“Es un caso peculiar de cómo una industria usa la universidad para blanquear su contaminación”, indica Pepe Galindo, autor de Blog Sostenible y también profesor de la Universidad. Salvo Tierra dirige la Cátedra de Cambio Climático de la UMA, financiada por Votorantim Cimentos, la propietaria de la cementera
A Salvo Tierra no le sienta bien que le comenten este hecho, como demuestra el haber bloqueado en la red social X/Twitter a la conocida cuenta naturalista @blogsostenible (colaborador de EL OBSERVADOR), que gestiona el seguido profesor Pepe Galindo, por habérselo recordado
09/01/25. Redacción. EL OBSERVADOR / www.revistaelobservador.com. El profesor de la UMA Enrique Salvo Tierra dirige desde hace más de cuatro años la ‘Cátedra de Cambio Climático’. Por eso le han llegado a llamar “la voz de la conciencia climática de Málaga” (AQUÍ). Sin embargo tal y como señala Pepe Galindo, también profesor de la UMA y autor de la conocida web naturalista BlogSOStenible (colaboradora de EL OBSERVADOR),...
...“pero no habla de cerrar la cementera, el mayor foco de contaminación y CO2 de Málaga. ¿Será porque es el director de una cátedra pagada, precisamente, por esa cementera?” (AQUÍ).
Efectivamente la cátedra sobre cambio climático que dirige Salvo Tierra está financiada por Votorantim Cimentos (brasileña), la propietaria de la fábrica de cementos de La Araña, por lo que el profesor debe hacer malabares para hablar de contaminación y cambio climático sin nombrar a la mayor contaminadora de Málaga, que es la que paga.
Además, a Salvo Tierra no le debe sentar demasiado bien que le comenten este hecho, como ha demostrado al bloquear en la red social X/Twitter la cuenta @blogsostenible (AQUÍ), que gestiona el conocido naturalista Pepe Galindo, por habérselo recordado.
La cátedra
En noviembre de 2020, la Universidad de Málaga (UMA) y FYM HeidelbergCement lanzaron la ‘Cátedra de Cambio Climático’, presentada como un esfuerzo conjunto para abordar los efectos del cambio climático (AQUÍ). Aunque la iniciativa promueve la investigación, la economía circular y la divulgación de medidas de mitigación, al estar financiada por la fábrica de cementos de La Araña, la mayor contaminadora por CO2 de Málaga, surgen las dudas.
Para Pepe Galindo “parece un caso de greenwashing, la cementera debe usar su cátedra como para presumir de que ellos están luchando contra el cambio climático y demás, porque la cátedra se llama así. Es un caso peculiar de cómo una industria usa la universidad para blanquear su contaminación”.
La cátedra, dirigida por el profesor Enrique Salvo Tierra, propone integrar a investigadores de la UMA y desarrollar actividades como cursos, seminarios y transferencia de conocimientos en sostenibilidad. “Lo curioso de este hombre es que es como muy ecologista, pero no se habla mucho de que es el director de una cátedra pagada por la cementera y que la cementera es de las peores industrias de Andalucía, por lo menos, no sé si ya de España”.
Hace apenas dos meses que la UMA y Votorantim Cimentos, actual propietaria de la fábrica de cemento de La Araña, han renovado la cátedra (AQUÍ), explicando que en la misma se realizan actividades como convenios con empresas inmobiliarias y proyectos académicos, que incluyen cursos y participación en congresos sobre sostenibilidad. También apoyan iniciativas artísticas y divulgativas, como el Proyecto Caravane, orientadas a sensibilizar sobre el cambio climático. Sin embargo, estas acciones parecen ir enfocadas a la promoción de una imagen corporativa sostenible en lugar de a abordar un cambio estructural en las prácticas de la compañía.
Por su parte, Votorantim Cimentos asegura que va a seguir una estrategia de descarbonización basada en tecnologías y procesos como la sustitución del clínker, eficiencia energética y captura de carbono, con la promesa de alcanzar un hormigón neutro en carbono para 2050. Sin embargo, estos objetivos a largo plazo pueden interpretarse como un intento de acallar las críticas actuales mientras mantiene sus prácticas de contaminación intensiva.
No se trata de la única campaña de lavado de cara que efectúa la fábrica de cementos de La Araña, ya que Galindo recuerda que “también salió en la prensa hace tres años que la cementera ha pagado a varias ONGs (AQUÍ) para mantener su buena imagen, y obviamente esas ONGs pues no se van a meter con la cementera”.
La más contaminadora
La Asociación de vecinos de El Palo lleva años denunciando la contaminación que produce la fábrica de cementos, señalada en el Plan del Clima del OMAU como la principal fuente de emisiones de CO2 en la ciudad, superando incluso a todos los vehículos privados y comerciales juntos (AQUÍ). Por eso desde la asociación exigen su reubicación para preservar la salud de los ciudadanos y proteger el patrimonio local, como las Cuevas de la Araña (AQUÍ).
El informe del OMAU detalla que la cementera emitió 809.000 toneladas de CO2 en 2017, superando al transporte privado y comercial y a la Central Térmica de Campanillas. Aunque las emisiones energéticas habían disminuido hasta 2008, aumentaron debido a la actividad intensificada de la cementera y la central combinada desde 2011.
Además, según el informe ‘Descarbonización en Andalucía 2022’, realizado por el Observatorio de la Sostenibilidad y BlogSOStenible, los grandes emisores contaminantes tienen “mayor responsabilidad en el cambio climático que las pequeñas y medianas empresas o que el conjunto de los ciudadanos”. Uno de estos grandes emisores es la cementera de La Araña, siendo responsable del 5% del total de las emisiones de CO2 en la comunidad de Andalucía (AQUÍ).
En el mismo se puede comprobar que las empresas más contaminantes son las que proporcionan energía (Cepsa, Naturgy, Repsol, Iberdrola), tras las que se sitúan las cementeras, que “se llevan buena parte del pastel de la contaminación. Al ser varias, su efecto queda dividido, especialmente entre Cementos Cosmos, LafargeHolcim y Sociedad Financiera y Minera”.
Esta última era la propietaria de la fábrica de cementos en 2021, cuando emitió más de 629.000 toneladas de CO2 a la atmósfera, tal y como denuncia el informe. Esta cantidad supone hasta el 5% sobre el total de emisiones en toda Andalucía.
En el informe denuncian que las empresas “pagan por estas emisiones según el mercado de CO2, pero ese precio es insignificante, porque no lo hacen por sus efectos reales sobre la salud de la población, sobre el estado de los ecosistemas (fauna y flora), sobre los sectores productivos, o sobre el clima y todos los fenómenos meteorológicos extremos que conlleva”.
También lamenta el documento que las decisiones de estas empresas “contra el medioambiente todavía no tienen castigo ni por parte de las autoridades, ni por parte de los mercados, ni por parte de sus clientes, ni tampoco de la población en general”.