nuestras libertades un consejo corporativo que actuaría “de autorregulador dentro de la profesión y siempre bajo el criterio de profesionales periodísticos”.

ADEMÁS, confieso que desconfío de forma rotunda de los rigores deontológicos de unos colegios que proclaman: “son los medios de comunicación quienes mejor pueden combatir la difusión de información interesada y manipulada, diferenciándose por lo tanto de los pseudo medios de comunicación y redes sociales, que actúan bajos otros criterios muy diferentes al estrictamente periodístico”.

UNO se pregunta en qué mundo de ficción han vivido estos colegas en los últimos decenios; los invito a que lean estas recomendaciones del Código Europeo de Deontología del Periodismo de la Asamblea Parlamentaria del Consejo de Europa y digan cuál de nuestros medios “respetables” supera esta prueba del algodón:

- “EL principio básico de toda consideración ética del periodismo debe partir de la clara diferenciación, evitando toda confusión, entre noticias y opiniones. Las noticias son informaciones de hechos y datos, y las opiniones expresan pensamientos, ideas, creencias o juicios de valor por parte de los medios de comunicación, editores o periodistas”.

- “LA emisión de noticias debe realizarse con veracidad, a través de las actividades verificadoras y comprobadoras oportunas y con imparcialidad en la exposición, descripción y narración de los mismos. Los rumores no deben confundirse con las noticias. Los titulares y enunciados de las noticias deben subrayar lo más fielmente posible el contenido de los hechos y datos”.

- “LA expresión de opiniones puede versar sobre reflexiones en relación con ideas generales o referirse a comentarios sobre noticias relacionadas con acontecimientos concretos. Si bien es cierto que en la expresión de opiniones por ser subjetivas, no debe ni es posible exigirse la veracidad, sin embargo se debe exigir que la emisión de opiniones se realice desde planteamientos honestos y éticos”.

- “LA opinión referente a comentarios sobre acontecimientos o acciones de personas o instituciones, no debe intentar negar u ocultar la realidad de los hechos o de los datos”.

NO se den prisa, les concedo todo el tiempo que necesiten para encontrarlo.

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